El curso del río había sido otro milenios atrás, y las paredes arenosas del Molinet explican qué ocurrió entonces desde el punto de vista geológico

Cuando se empieza a cruzar el puente del Molinet hacia Santa Coloma de Gramenet, a la altura de los ojos se observa un talud de tonos marrones, arenoso, que ocupa la parte baja de un pequeño montículo de poco más de 80 metros de altitud.

Es justo en la antigua finca que se ubicaba aquí que existió el molino harinero de los Tristany, el molinet que da nombre a la pasarela i al parque. I además, aquí se puede observar el corte geológico de la sierra de Can Mena.

El recorrido cambiante del Besòs

Durante el mioceno, el Mediterráneo quedó aislado del océano Atlántico y esto provocó una bajada del nivel del mar. En aquella época de clima subtropical, el río Besòs recogía las aguas del lago vallesano y una parte de los torrentes de Collserola.

Cerca de donde hoy se encuentra el puente de Can Peixauet, la sierra de Can Mena obligaba el río a girar al noreste hacia Montigalà, de manera que desembocaba en el mar por el Turó de Montgat.

Pero al final del mioceno los movimientos de la falla de Sant Adrià junto con la invasión marina provocada por la reapertura del estrecho de Gibraltar, provocaron que el río adoptara el curso actual.

Ríos que se mueven

No es extraño encontrar fósiles marinos en montañas o en comarcas de interior, y es que los movimientos geológicos generan o hacen desaparecer lagos, vacían o llenan mares, levantan cordilleras y montañas, y cambian los cursos de los ríos, tal y como le pasó al Besòs.