¿Cuáles son las respuestas comunitarias que se han dado ante esta crisis sanitaria, social y económica? Este es el tema principal de la mesa redonda en línea sobre energías comunitarias que se celebró el 11 de junio a través de la página de En Comunitat Decidim Barcelona. El encuentro también sirvió para presentar el libro Retrats de la Barcelona comunitària, escrito por el periodista João França, que moderó el acto.
En el debate participaron diferentes voces que forman parte de experiencias del tejido comunitario de la ciudad que aparecen en la publicación: Amparo Iturriaga, de la organización vecinal Més amb Menys Roquetes y miembro de la Red de Mujeres Costureras de Barcelona, Nacho Quadras, miembro de Ràdio Nikosia, una de las primeras emisoras realizadas por personas que han sido diagnosticadas con problemas de salud mental, Clara Maristany, maestra de infantil en el Instituto Escuela Trinitat Nova, y Pura Rojas, del proyecto Mujeres Pa’lante y miembro también de la Red de Mujeres Costureras de Barcelona.
Los ponentes empezaron explicando los efectos que ha tenido el confinamiento en su comunidad. Amparo Iturriaga destacó que enseguida nacieron muchos vínculos solidarios entre los vecinos y vecinas y proyectos muy potentes. “Roquetes era uno de los barrios más afectados por el coronavirus y no había suficientes mascarillas. La Red de Mujeres Costureras hemos hecho unas 13.000. Eso es un ejemplo de lo que podemos hacer en comunidad”, explica.
Nacho Quadras, de Ràdio Nikosia, opina que el aislamiento fue un descalabro importante, porque en la radio todo el mundo se abraza y se da apoyo presencial. Sin embargo, han seguido produciendo el programa telemáticamente. “Es importante que hayamos podido emitir nuestras ideas a pesar del confinamiento”, apunta.
Clara Maristany recuerda que en el Instituto Escuela Trinitat Nova se despidieron el 13 de marzo con un “¡nos vemos dentro de 15 días!”, que, finalmente, se han convertido en meses, y eso emocionalmente ha sido duro tanto para los niños y niñas como para los maestros y maestras. “Al principio necesitábamos hablar con todos los niños y niñas para garantizar su estabilidad y su salud y la de sus familias por delante de todo”, asegura la maestra, que se ha coordinado con Servicios Sociales y otros profesionales para garantizar la estabilidad emocional del alumnado.
Por su parte, la activista de Mujeres Pa’lante, Pura Rojas, lamenta que con el cierre del taller de Mujeres Pa’lante, que se encuentra en un equipamiento comunitario en L’Hospitalet de Llobregat, y el confinamiento la situación de muchas mujeres migrantes es mucho más precaria. “Nos hemos encontrado sobre todo con necesidades alimentarias y con cuestiones psicológicas o dudas jurídicas que hemos tenido que atender para hacer frente a la pandemia”, relata.
La necesidad de espacios de encuentro
Todos los ponentes coincidieron en señalar la necesidad de espacios físicos de encuentro para el tejido comunitario en momentos como estos. “Muchas personas utilizan los equipamientos del barrio para relacionarse, conocerse, reunirse… Son espacios donde no nos sentimos solas y sentimos que somos importantes para alguien, los necesitamos”, reconoce la activista vecinal de Más con Menos Roquetes. Iturriaga no entiende que los centros cívicos del barrio estuvieran cerrados, pero que diez personas sí que puedan ir a consumir a una terraza. “Suceden cosas muy incongruentes”, lamenta.
Maristany tiene claro que es abismal “la diferencia entre trabajar de manera telemática o presencial” con los niños y niñas, por mucho que hayan adaptado las herramientas tecnológicas. “Tenemos que empezar a pensar cómo afectará eso a esta generación, que ha vivido un confinamiento y también vivirá un desconfinamiento muy surrealista”, apunta. La maestra reconoce en una de sus intervenciones que es clave “escuchar las necesidades de cada uno para aplicar soluciones concretas, y no pretendidas soluciones universales que ponen de relieve las desigualdades”, señala.
Para otros, como Nacho Quadras, el estudio de radio es un espacio libre. “Es un espacio de libertad donde podemos sentirnos realizados y que no te obliga a comportarte y a pensar de una determinada manera, como sucede en espacios institucionalizados de salud mental más rígidos”, reconoce.
Pura Rojas se lamenta porque el taller de costura, que de momento está cerrado, era un espacio que permitía a muchas mujeres llevar unos ingresos a casa y también socializar. Rojas recuerda que estaban a punto de acoger a un grupo de aprendizaje de costura antes del estado de alarma. “Sin eso, estamos más perdidas”, afirma la miembro de Mujeres Pa’lante.
Juntas, más fuertes
En esta pandemia, tal como señalan los ponentes de la mesa, la comunidad ha sido imprescindible en la respuesta colectiva. “El neoliberalismo nos aísla, nos individualiza y nos estigmatiza. Hay que romper con eso y unirnos y compartir espacios y experiencias”, afirma Nacho Quadras, de Ràdio Nikosia. “El tejido comunitario, la solidaridad y el apoyo mutuo son ahora más visibles y han llegado donde las administraciones a veces no llegan”, apunta. “Hemos conseguido que vuelvan las relaciones más humanas y es el momento de hacer todo lo que sea necesario para ir juntas, como ya hemos ido a parar desahucios”, señala Amparo Iturriaga.
Tanto Pura Rojas como Clara Maristany destacan la importancia de los cuidados en los espacios comunitarios para salir de esta crisis. “Tenemos que respetar los ritmos y acompañar a las niños y niñas”, señala la maestra. La activista de Mujeres Pa’lante recuerda, también, que hemos aprendido a valorar nuestra vida en sociedad y el contacto con nuestros seres queridos.
La aparición del libro Retrats de la Barcelona comunitària también sirvió, el 5 de junio, para establecer un espacio de conversación y de reflexión entre el autor, João França, y el director de Acción Comunitaria, Óscar Rebollo. Puedes recuperar el vídeo en este enlace.