Miquel Ortega: “Cada microgramo menos de contaminación, son vidas salvadas”

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01/09/2021 - 08:49 h - Medio ambiente y sostenibilidad Joana Querol Periago

Miquel Ortega es hijo de Barcelona. Físico y doctor en ciencias ambientales, hace más de 20 años que se dedica a la elaboración de políticas públicas ambientales. Es cofundador de la consultoría ENT y de Fundación ENT, donde ahora está trabajando. Compagina el trabajo con la investigación y actualmente es investigador vinculado de la UAB. Coordina la web Contaminación. Barcelona.

¿Cuál es la situación actual de la contaminación atmosférica en Barcelona?

Los niveles de contaminación en Barcelona todavía son demasiados altos, pero están bajando. En muchos de los contaminantes los niveles actuales corresponden a la mitad de los niveles de hace 20 años.

La bajada de la contaminación atmosférica local de las últimas décadas no sólo se da en Barcelona, es un fenómeno que se extiende por toda Europa, de hecho en muchos lugares ha bajado más rápido que aquí.

La disminución tiene que ver con los cambios tecnológicos. Los vehículos y las fábricas de hoy contaminan menos que los de hace 20 años y si no se compensa con qué aumenta mucho el volumen de tráfico o el volumen de actividad industrial, en general los niveles de contaminación bajan. En la contaminación local vamos a mejor, pero vamos demasiado lentos. Cada día de niveles demasiado altos es un daño a la salud irreparable.

En otros temas ambientales sin embargo estamos peor de lo que hace 20 años, cómo es el caso de las emisiones de gases con efecto de invernadero.

En Barcelona hay dos tipos de contaminantes atmosféricos locales que son los que generan más problemas y del resto de contaminantes atmosféricos, que hay muchos, estamos por debajo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

¿Cuáles son estos contaminantes problemáticos?

Pues básicamente las partículas (PM2.5 y PM10) y el dióxido de nitrógeno (NO2).

Para los dos, el tráfico es la fuente principal. En las zonas de más tráfico, los vehículos pueden ser los responsable del 70% del NO2 que respiramos y del 40% de las PM10 y PM2.5, aproximadamente.

Después tenemos a nuestro alrededor otras actividades contaminantes de tipo industrial, como son el puerto de Barcelona, las industrias cementeras o de producción de vidrio, o centrales eléctricas térmicas de ciclo combinado, entre otras, que contribuyen en menor medida. De éstas destaca el puerto, que de manera directa e indirecta genera en torno al 10% del NO2 y de las partículas que respiramos, pero su importancia relativa depende del barrio, en Ciutat Vella es donde más impacto tiene.

Más de ámbito regional, cada vez tenemos más claro que el amoníaco, generado en Cataluña principalmente por las deyecciones de purines de las granjas industriales porcinas, favorece la generación de partículas a la atmósfera, y una parte de éstas llegan a Barcelona. Se está trabajando en la cuantificación de su importancia, pero estoy convencido de que será un valor considerable. Igual que nosotros exportamos contaminantes al resto de Cataluña, pues también importamos. Los contaminantes no entienden de fronteras administrativas.

Hemos visto que Barcelona está por encima de los niveles de contaminación recomendados por la OMS, aunque por debajo de los legales europeos. ¿Porque no se pueden cumplir los niveles de la OMS?

Eso depende del contaminante.

De NO2 antes de la crisis del Covid teníamos niveles por encima tanto de los de la OMS como de los establecidos en la legislación, que en este caso coinciden. Estábamos por encima de los 40 microgramos por metro cúbico por término medio anual.

Ahora, desde la crisis de la Covid, los niveles en el 2020 se han situado por debajo, y en el 2021, todo apunta que superaremos los niveles del 2020 y nos quedaremos más cerca de los umbrales máximos establecidos en el marco legal.

En el caso de las partículas, es diferente porque los niveles máximos permitidos por ley son más altos que los establecidos por la OMS. En este caso sí que estamos por encima de los umbrales máximos recomendados por la OMS y por debajo del máximo legal.

¿Por qué hay esta diferencia?

Es una decisión política. Tienes las recomendaciones vinculadas a la salud de cariz principalmente técnico y después a la hora de establecer la legislación hay un proceso de negociación política y en algunos casos se ha optado por un nivel de protección de la salud inferior del propuesto a nivel técnico.

Para el 2023, la UE se ha comprometido dentro de su política de emisiones cero a revisar los niveles legales y a tener en consideración los nuevos niveles de la OMS, que por cierto este año hará nuevas recomendaciones más restrictivas.

Barcelona si no continúa los esfuerzos por bajar emisiones, corre el riesgo de volver a quedarse fuera de los nuevos umbrales máximos legales.

¿Qué habría que hacer para poder alcanzar los niveles de la OMS?

Con respecto a las emisiones de NO2 probablemente seguirán bajando en los próximos años, casi seguro. Por lo tanto no hay ninguna razón para no alcanzar los niveles de la OMS. Lo que podemos hacer es acelerar y reforzar el proceso tecnológico estableciendo mejoras de gestión. Hay muchas medidas posibles que hay que evaluar bien, tanto desde el punto de vista ambiental, de beneficio sobre la salud y social, por ejemplo: reducir el tráfico mediante el establecimiento de sistemas de peaje, reforzar las limitaciones de circulación de los vehículos más contaminantes, mejorar el transporte público, potenciar la electrificación de los vehículos circulantes, facilitar el transporte activo, regular mejor la distribución de mercancías, acelerar la electrificación del Puerto, etc.

Y en las partículas pasa prácticamente lo mismo, pero aquí todavía será más importante que también otras administraciones actúen, por ejemplo reduciendo las emisiones de amoníaco y de la industria que nos rodea. En estos casos no se trata de una responsabilidad exclusiva del Ayuntamiento de Barcelona o una corresponsabilidad con otras administraciones, sino que dependemos totalmente de otras administraciones, en particular de la Generalitat de Catalunya que es quien tiene competencias en este ámbito.

Al final aquí cómo pasa con muchas políticas, hay un tema de costes y de distribución de impactos y beneficios, de cómo asignamos los costes de los cambios y quién se beneficia de las mejoras. Hay un largo camino para recorrer y se puede hacer con las tecnologías existentes.

Podemos reducir los niveles mucho más de los que tenemos ahora y no se trata sólo de si cumplimos o no cumplimos los niveles umbral, sino que cada microgramo menos de contaminación es menos asma, menos probabilidad de enfermos de corazón, menos problemas de desarrollo cognitivo de los niños, menos mortalidad para las personas mayores…, en definitiva más salud y más calidad de vida.

Entender que cada microgramo menos de contaminación, son vidas salvadas y enfermedades ahorradas, éste es el reto.

¿Hemos leído que las PM2.5 son las más mortales (600 muertos anuales el año 2019), cuáles son las fuentes que las generan?

Las partículas en general, provienen principalmente del tráfico, pero hay otras fuentes también importantes de origen industrial, como hemos comentado antes. Es un tema difícil de estudiar en detalle por qué hay tanto emisiones de partículas directas como partículas generadas a partir de la reacción de otros gases como el dióxido de azufre, el amoníaco y los óxidos de nitrógeno.

El confinamiento y la pandemia nos han permitido hacer un experimento muy curioso cuando menos desde el ámbito de la investigación, ya que el tráfico bajó mucho durante unos meses y los niveles de NO2 bajaron, pero los niveles de PM2.5 bajaron menos de lo que algunos investigadores pensábamos.

¿Eso qué quiere decir?

Quiere decir que se tienen que entender mejor las fuentes y como se relacionan, y en particular estas fuentes regionales que son bastantes significativas (industrias del entorno de Barcelona – centrales térmicas, puerto, cementera y vidriera-, producción de purines…) para saber exactamente la importancia relativa y reforzar las políticas locales con políticas supralocales.

¿Qué papel juega la ciudadanía en los cambios de políticas?

En Barcelona, hay motores de cambio y los motores de cambio se llaman ciudadanos y ciudadanas.

Estamos viendo cómo la ciudadanía pide que haya menos coches en las calles, cómo se movilizan las escuelas y eso hace mover las cosas, son la clave.

Pero también hay otros ciudadanos a quien el cambio les cuesta y con los que se tiene que hacer mucha pedagogía para que vean las ventajas del cambio, pero para hacerlo necesitamos información comprensible, de calidad e inmediata.

En el caso de las PM2.5, por ejemplo, no tiene ningún sentido que si son tan perjudiciales para la salud, cómo sabemos que son, sólo informes una vez al año y no informes online de lo que está pasando. En Londres se hace, en París se hace, en Nueva York se hace … En ¾ partes de Europa hay estaciones que miden las PM2.5 y la hacen pública en abierto y de manera continua, y aquí no, lo tenemos que cambiar, para mí no hacerlo es incumplir las obligaciones de información pública de la administración.

¿Cuál es el papel del Puerto en la contaminación de Barcelona?

El Puerto es una gran fábrica situada en la costa, donde lo que más contamina son los barcos mientras están cargando, descargando o esperando. Hay que entender que los barcos que están en el puerto contaminan de manera continúa pero pueden tener alternativas si el Puerto las pone a su disposición. Hoy el Puerto todavía no está lo bastante preparado, con lo cual, este es un trabajo que se tiene que hacer y cuando más rápido se haga, mejor.

Aparte de emitir gases contaminantes atmosféricos, Barcelona también emite gases de efecto invernadero. ¿Qué piensas de las medidas que se toman dentro del Plan de emergencia climática?

Todas las medidas que hay en el Plan Clima contribuyen a gestionar mejor el cambio climático, por lo tanto bienvenidas y adelante, que el problema es bastante serio.

Pero mi sensación es que no son suficiente. Lo que tenemos que hacer, y no sólo en Barcelona, sino como sociedad en general, es una reflexión sobre nuestro rol de consumidores en relación al cambio climático.

Si sólo te fijas en las emisiones que se producen dentro de la ciudad, eso es una 3ª parte de las emisiones que producimos para hacer posible nuestro modus de vida, no tiene sentido obviarlo y limitarnos a lo que pasa a nuestro término administrativo y no actuar sobre las otras partes. Es un reto enorme, porque afecta a los elementos claves de nuestra sociedad: el modelo de consumo, el modelo de vida.

De cara al futuro hay que completar todas las políticas locales contra el cambio climático, con la política de consumo, empezando por dejar de promover el consumo indiscriminado con recursos públicos. Y ésta será la lucha de batalla de los próximos 5-10 años, y tienen que ser políticas locales que entienda la ciudadanía y los actores empresariales.

A menudo las medidas para hacer frente al cambio climático, recaen sobre los más vulnerables. ¿Cómo se podría combatir?

Las transformaciones sociales, en general, sean climáticas, ambientales, sociales tienen una redistribución inevitable de beneficios y de pérdidas. Hay que ganan y hay que pierden. Así son.

Ahora nos viene encima una transformación ecológica y por lo tanto habrá repartición de beneficios y pérdidas. ¿Ahora, cómo será? Eso es un reto social muy importante, es un tema que traspasa el tema ecológico, es un tema de relación de poder, de relación social … ¿Será democrática, justa o será una dictadura ecológica? Pues no lo sé, pero lo que está claro es que hay una percepción política, a todos los niveles, cada vez más clara de que comportará cambios sociales muy importantes, y en la conjunción de las políticas ambientales y sociales nos jugamos el futuro como sociedad.

Barcelona, julio 2021.

Las opiniones expresadas en esta entrevista son a título particular y no necesariamente reflejan el posicionamiento institucional del Ayuntamiento de Barcelona.

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