El Largo Viaje
Antes de los Juegos Olímpicos de 1992 se desarrolló un programa de monumentalización de los barrios de la ciudad, y esta escultura es uno de los frutos. Se inauguró en abril de ese año en una rambla Prim que había sido urbanizada entonces.
La obra es de Francesc Torres Monsó, artista gerundense que ofreció una escultura abstracta en la que los puntos de equilibrio simbolizan la fragilidad de la vida en la tierra. Se combinan 6 volúmenes geométricos entrelazados que forman un monolito fragmentado de 6 metros situado al borde de un estanque de 60 metros que permite verlo reflejado, como rememorando el mito de Narciso.
Los límites poéticos de la geometría
La obra pertenece a una serie del mismo nombre de 1980 con la que el artista proponía una estética de base arquitectónica para profundizar en el orden de la construcción. Previamente, sus trabajos ya derivaban hacia el cubo negro en evolución de ideas visuales que aparecían en obras figurativas anteriores, y El Largo Viaje es la sublimación expresiva de esta poética geometría tridimensional. Una arquitectura imposible que parece que va a romperse en cualquier instante, como los límites del lenguaje hacia el interior del ser humano.
Árboles, espacio, ocio, paseo
La larguísima extensión que se abría de la Sagrera al mar ofrecía la posibilidad de generar un gran pulmón verde para el barrio que cosiera vecindarios e hiciera la función de punto de encuentro. De ese deseo surgió la urbanización de la rambla de Prim, que se convirtió en el espacio idóneo para exhibir una obra artística excepcional con la que apuntar al futuro.