Agustí Centelles

Agustí Centelles (1909-1985), nacido en Valencia pero residente en Barcelona desde que tenía un año, está considerado como uno de los pioneros del fotoperiodismo moderno en Europa. Fotógrafo aficionado al cine, se formó y entrenó sólidamente de manera autodidacta en el mundo de la imagen.

Durante la Segunda República, colaboró en el diario La Publicitat, el Diari de Barcelona, Última hora y La Vanguardia. Con una cámara Leica, de las primeras en España, realizó reportajes gráficos de diferentes aspectos de la vida política, social y cultural catalana de este periodo histórico: imágenes cotidianas de manifestaciones, juicios, atracos, fiestas populares, competiciones deportivas, actos políticos, etcétera.

Fue testigo excepcional de la Guerra Civil española, trabajando desde el bando republicano. Su grado de compromiso con la República lo obligó a exiliarse a Francia, con sus cámaras y una maleta llena de negativos de su archivo personal a fin de que no llegaran a manos del ejército franquista y fueran utilizados con fines represivos. Una vez llegado a Francia, fue detenido y trasladado al campo de concentración de Bram, donde hizo muchas fotografías de los refugiados y de sus condiciones de vida.

En 1946 volvió a Barcelona y fue inhabilitado para el ejercicio del periodismo gráfico: la dictadura franquista lo acusó de haber formado parte de la francmasonería. Desde entonces, se dedicó a la fotografía industrial y publicitaria para productos como Chupa Chups y Anís del Mono.

En el año 1976, acabada la dictadura, pudo recuperar la maleta con los negativos que dejó escondidos durante su exilio en Francia. Estas imágenes volvieron a exponerse y Centelles se convirtió en un símbolo de los fotoperiodistas de guerra. En 1984, el Ministerio de Cultura español le concedió el Premio Nacional de Fotografía.

Considerado como uno de los grandes cronistas gráficos del siglo XX, su obra ofrece una perspectiva del drama de la guerra y el exilio no como observador distante, sino desde dentro, con imágenes captadas por alguien que también fue víctima de aquellos momentos y que, además, quiso mostrar la realidad tal como era. Sus retratos tienen una gran fuerza expresiva y dejan de lado las clásicas fotografías planas y sin relevo de la época. Su testimonio visual de esta época con imágenes de una gran humanidad, expresividad y emoción ha permanecido en la memoria colectiva de la gente. Capturó momentos y emociones para conseguir que la fotografía tuviera vida, que fuera capaz por sí sola de explicar historias.