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«Los diseños que cambian contextos son aquellos pensados ​​como sistemas, no como objetos aislados»

Óscar Guayabero es paradiseñador, comisario de exposiciones, profesor de historia del diseño en IDEP Barcelona, ​​ IED y ESDesign, y gran agitador cultural. Constituye uno de los principales promotores del «diseño para vivir» y en breve inaugurará la exposición sobre el futuro del baño en Roca BCD.

Después de más de 25 años de trayectoria y varias exposiciones comisariadas a tus espaldas, ¿cuál ha sido tu momento profesional más destacado?

Aunque parezca una broma, fue cuando la revista Pronto sacó un amplísimo reportaje de la exposición «Diseño para vivir». Era una de las primeras veces que al público de este tipo de publicaciones le llegaba una mirada del diseño no elitista, pensada para el bien común y como herramienta de cambio social. Y justamente ese era el objetivo de la expo que me llevó más de cuatro años de preparación.

A finales de octubre vuelve la jornada «Diseño para vivir. Educación». ¿Qué novedades aportará la edición de este año?

En esta segunda edición abordaremos el diseño como herramienta para mejorar experiencias pedagógicas. Desde reconsiderar los espacios hasta las interfaces de los programas digitales de educación, el diseño puede mejorar, y mucho, la transmisión y el logro de conocimiento. Intentaremos abrir esta ventana para que los diseñadores y los pedagogos encuentren posibles interacciones.

Estás en constante contacto con nuevas generaciones de diseñadores. ¿Qué les diferencian de Rafael Marquina, Miquel Milà, André Ricard y demás coetáneos?

La sociedad ha cambiado enormemente desde entonces y los diseñadores, como es lógico, responden a la realidad social que les rodea. Esto no quiere decir que no existan actitudes que curiosamente relacionen los primeros tiempos del diseño industrial con el actual. Lo que entonces se hacía por precariedad, ahora se hace por sostenibilidad. De hecho, la actitud de Ricard, Marquina, Milà, etc. es mucho más cercana para los jóvenes diseñadores que posturas del diseño de los años ochenta y noventa.

Hemos conocido diseños tan impactantes como el Mine Kafon de Massoud Hassani. ¿Con qué «diseño para vivir» de los últimos años te quedarías?

Cada vez pienso más que los diseños que realmente cambian contextos son aquellos pensados ​​como sistemas, no como objetos aislados. El diseño de procesos colaborativos y distributivos y las herramientas para hacerlos posibles me parecen una de las mayores contribuciones del diseño a la mejora de la sociedad de los últimos años. Desde cooperativas como Som Energia o Guifi.net al trabajo de colectivos relacionados con la vivienda, como La Borda, o la alimentación, como en el caso de El Pinyol Vermell.

¿Qué papel juegan, pues, los objetos en sí?

Los objetos están al servicio de iniciativas. Por ejemplo, la conocida copa menstrual es un buen producto pero como herramienta dentro de una red que intenta mejorar la vida de las mujeres en países donde la menstruación es un tabú, consigue cambios reales. El objeto es importante pero siempre dentro de una estrategia más amplia.

Finalmente, nos ponemos filosóficos. Si el arte es la representación visual de una época histórica, ¿qué lugar ocuparía el diseño?

Primero la artesanía y luego el diseño son la representación de la vida cotidiana. Lejos de la grandilocuencia de los conceptos de arte, el diseño te muestra el día a día de cada momento, y eso es fascinante.

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