El núcleo inicial del Poblenou corresponde al antiguo barrio del Taulat (palabra que significa ‘pieza de tierra de cultivo’) y ocupa la parte baja más próxima al mar del distrito actual y del antiguo municipio de Sant Martí de Provençals. Durante muchos siglos fue una zona de marismas, con lagunas rodeadas de juncos, un paisaje que todavía evocan los nombres de las calles de la Llacuna y del Joncar.

La abundancia de agua, las grandes extensiones y el bajo precio favorecieron, a lo largo del siglo XVII, la instalación de los primeros prados de indianas. Después llegaron los vapores, desplazados posteriormente por la electricidad, con industrias de todo tipo: aceites, vinos, textiles, metal, gas, maquinarias, mosaicos, artes gráficas, pinturas, plásticos, alimentación... A finales del siglo XIX, el Poblenou era el territorio con mayor concentración industrial del país, hasta el punto de que fue calificado como el Manchester catalán.

El primer núcleo urbano se construyó en torno a la plaza de Prim y el segundo, conocido también como barrio de la Plata, en la zona de Wad-Ras (actual Ramon Turró). A lo largo del siglo XX, el Poblenou se consolidó como barrio residencial, obrero e industrial, con un aumento demográfico notable y la aparición de núcleos importantes de barracas como el Somorrostro, Pequín y Transcementiri, algunos de los cuales no desaparecieron hasta pasada la segunda mitad del siglo XX.

A partir de los años sesenta se produjo un proceso de desindustrialización intenso y la consiguiente liberación de grandes solares, que pronto ocuparon, de nuevo, empresas de transportes, talleres y almacenes. Con los Juegos Olímpicos de 1992 se inició la gran transformación del barrio, que hoy toma un nuevo impulso con el proyecto 22@, que se desarrolla a ambos lados del núcleo tradicional del Poblenou.