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Una colina y su falda en el corazón de la ciudad
Si, al caminar por la parte alta de Barcelona, de repente nos encontramos con fuertes pendientes que bajan de una colina, no hay duda: hemos llegado al barrio del Putxet i el Farró. Tanto el nombre como la geografía evidencian las dos personalidades de este barrio: por encima de la ronda del Mig, el Putxet, en torno a la colina del mismo nombre, que domina el espacio físico. Por debajo de la ronda, el Farró, la parte baja del barrio, con una orografía mucho más plana.
Plaza de Mañé i Flaquer
Dos vías importantes hacen de límite con el distrito vecino, el de Gràcia. El Putxet comparte la avenida de la República Argentina con Vallcarca i els Penitents, mientras que la recientemente bautizada avenida de la Riera de Cassoles separa el Farró de la Vila de Gràcia. El Putxet es una zona con muchas personas mayores de clase media-alta. “Es agradable y tranquilo. Hay un poco de ruido y contaminación, pero no tanta como en otras zonas”, explica Francesc Ribera, presidente de la Asociación de Vecinos y Amigos del Putxet.
Para Esther Rodríguez, miembro de la junta de la Asociación de Vecinos y Vecinas del Farró, uno de los aspectos positivos “es la situación privilegiada del barrio, y la buena comunicación con el resto de la ciudad si te desplazas al centro”.
“Es un barrio bonito, agradable, tranquilo y bien comunicado con la ciudad y el exterior”.
Francesc Ribera, presidente de la Asociación de Vecinos y Amigos del Putxet
Casa Ramos
Un viaje a la Barcelona burguesa
El Putxet había sido uno de los tres distritos históricos del antiguo municipio de Sant Gervasi de Cassoles, mientras que el Farró era un barrio. La zona era una de las preferidas por las familias acomodadas de Barcelona. En el siglo XIX, empezaron a instalarse en la zona para veranear y, de manera progresiva, y gracias a las mejoras del transporte, se acabaron quedando. Las lujosas torres modernistas de estas familias se sustituyeron por bloques de pisos, pero todavía hoy se puede contemplar las Cases Ramos y la Casa Tusquella o pasear por los románticos pasajes con aire británico de Mulet y Sant Felip.
Desde entonces, el barrio ha cambiado mucho, pero no tanto como otras zonas de la ciudad. “Hay muchas personas mayores que viven aquí desde hace cincuenta años y que prefieren que nada cambie”, señala Josep Escolano, de la Asociación La Casa del Silenci. La parte positiva de estos cambios moderados es el ambiente: en el Putxet i el Farró todos se conocen y hay bastante vida de barrio, aunque no tanta como años atrás, cuando el comercio de proximidad era más abundante.
Pasaje de Mulet
“El parque del Turó del Putxet es un espacio de privilegio. Ir allí un día de sol es lo mejor que hay”.
Josep Escolano, secretario de la Asociación La Casa del Silenci
Un tejido asociativo vivo, pero todavía por explotar
Para volver al calor de antes, el vecindario potencia el tejido asociativo mediante las calçotades, las castañadas populares y las fiestas mayores. Destaca la Fiesta de los Seiscientos, un pasacalle en que estos coches recorren algunas calles durante la Fiesta Mayor del Farró. En la del Putxet se organiza una butifarrada popular, un concierto de habaneras, actividades infantiles, sardanas, fuegos artificiales y música en la calle.
Las entidades constituyen un tejido asociativo muy fuerte, especialmente en el Farró. “Cohesionan el barrio y permiten conocer a vecinos con quienes, si no fuera por el tejido asociativo, no tendríamos relación —explica Lluís Juanet, miembro de la Colla Humorística del Farró—. Sin embargo, el núcleo es tan pequeño que a menudo tenemos que asociarnos con otras entidades de los barrios de Gràcia o Sarrià, por ejemplo”.
Esther Rodríguez, miembro de la junta de la Asociación de Vecinos y Vecinas del Farró, destaca el tejido asociativo creciente, el sentimiento de pertenencia al barrio y el sentimiento todavía de pueblo.
“Es un barrio pequeño, y hoy la vida de barrio cuesta mucho. Por eso no se deben perder las actividades que se impulsan desde el tejido asociativo”.
Lluís Juanet, miembro de la Colla Humorística de Sant Medir
Ronda del General Mitre
La recuperación del barrio
Aunque aquí no hay problemas muy graves, los vecinos y vecinas lamentan, sobre todo, que la ronda del Mig separe el Putxet y el Farró. Esto, no obstante, ya no supone un inconveniente tan grande como años atrás. Desde que se remodeló, esta vía es más accesible para los peatones y ha dejado de ser una barrera urbana infranqueable.
También se procura conservar el patrimonio cultural y aprovecharlo para acoger equipamientos. Es el caso de la Vil•la Urània, la antigua casa observatorio del astrónomo catalán Josep Comas i Solà. Estuvo a punto de ser derribada, pero el vecindario hizo mucha presión para que este espacio histórico se reconvirtiera en un centro cívico. “Se consiguió respetar la casa del científico, convertirla en un espacio multifuncional y, a la vez, levantar un edificio innovador y sostenible (también para los vecinos) justo al lado”, cuenta Carlos Gual, presidente de Amics d’un Farró Digne.
Si el Farró ha recuperado Vil•la Urània, el Putxet ha recuperado otro espacio: la casa de la calle de Manacor, 1, que es la sede de La Casa del Silenci (un espacio reservado para la meditación y el recogimiento), la Asociación de Vecinos del Putxet y la Asociación Minyons Escoltes i Guies Sant Jordi de Catalunya - Agrupament Escolta Santa Maria i Santa Agnès. No obstante, aún hay mucho que cambiar, como la instalación de barreras para hacer más accesibles las pendientes o la mejora de las comunicaciones.
“No tenemos nada que ver el Putxet con el Farró, pero la relación entre vecinos es muy buena, también con respecto a las entidades”.
Carlos Gual, presidente de Amics d’un Farró Digne
Vil·la Urània
Un barrio de jardines y plazas
Aparte del patrimonio cultural recuperado, los vecinos y vecinas valoran otros espacios del barrio, como el parque del Turó del Putxet, que es uno de los pulmones verdes más desconocidos de Barcelona. No es el único rincón natural. Algunos solares abandonados se han convertido en zonas verdes, es el caso de los jardines de Mercè Rodoreda o los de Marià Manent.
Pero los vecinos y vecinas destacan las plazas como principales espacios de socialización: no es extraño encontrar personas charlando u organizando una calçotada en la plaza de Mañé i Flaquer, por ejemplo. Aquí el calor no es el de treinta años atrás, pero muchos todavía luchan por preservarlo.
Jardines de Mercè Rodoreda
Jardines de Portolà