Aspectos metodológicos del trabajo en masculinidades
Las personas dinamizadoras
Muchas de las actividades planteadas tocan temas biográficos y experiencias vitales de los participantes, por eso se recomienda que sean facilitadas por personas que se sientan cómodas con la temática y que tengan experiencia en el trabajo grupal.
Es muy importante que las personas dinamizadoras tengan una base sólida de los conceptos y que realicen un proceso de autorreflexión respecto a su propia vivencia de la identidad para contar con herramientas de primera mano que les faciliten tratar la temática desde la congruencia interna, la tranquilidad y la seguridad.
En cuanto al sexo de las personas dinamizadoras, se ha constatado que no hay una preferencia clara. En algunos contextos los hombres prefieren tratar estos temas con otro hombre para sentirse más cómodos, a la vez que el dinamizador puede funcionar como referente positivo. Otras experiencias parecen indicar que la habilidad de la persona para escuchar y dinamizar el grupo es un aspecto más importante que su sexo. Una buena opción puede ser contar con una persona dinamizadora de cada sexo, ofreciendo la posibilidad de empatía y confrontación a la vez.
Seguidamente se destacan algunas de las habilidades que pueden facilitar el buen funcionamiento de las actividades:
- Crear un espacio de confianza y seguridad.
- Establecer y mantener unas normas grupales desde el inicio de la intervención que permitan el debate en igualdad de condiciones (respetar las opiniones, promover la escucha activa, respetar el turno de palabra, hablar en primera persona, no juzgar, mantener la confidencialidad, pedir puntualidad y garantizar la asistencia).
- Crear un ambiente propicio para una comunicación distendida y equitativa. Es fundamental saber crear un ambiente cordial y empático y utilizar el lenguaje más adecuado en cada contexto.
- Promover la participación activa de todas las personas participantes de forma democrática, moderando y regulando el tiempo de participación de cada persona.
- Impulsar un diálogo abierto y respetuoso desde la aceptación de todas las personas participantes y sus opiniones y sentimientos.
- Ofrecer acompañamiento, tanto en aspectos técnicos como en el planteamiento de las ideas y las reflexiones críticas: reformular las aportaciones individuales y preguntar al grupo, ayudar a relacionarlas y sistematizarlas, poner sobre la mesa las contradicciones y ayudar a extraer las ideas más importantes.
- Formular preguntas abiertas que estimulen el trabajo personal de las personas participantes, evitando dar consejos, juzgar o inducir respuestas. No hay respuestas buenas o malas.
- Inventariar las aportaciones, no sólo para ir recopilando lo que construye cada grupo, sino también porque permite una objetivación de las propuestas individuales una vez acordadas por el grupo.
- Preparar el espacio para que sea acogedor y agradable, intentando que sea lo suficientemente amplio para que las personas participantes puedan moverse, con el mínimo de elementos de distracción, donde haya privacidad, con sillas que se puedan mover para disponer al grupo en círculo, etc.
- Reconducir las situaciones imprevistas. Por más que se preparen las sesiones, siempre surgirán bloqueos y tensiones que requerirán la intervención de la persona conductora: se debe acompañar afectivamente las reacciones de ansiedad individual, reformular las aportaciones aparentemente absurdas, promover las aportaciones de los participantes menos activos, etc.
- Abordar y facilitar la resolución de los conflictos y buscar el consenso. El conflicto no siempre se manifiesta de forma explícita y a menudo los participantes lo evitan. En este sentido, corresponde a la persona conductora ponerlo de manifiesto para que puede ser abordado y resuelto.
- Respetar el nivel de profundidad de lo que comparten las personas participantes. Sobre todo al principio de la intervención, es difícil que los participantes se sientan cómodos para hablar de sus intimidades. Así, aunque se recomienda animarles a asumir este reto, es importante respetar los tiempos de cada persona. Es importante verbalizar, al principio, que sólo es necesario contar lo que cada participante quiera o pueda compartir.
- Evitar la canalización de comentarios sexistas o machistas para no establecer una actitud de complicidad con dichos comentarios. Por insignificantes que parezcan, se deben abordar estos comentarios con tranquilidad y aportar argumentos para refutarlos, integrando este trabajo dentro del proceso de aprendizaje.