Imágenes vacías
oriol vilapuig
12.03.2022 – 02.10.2022
Comisario: Valentín Roma
Inauguración: viernes 11 de marzo, 19 h
Entrada libre. Aforo limitado
En el trabajo de Oriol Vilapuig (Sabadell, 1964) las imágenes son una suerte de poiesis, es decir, un detonante que produce sentido e invita a considerar no solo la posición del artista, sino también los posicionamientos de quienes se aproximan a ellas.
Antes que un archivo de fetiches rescatados desde lo histórico o desde el presente, las instantáneas que confecciona Vilapuig participan de una triple naturaleza: vienen de lugares extemporáneos y se encaminan hacia sitios ingobernables; andan con un pie en el apocalipsis y el otro en la apoteosis, y dicen mostrándose y se vacían para que las narremos.
Indisciplina, soberanía y desposesión. He aquí una propuesta para movernos entre imágenes, porque, si cada vez resulta más urgente una «ética» ante el relato visual, no es menos necesaria una «economía» sobre cómo repartimos lo sensible, de qué forma somos interpelados por eso que desborda los perímetros iconográficos del mundo.
La exposición se despliega a la manera de un conjunto de fugas tejidas entre sí. Ocho hilos argumentales —«Obertura», «Umbral», «Habitar y organizar», «Folies des hommes», «Otranto fanfarria», «Tiempo. Deseo. Tedio», «Repetir» y, por último, «La estancia fascinante»— van confeccionando una urdimbre que salta desde el fragmento hasta el anacronismo, desde lo impre(visto) hasta lo abrumador. De igual forma, los medios a través de los que se extiende esta sinfonía son múltiples y simultáneos: palabras convertidas en imagen, dibujos y grabados saltando a una tercera dimensión, fotos y coreografías, estudios corporales que desocupan el espacio, tapices y mapas que acogen la tachadura, retratos de las oquedades humanas o sonidos que provocan estremecimientos.
Si la pregunta sobre el significado de las imágenes arbitró —o aún arbitra— buena parte de las políticas de uso frente a lo visual, Imágenes vacías lanza ciertos interrogantes ideológicamente perturbadores. ¿Podemos relacionarnos con la imagen sin otorgarle ningún poder constitutivo, sin exigir que nos defina? ¿Es posible devolverle a la mirada su capacidad para leer una imagen sabiendo y desaprendiendo, con la memoria de sus mensajes y como si la viésemos por vez primera?