El barrio de Sants-Badal era, en origen, el extremo más occidental de Sants, pero ha estado bastante apartado de él durante muchos años. Por el lado de poniente ha tenido, desde siempre, una relación intensa con el vecino barrio de Collblanc, ya en el término de L’Hospitalet de Llobregat, con el que la Riera Blanca —de menos de 20 metros de ancho en muchos tramos, pero con las aceras pertenecientes a uno y otro municipio— establece una frontera mucho más virtual que real. Por el lado de levante, en cambio, el paso a cielo abierto de la ronda del Mig fue, a lo largo de décadas, una barrera pesada para las comunicaciones con Sants, hecho que favoreció el desarrollo de dinámicas diferenciadas a ambos lados del gran eje viario.

La consideración autónoma del barrio respecto del de Sants responde, entre otras razones, a esta evolución histórica, aunque hoy, afortunadamente, la cobertura de la ronda del Mig, ya completada, ha supuesto la eliminación de la barrera. La cobertura ha permitido, a la vez, ganar un gran espacio longitudinal para el ocio de la ciudadanía, y ha representado una mejora importante de la calidad de vida urbana para el vecindario más inmediato y también para quien reside en los dos barrios que la ronda, la cual, hoy, ya no separa, sino que articula. La parte inferior de Sants-Badal se organiza en torno a la plaza de la Olivereta. La localización de diversos equipamientos en este entorno lo configura, ya hoy, como polo aglutinador de la vida del barrio, con buenas potencialidades para aumentar estas funciones.