L’ADAPTACIÓN: UN PROCESO DE TODA LA COMUNIDAT EDUCATIVA!

Este pequeño artículo sobre la adaptación está basado en una situación fuera de la pandemia. Hay aspectos que, durante la pandemia, se han tenido que eliminar y/o modificar.

La entrada en l'Escola Bressol por primera vez o después de unas largas vacaciones, requiere una especial atención. Tanto los niños como las familias, viven unos momentos cargados de emociones que muchas veces son incluso, contradictorias.

La adaptación en l'Escola Bressol definirá todas las futuras adaptaciones que viva el niño a lo largo de su vida. Generalmente, es la primera adaptación en el ámbito social y por tanto, será una de las experiencias vitales más importantes de la niña y el niño.

Por parte de las familias, la incertidumbre por la nueva situación, la ilusión para disfrutar de unas vivencias únicas de sus hijos y sus hijas, el inicio del vínculo con la maestra y el maestro, con la escuela... Muchos de ellos y ellas comienzan por primera vez el camino de Comunidad Educativa, el camino de escuela. Y todo ello acontece una carga emocional importante.

Para los niños, es una experiencia difícil de entender y muy compleja. Se tienen que adaptar a la nueva situación, a la separación de la familia, al nuevo escenario escolar, al nuevo referente adulto, a los compañeros y compañeras... El cambio es importante y de una carga vital infinita.

El equipo educativo se prepara para acompañar a los niños y a sus familias durante la adaptación. Y todo empieza a las jornadas de puertas abiertas, continúa en la reunión previa a empezar el curso, a la entrevista de inicio de curso, al encuentro de septiembre y se desarrolla durante los primeros días que empieza la escuela.

Y como lo hacemos?

Espacio y material:

Tenemos una especial cura en los espacios. Los aposentos tienen que dar sensación de acogida, tienen que tener rincones donde el niño se pueda recoger, como un pequeño sofá, un rincón blando... Tiene que haber el material pensado y adecuado a la situación, material conocido por el niño y de otro de nuevo que provoque su curiosidad. Hace falta que esté todo aseado, limpio y estéticamente correcto. En los grupos donde hay niños que ya estaban en la escuela el curso pasado, buscamos materiales conocidos del curso anterior y un objeto o juguete que por el grupo tenía una especial importancia y lo dejamos al nuevo aposento para hacer de enlace entre el curso pasado y el curso que comienzan en aquel momento.

El equipo educativo, en función de la progresión de cada grupo de niños decide “las fronteras físicas” en cada momento. Es probable que el niño de un aposento, los primeros días solo tenga acceso a este aposento. También puede pasar que las dos clases del mismo nivel tengan las puertas abiertas para permitir la libre circulación de los niños de la misma edad... También puede pasar que se abren las puertas de los dos grupos de grandes para compartir clases y espacio de pasillo, mientras que la de los dos grupos de medios resten cerradas.

También quedan abiertos los pequeños patios de los dos grupos de grandes y abrimos  el espacio del patio grande que mujer a las dos clases de medios. Estos espacios exteriores acontecen unos recursos importantes durante la adaptación, que los niños que sienten la necesidad, pueden utilizar en todo momento.

En el caso de lactantes, es diferente. Es el aposento más protegido y más alejada del ruido... y durante la adaptación se protege especialmente.

Otro espacio que se transforma durante el proceso de adaptación es la sala de maestras. Este espacio se convierte en una sala porque las familias que lo quieran puedan hacer un café, hablar con otras familias, con la maestra complementaria y la dirección... mientras sus hijos y sus hijas se quedan un rato con la maestra y el resto del grupo. El hecho de poder separarse de su hija y de su hijo sin tener que marchar de la escuela, da a las familias tranquilidad y seguridad. A la vez que empieza a formar parte de la red que se empieza a tejer como comunidad educativa con las otras familias y equipo del centro.

Tiempo:

El tiempo es nuestro aliado, hay que darnos tiempo: Para las familias y para los niños. Pero hay que dar el tiempo justo. Una adaptación demasiado corta puede acabar muy larga y una adaptación prolongada sin ninguna finalidad, puede afectar el desarrollo global del niño. Por lo tanto hace falta precisión y rigurosidad en el tiempo que damos a la adaptación de cada niño y su familia.

Emociones, sentimientos, escucha, empatía...:

Y todo se hace desde la empatía hacia las familias y hacia los niños, con un trato único a cada situación, niño y familia. Con una mirada totalmente individualizada. Cada situación familiar, la manera de vivirlo el padre y/o la madre, de mostrarse cada niño, nos determinan nuestra actuación, nuestras propuestas porque este proceso sea lo más positivo posible, se viva con ilusión y acontezca experiencia positiva.

Durante la jornada de puertas abiertas, a la reunión de familias nuevas, al encuentro... ya hablamos y compartimos desazones, interrogantes... Pero es en el momento de la entrevista individual que hablamos con cada familia. Ellos y ellas, mejor que nadie conoce al niño. Ellos y ellas saben como se sienten ante esta nueva experiencia y es la maestra y el maestro, la que escucha sentimientos, emociones, expectativas... de la familia, es la que escucha como ve la familia su niño... La maestra y el maestro, observa, escucha, mira, percibe... Y con toda la información que recoge en aquel momento, ofrece y propone a la familia un horario y calendario de adaptación. Es pero, siempre, decisión de la familia lo como quiere enfocar la adaptación, y la última palabra la tiene siempre esta. La maestra y el maestro respetan siempre, sin juzgar, la decisión del padre y/o madre.

Y de aquí sale un primero horario y calendario para acompañar al niño y a su familia en la adaptación. Pero como que el niño y su familia son personas con emociones, sentimientos y creencias propias, este horario y calendario se revisa cada día y se modifica dependiendo de las respuestas que vayamos recibiendo de los niños y las familias en el día a día. Hay que ser flexibles, tolerantes y darnos tiempos.

Lo programamos?

Nuestras propuestas siempre son individualizadas y únicas para cada situación pero acostumbramos a hacer diferentes turnos de acogida a los niños y a sus familias. Si la ratio disminuye, la atención puede acontecer más individualizada y más intensa.

Los primeros días acostumbramos a acordar con la familia una estancia corta en la escuela, sin quedarse a comer ni a hacer la siesta. Un momento por la mañana corto... La familia decide si se quiere quedar con el niño o si quiere marchar unos minutos, fuera del aposento.

A medida que vayamos viendo respuestas positivas, vamos decidiendo con cada familia si alargamos el tiempo de estancia en la escuela. Y llega un día que el niño se queda a comer por primera vez y acontece toda una aventura! Es un momento intenso y cargado de sensaciones nuevas por él y por tanto, este primer día en que se queda a comer, la familia acostumbra a venirlo a buscar justo cuando ha acabado esta comida. Y poco a poco, lo vayamos alargando hasta que un día se queda a hacer la siesta y así sin casi darnos cuenta, el niño acaba haciendo toda la jornada escolar.
 

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