Discurso del alcalde en el marco del encuentro anual de periodistas

Jueves 29 de febrero de 2024
Disseny Hub Barcelona

Conferencia Alcalde “BCN 2035: La transformación del siglo”

Señores y señoras, 

Es un placer y un honor dirigirme a todos ustedes por primera vez en este formato que tiene una larga tradición, como decía el decano. Creo que es en el año 83, como ha comentado, que el alcalde Maragall inició esta tradición.

Quiero saludar la presencia, en primer lugar, y muy especialmente, de dos alcaldes; el alcalde Narcís Serra y el alcalde Xavier Trias: gracias por estar aquí. También la de los representantes de los grupos municipales, concejales, concejalas, tenientes de alcaldía, delegado del gobierno, jefe de la oposición, diputados, diputadas y colegiados y colegiadas que hoy nos acompañáis.

Como os decía, es para mí un honor dirigirme por primera vez en este nuevo formato que hemos querido estrenar y que esperamos que funcione bien, que sea dinámico y que permita el diálogo franco, abierto y transparente con los medios de comunicación, con los periodistas.

Aprovecho para decir que me sumo a la reflexión que ha hecho el decano sobre la importancia de tener un periodismo libre, un periodismo crítico, pero también, y sobre todo, un periodismo veraz, que responda a lo que pasa en nuestra sociedad y que, al fin y al cabo, es una de las garantías de nuestras libertades y de nuestro sistema democrático.

Hoy, además, es el aniversario del nacimiento de Carles Pi i Sunyer, alcalde de Barcelona. 

Aquí estamos, pues, en el DHUB, que es el centro neurálgico metropolitano que imaginó Ildefons Cerdà: la plaza de las Glòries. Aquí también convergen las tres grandes avenidas metropolitanas: la Diagonal, la Meridiana y la Gran Vía.

Así pues, unimos efemérides, fechas importantes y un lugar muy emblemático. Porque aquí también se firmó en su día un compromiso entre las fuerzas políticas y las entidades vecinales del entorno de Glòries, el compromiso de Glòries 2007, que finalmente este año habrá culminado en un proceso de transformación histórico.

Después de mucha reivindicación vecinal, de mucho trabajo político, de muchos recursos vertidos por el Ayuntamiento, por fin veremos zonas verdes, espacios infantiles, nuevas salidas de metro.

De hecho, ya les adelanto que este edificio formará parte de la parada de metro de Glòries; será un museo-estación de metro, después me referiré a ello, y esto pasará en el año 25, con la voluntad de unir equipamientos culturales y centros neurálgicos de la ciudad con el transporte público metropolitano por excelencia que es el metro.

Permitidme que empiece por deciros que soy un hombre feliz porque tengo el mejor trabajo del mundo en la mejor ciudad del mundo. Y supongo que se me nota porque, efectivamente, en estos 250 días que llevamos de trabajo, de mucho esfuerzo, de mucha dedicación, vemos los frutos, vemos cómo está respondiendo el conjunto de la ciudad, y eso nos da muchos ánimos.

Barcelona recupera el pulso después de años complicados desde el punto de vista político, desde el punto de vista de la crisis económica que tuvimos, de las crisis políticas, de la crisis energética y ahora, además, de la sequía y sus consecuencias que tendremos que afrontar.

Pero lo cierto es que estamos viviendo, estas mismas semanas, momentos muy especiales. Hemos vivido los salones de nuestra feria, cómo van a todo gas, con presencia muy numerosa de visitantes —ahora saldrá la cifra de más de 100.000 visitantes que tiene el Mobile—, pero sobre todo, y muy especialmente, el nivel de alta cualificación que han tenido los responsables de las empresas que han venido de todo el mundo a nuestra ciudad a tomar decisiones.

Hemos vivido una exposición histórica, como es la Miró-Picasso, hemos visto aquí mismo en el Poble Nou llenarse las calles de arte digital con el Llum Barcelona, hemos disfrutado de la literatura de misterio de la BCN Negra, hemos recibido noticias muy positivas sobre las que habíamos trabajado durante mucho tiempo, como es la venida de empresas punteras como AstraZeneca, que ocupará un edificio que hacía muchos años que parecía maldito, el edificio Estel en la avenida de Roma.

Es decir, en solo ocho semanas, hemos podido ver audiovisual, tecnología, arte en la calle, cultura, ciencia; el año en que además, somos la capital de la democracia en la Unión Europea, Barcelona.

Y un dato, importante también, y aprovecho para saludar a los alcaldes metropolitanos —yo también soy un alcalde metropolitano—, la alcaldesa de Hospitalet y el alcalde de Cornellà. Como os decía, un dato importante: Barcelona ha llegado a los 1,7 millones de habitantes en su padrón municipal, y esto también es un signo positivo después de unos años de caída de la población en nuestra ciudad. Y si además añadimos otro dato, que es que nuestro desempleo es del 6,1 %, el más bajo de España —por poneros un ejemplo, Madrid está en el 9 y pico, Málaga está en el 20 % de paro—, el momento es muy positivo. 

Para nosotros, la medida de la salud económica de una ciudad es cuántos puestos de trabajo creamos y de qué calidad. En los dos parámetros, en la cantidad de puestos de trabajo y en la calidad, Barcelona, Cataluña, lo logran. 

Por lo tanto, la conclusión es clara: dijimos que Barcelona volvería y Barcelona ha vuelto. Este ha sido nuestro compromiso desde el principio: hacer que vuelva Barcelona, y Barcelona vuelve.

Vuelve para compartir y vuelve también para competir. 

Y vuelve con un proyecto definido que ahora explicaré, que ahora detallaré. Tenemos proyecto, la Barcelona del 2035, y tenemos proyectos que desarrollan este horizonte del 2035. 

Mirad, lo comentábamos ahora, apenas entrando, cuando me preguntaban en la previa con los periodistas con los que luego dialogaré, qué es lo que más me preocupaba como alcalde. Y he hablado de temas que son quizás demasiado globales, demasiado abstractos, pero que impactan en la vida de la ciudad y a los cuales debemos dar respuesta como ciudad. 

Hemos hablado de la emergencia climática, de la sequía... Y también hemos hablado de la transición verde que debe ser justa y que debe suponer inversión pública para garantizar que se haga con garantías. Hemos hablado de la situación geopolítica, de este cambio geopolítico que se está produciendo en la zona Asia-Pacífico y Estados Unidos, hemos hablado de la guerra de Ucrania, hemos hablado de la ignominia de la guerra que en estos momentos se está produciendo de Israel contra el pueblo palestino... Y hemos hablado de cómo esto puede afectar a nuestro modelo de vida y a nuestros valores como europeos.

Rememorando un libro que a mí me influyó mucho, que fue El sueño europeo de Jeremy Rifkin, escrito por un norteamericano, donde explica las bondades del sistema europeo de convivencia y también del modelo de ciudades, Europa debe reaccionar. Europa debe reforzarse tecnológicamente, industrialmente, pero también ideológicamente defendiendo nuestros valores y nuestro modelo de vida.

Porque, efectivamente, todos estos retos —el cambio climático, el reto demográfico, la transición ecológica, los cambios tecnológicos— impactan en las ciudades. Pero, a la vez, es en las ciudades donde está la solución de estos retos. Lejos de pensar que las ciudades somos un problema, yo soy de los que creen todo lo contrario: que en las ciudades, en el hecho urbano, está justamente la solución de muchos de estos problemas y de estos retos que ahora tenemos como sociedad.

Así pues, cuando me han preguntado de forma espontánea qué me preocupa como alcalde, he empezado por aquí. Porque las guerras nos afectarán, porque el cambio climático nos afectará, porque la transición digital nos afectará, porque el reto demográfico, el envejecimiento, nos afectará, porque la crisis residencial que tenemos en estos momentos, producto también de una ciudad global como es Barcelona, ya nos está afectando.

Por lo tanto, la respuesta es ciudad. Más ciudad y más ciudades. Y más Barcelona para tener este futuro garantizado y para tener una ciudad habitable, de habitar, de vivir, que garantice nuestros proyectos de vida.

Decíamos hace un momento también, que este gobierno municipal ha arrancado hace relativamente poco, 250 días aproximadamente, con la tarea inmensa y apasionante que es gobernar una ciudad como Barcelona. Un gobierno que ha empezado bajo este titular tan llamativo, “La transformación histórica 2035”, pero un gobierno que sabe muy bien que la gran virtud de la política local es que empieza en el barrio, empieza en la calle de tu casa. “La escala humana”, que repetiré a menudo durante esta intervención. Porque nuestro primer compromiso, y mi primer compromiso como alcalde, es proteger y defender la escala humana de la ciudad de Barcelona.

La escala humana es la que hace la ciudad habitable, la que da respuesta a muchas de estas inquietudes y retos que tenemos. Hacerlo desde el diálogo, generando confianza al conjunto de la ciudad y gobernando bien. Y en estos 250 días, lo comentábamos también antes, a mí lo que me ha preocupado más y con lo que me he centrado mucho —después hablaré de acciones concretas—, ha sido en una idea que creo que es fundamental y que, hoy que tengo la oportunidad de dirigirme a todos vosotros, insistiré en ella, que es la necesidad de que Barcelona vuelva a creer en sí misma.

Que los barceloneses y las barcelonesas volvamos a creer en nuestra ciudad y en todo aquello que la ciudad puede aportar para resolver justamente estos retos y para garantizar su habitabilidad, y para garantizar que podamos desarrollar nuestros proyectos de vida. 

Que Barcelona vuelva a creer en sí misma. Por lo tanto, hago una apelación al patriotismo de ciudad. El patriotismo de ciudad es un estado de ánimo imprescindible para hacer que la ciudad aborde y afronte los retos con garantías.

Lluís Permanyer, uno de los cronistas por excelencia de nuestra ciudad, dice una frase que a mí siempre me gusta mucho repetir: “yo milito siempre por Barcelona”. Este militar por Barcelona es lo que he pedido a mis concejales y concejalas. Es lo que he pedido a los directivos y las directivas del Ayuntamiento. Es lo que pido a los líderes vecinales, sindicales, económicos, culturales, científicos, deportivos. Militad por Barcelona. Esta actitud es transformadora, este cambio de visión es transformador. Militad por Barcelona

Este gobierno, este alcalde, este ayuntamiento estará al lado de aquellos que quieran militar por Barcelona, porque Barcelona nos necesita a todos y a todas, porque Barcelona somos todos y todas. En definitiva, porque Barcelona tendrá a su lado un alcalde que escucha, que dialoga, que espolea, que lidera y que tiene la voluntad, no solo de liderar el Ayuntamiento, sino de liderar la ciudad. Militar por Barcelona.

Porque este cambio de actitud, fruto del diálogo y de la normalización institucional en la que estamos trabajando, es un signo de fortaleza de la ciudad. Es un signo de madurez política. Y es un signo de autoconfianza en nuestras propias posibilidades.

Hablar con todo el mundo, autoconfianza, militar por Barcelona y ponerse manos a la obra. Y eso es lo que hemos hecho también en estos 250 días de gobierno. Ponernos manos a la obra. 

En solo 250 días, permitidme que haga un breve balance: hemos activado 27 solares nuevos para hacer 1.700 viviendas de protección oficial, cedidos a la Generalitat, al INCASOL.

Hemos puesto en marcha el Pla Endreça, que nos está permitiendo tener un espacio público de calidad, limpio y seguro.

Hemos puesto en marcha medidas que se estaban preparando durante el mandato pasado, como es el plan Clima Escuela, para climatizar las 170 escuelas de primaria de Barcelona, desde ahora hasta el 2027, con el doble objetivo de combatir los efectos del cambio climático y garantizar las mejores condiciones a docentes y alumnado. 

Ayer mismo hicimos una reunión con las asociaciones de padres y madres de familias, donde les explicábamos cómo llevaríamos a cabo las obras este mismo verano para empezar la climatización de las escuelas a cargo del impuesto turístico. Una actuación que ninguna otra ciudad ha hecho todavía.

En estos 250 días hemos impulsado, desencallado, decidido la ampliación y construcción de once centros de asistencia primaria nuevos en la ciudad de Barcelona. En la Barceloneta hemos comprado un edificio, en Horta estamos desencallando el planeamiento urbanístico para tener la salud pública primaria que la ciudad merece y necesita.

Somos una ciudad con un paro solo del 6,1 %, un “solo” entre comillas porque mientras haya un solo parado hay un reto colectivo. Al mismo tiempo, somos la ciudad líder en la creación de empleo en los sectores con valores añadidos, en las economías de valor añadido: el tecnológico, el científico y el de la investigación.

En estos 250 días, la ciudadanía, no solo por la percepción que tenemos a pie de calle, sino por lo que ha dicho el propio barómetro municipal, lo ha valorado. Las cifras nunca pueden ser exactas en una encuesta, yo creo en ello relativamente, pero lo cierto es que lo ha valorado. La ciudadanía lo ha valorado, lo ha apreciado, lo aprueba. Y por lo tanto, lo que esperábamos de la ciudad se ha ido produciendo. 

Y hemos alcanzado grandes acuerdos. Somos un gobierno en minoría, se nos recuerda muy a menudo, nosotros somos muy conscientes de que somos un gobierno en minoría, pero a pesar de ser un gobierno en minoría hemos alcanzado acuerdos de ciudad.

Acuerdos muy importantes que yo quiero agradecer al conjunto de los grupos municipales. Porque por la experiencia que tenemos y por la experiencia que tengo, sé que cuando se trata de cosas de la ciudad que tiene sentido apoyar, pues todo el mundo se pone a ello. Hicimos el pacto del cubrimiento de la ronda de Dalt y ya hemos licitado la obra de cubrimiento de la segunda fase.

Hemos puesto en marcha y hemos acelerado las reformas de La Rambla, para acortar la ejecución. 

Desde el punto de vista de las reformas que tendremos que hacer en este mandato, hemos empezado ya un debate y un proceso participativo con respecto a la reforma de la ordenanza de convivencia y civismo, que hacía diez años que no se abordaba.

Estamos poniendo en marcha la reforma de la Carta Municipal de Barcelona, la última modificación es de hace una década. Hemos acordado con los grupos poner en marcha una comisión sobre simplificación administrativa en la administración, y otra sobre cómo combatir la multirreincidencia y la inseguridad que provoca en nuestras calles y plazas. Y también hemos puesto en marcha una comisión acordada con los grupos de la oposición sobre el uso social del catalán, especialmente entre los jóvenes y en las redes sociales. Y esto no se acaba aquí.

Podría seguir con todo un extenso conjunto de iniciativas políticas que, afortunadamente, han tenido el acuerdo del consenso de los grupos políticos de la oposición, pero no les quiero aburrir. 

Pero hablando de acuerdos, quiero celebrar hoy también especialmente el acuerdo de presupuestos que ha alcanzado el Partit dels Socialistes de Catalunya y el Gobierno de la Generalitat.

Quiero felicitar al presidente de la Generalitat en primer lugar, y quiero felicitar, también en primer lugar, a Salvador Illa como jefe de la oposición por haber hecho este ejercicio de responsabilidad con el país. Es una nueva muestra de su sentido útil y vocación de servicio, pensando en lo que interesa y lo que necesitan nuestros conciudadanos y conciudadanas, pensando en los municipios, porque los municipios también han hecho aportaciones que el PSC ha recogido. Es decir, una política dirigida y enfocada a solucionar las cosas, a mejorar la vida de la gente, en el caso de la ciudad de Barcelona, con un impacto de 650 millones de euros, en metro, en vivienda, en seguridad, en planta judicial.

Acuerdos, acuerdos, acuerdos. Como el acuerdo que estamos buscando, efectivamente se ha comentado también en la introducción, el presupuesto municipal del año 24, y que estoy convencido de que el 22 de marzo la ciudad de Barcelona tendrá. Porque no nos levantaremos de la mesa hasta que no tengamos un acuerdo.

Y dialogaremos hasta la extenuación para tener un acuerdo de presupuesto municipal del año 24. 

Las cifras hablan por sí solas: el presupuesto municipal del Ayuntamiento, 3.807 millones de euros, es la cifra más alta de la historia de un presupuesto público municipal. 438 millones dirigidos a políticas sociales, a las personas; 479 millones dedicados a los barrios, sobre todo al Plan de barrios, para el que aumentamos con un 30 % su dotación. Y una inversión acumulada, entre el Ayuntamiento y el conjunto de las empresas del grupo municipal, de casi 1.000 millones de euros en un año, entre los cuales también está la partida de vivienda, que aumenta un 7 %.

Es decir, un presupuesto a la altura del reto inmenso que tiene la ciudad de Barcelona y al servicio del progreso y de la prosperidad; al servicio de una transición verde justa y de una ciudad sostenible; al servicio de las necesidades en vivienda, en salud, en transporte y en regeneración y rehabilitación urbana. 

Creo que en estos tiempos de incertidumbres sociales y políticas, Barcelona debe enviar una señal inequívoca de certeza y de confianza: seremos la ciudad del Estado que más invertirá en términos absolutos y relativos. E invertimos porque tenemos muy presente cuáles son los retos de las personas y de los barrios de la ciudad.

Todos aprendimos una lección de la pandemia: la importancia que tiene el papel del sector público y la importancia que tiene la inversión pública, que permitió no solo combatir una situación nunca vivida, sino que, además, y el caso de Barcelona es un ejemplo, nos permitió salir fuertes económicamente, de una crisis que fue de un impacto social profundo.

En este sentido, quiero agradecer la responsabilidad y el apoyo que el grupo de Esquerra Republicana ha mostrado firmando el acuerdo presupuestario con el gobierno municipal. 

¿Qué es lo que expresa un presupuesto? Un presupuesto expresa prioridades. Un presupuesto expresa políticas. Un presupuesto es la materialización de lo que un gobierno y un ayuntamiento harán durante un periodo determinado.

Y ahora me quiero referir a uno de los temas que más preocupan y que es nuestra prioridad número uno: la vivienda. 

En primer lugar, celebrando que por fin tengamos una propuesta para la regulación de los precios del alquiler en todo el país. Seremos de las pocas ciudades que tiene la voluntad de aplicarla y que la aplicará. 

Una regulación de los precios del alquiler que potencialmente puede beneficiar a 200.000 familias en nuestra ciudad y que debe permitir, como mínimo, detener la subida de los precios del alquiler y reducir la media. Condición necesaria, pero no suficiente, para afrontar la crisis habitacional por la que pasamos.

Porque, efectivamente, deberemos poner aún más recursos públicos y privados en la construcción de oferta, en la ampliación de la vivienda pública de alquiler y, digamos, en dinamizar y dar confianza también a los inversores privados para que también inviertan en vivienda en el mercado libre.

Barcelona, en los planeamientos que ahora explicaremos, tiene un potencial de construcción de 70.000 viviendas en los próximos años, de las cuales la mitad serán protegidas. Por lo tanto, la idea de que no hay espacio para crecer ni para desarrollar, veréis que lo repetiremos en algunos de los pasajes de la intervención, no es cierta.

Barcelona puede crecer. Puede crecer en espacio económico, puede crecer en espacio público y puede crecer también en el parque de vivienda. Y este es el esfuerzo que yo os invito a que hagamos durante estos próximos años. 

Volviendo a la idea central de este punto en que está la ciudad, dejadme que os haga una referencia a un escritor norteamericano, David Foster Wallace, que fue un provocador intelectual, profesor universitario algo paradójico y escritor iconoclasta a la hora de plantear las cosas. A mí me gusta mucho una intervención suya en la ceremonia de graduación de Kenyon College:

Dice que había dos peces jóvenes que van nadando y se encuentran a un pez más viejo que nada en dirección contraria que los saluda con la cabeza y dice: “Buenos días, chicos, ¿qué tal está el agua?”.

Los dos peces jóvenes siguen nadando un poco más y, al final, uno mira al otro y pregunta: “¿Y qué diablos es el agua?”.

Os he querido contar esta historia porque hoy, en Barcelona, cuando nos preguntamos qué está pasando aquí enfrente mismo con la transformación de las Glòries o cuando se nos habla de la finalización de la estación de la Sagrera o de la nueva estación de Sants o de la transformación del litoral que estamos haciendo a raíz de la Copa América o de las grandes avenidas históricas que también se están transformando o del 22@ Norte o de la Mercedes... Pues eso es el agua. 

Es el contexto en el que está la ciudad en estos momentos. Y, seguramente porque lo hemos visto irrumpir en nuestra cotidianidad en los últimos meses y años, no somos conscientes de hasta qué punto Barcelona está viviendo una transformación equiparable a la de la Exposición de 1888, a la Exposición de 1929 o a los Juegos Olímpicos del 92.

Porque, amigos y amigas, Barcelona está inmersa en la transformación más importante de la primera mitad del siglo XXI. Y sin la necesidad de tener un gran hecho transformador que siempre había tenido; una exposición universal o unos juegos. 

Tenemos aquí a Narcís Serra, que fue quien plantó la semilla de lo que después sería la transformación de la ciudad olímpica. Barcelona hoy es su propio proyecto. Y debemos poner todas estas transformaciones justamente al servicio de dar respuesta a los retos de tener una ciudad habitable, de tener más transporte público, de tener más vivienda, de tener más suelo económico. Una transformación que marcará el siglo XXI en este horizonte 2035. 

Pongámoslo en datos. Es un poco pesado, esto de los datos, pero es inevitable que se tengan que dar.

En estos momentos, en la ciudad de Barcelona se está movilizando la inversión pública más importante desde los Juegos del 92. Más de 10.600 millones de euros del sector público. Al mismo tiempo, la superficie de la ciudad que se está transformando y que se transformará en los próximos años equivale a tres cuartas partes del distrito de L’Eixample. Esta es la magnitud. 

Ejes urbanos de Ciutat Vella, Montjuïc, economía del conocimiento, infraestructuras del transporte... Para que veáis la comparativa: los Juegos del 92 movilizaron, en términos actuales, el equivalente a 13.500 millones de euros sumando público y privado. Y nosotros, en estos momentos —Ayuntamiento, Generalitat y Estado—, tenemos proyectos en inversión por un valor, hasta 2035, de 10.600 millones de euros, sin contar la inversión privada todavía. 

Esta es la magnitud de la transformación en la que estamos ahora. El agua de los peces. Nos decimos, esto está pasando ahora, después de la salida de la pandemia. ¿Y cuáles son los vectores de transformación, cuáles son las líneas de transformación de este horizonte 2035?

Primero, infraestructuras de la movilidad sostenible. Metro, ferrocarriles, tranvía, puerto. No me extenderé porque sería demasiado larga la intervención, pero aquí estamos hablando de la línea 9, de la línea 10, de la línea 8, de las conexiones de los Ferrocarrils de la Generalitat, de las nuevas estaciones de la Sagrera y de Sants que van adelante. El AVE tiene que pasar ya por la Sagrera el año que viene. No parará todavía, pero ya pasará. En la Sagrera, crearemos el parque verde más grande de toda Barcelona. Y el desarrollo urbano de toda un área que religará los distritos de Sant Martí y de Sant Andreu, accesos al puerto, etc.

Segundo vector de esta transformación del 2035: áreas de crecimiento de la economía local. Fira Montjuïc-Gran Vía, que ya se han licitado las obras; 22@ Norte, que está en pleno desarrollo; área de la Sagrera y del Besòs, la Mercedes, los polígonos del Besòs, Zona Franca y la Marina. Todas estas son zonas de crecimiento y aterrizaje de inversiones y de la creación de espacios económicos, desde el sector tecnológico hasta la industria urbana, que se puede situar en el ámbito del Besòs.

Todos estos espacios de transformación van acompañados siempre de la construcción, de la previsión y del planeamiento de viviendas, de hacer ciudad. No estamos hablando solo de polígonos económicos. Algunas lecciones hemos aprendido de la historia reciente de nuestra ciudad: hay que combinar usos, hace falta que haya vivienda, que haya zonas verdes, que haya comercio, que haya equipamientos públicos. En definitiva, hacer ciudad, crear ciudadanía.

Tercer actor de transformación, el talento y la ciencia. Actualmente están mostrando una fuerza y una capacidad primordial de atraer inversiones y talento. Yo creo que el ejemplo más claro es la Ciutadella del Conocimiento. Hablamos de la que será la concentración de talento científico más importante del sur de Europa, con 2.000 investigadores. Y lo hacemos con una gran alianza. Tres universidades (UAB, UPF, UB), dos fundaciones (BIST y Fundación Pasqual Maragall), el CSIC, el PRBB, el Departamento de Investigación y Universidades de la Generalitat, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y el Ayuntamiento de Barcelona.

Ya tenemos dos piezas: el Invernadero y el Museo Martorell. Y la tercera, el complejo de investigación del Mercat del Peix que estará operativo en 2027. Y les anuncio que al final de este mandato habremos rehabilitado el Umbráculo y el edificio de los Tres Dragones. 

Sumamos, pues, capacidad para generar conocimiento e investigación, y también inversiones de empresas vinculadas al ámbito científico.

Cuarto vector de transformación, la salud. La salud también se está mostrando como un ámbito muy potente. Ya tenemos desbloqueada la construcción del Hospital Clínic, que tiene que hacer un recorrido largo, sin duda, pero que ya empieza su andadura. Tenemos en marcha las ampliaciones de los hospitales públicos de la ciudad: Hospital del Mar, Vall d'Hebron, Sant Pau. Esta apuesta conlleva, a la vez, el nacimiento y la atracción de inversiones de hubs y de empresas vinculadas al sector “health”, a la biotecnología, etc. 

Quinto vector de la transformación, el deporte. Vinculado directamente a nuestro ADN barcelonés. La Copa América de este año será un evento que dejará un legado económico, deportivo y social. También en términos de transformación: el Puerto Olímpico dedicado a la economía azul empezará a funcionar ya a partir de julio; y todo el litoral, desde la Mar Bella hasta la zona del Fòrum, también vive una transformación con el llamado “Pabellón Azul”, 2,5 km para la práctica deportiva. 

Estamos haciendo realidad la nueva apertura de Barcelona al mar. 

Sexto vector de transformación, la cultura. La cultura también es una forma de promover la transformación de la ciudad. Por fin tenemos en marcha la ansiada Biblioteca Provincial de la estación de Francia; y llegaremos a las 45 bibliotecas públicas que al principio de la democracia se plantearon nuestros predecesores para hacer accesible la cultura. Y también tenemos un gran proyecto que no queda estrictamente en el término municipal de Barcelona, pero que es un proyecto metropolitano barcelonés, como es el de las Tres Chimeneas con su hub audiovisual.

Todo esto debería ir conectado con transporte público, sobre todo con el metro. Y regreso aquí al DHUB. Por eso decidimos que el hall de este edificio será una de las entradas de la estación de las Glòries. Se convertirá en un gran museo-parada de metro o un centro cultural-parada de metro; si todo va bien, y según me han confirmado los compañeros de Urbanismo y de Infraestructuras, ya para el año siguiente.

Por lo tanto, creo que es el momento también de levantar la mirada y tomar conciencia del momento en que vivimos. Tal como decía Ortega y Gasset con una frase que me gusta recordar: “Solo cabe progresar cuando se piensa en grande. Solo es posible avanzar cuando se mira lejos”.

Y yo invito al conjunto de la ciudad a mirar lejos y a pensar en grande de nuevo. Sin olvidar la escala humana, la escala local, pero con toda la ambición para que Barcelona sea ejemplo de cómo ganar el reto del cambio climático y reducir las desigualdades.

El proyecto Barcelona 2035 es construir una Barcelona habitable, una Barcelona próspera económicamente, una Barcelona sostenible, una Barcelona culta y una Barcelona sana para todo el mundo. Esta es la invitación que hacemos. 

Estas son las grandes palabras, las grandes metas. Pero ahora quiero volver al presupuesto y quiero hablar de la escala humana para ir terminando.

Complementariamente a esto, el Ayuntamiento continuará haciendo de ayuntamiento. Continuará con su Plan de inversiones, que en este mandato 2023-2027 ascenderá a 2.800 millones de euros, un 30 % más que en el mandato anterior. Porque somos un Ayuntamiento que quiere impulsar, que no quiere frenar. Somos un Ayuntamiento que invierte, somos un Ayuntamiento que dialoga, que no impone. Somos un Ayuntamiento que acuerda, que pacta, que quizás por eso a veces iremos un poco más lentos, pero seguro que llegaremos mucho más lejos. Porque somos un Ayuntamiento y un alcalde que colaboran con aquellos que quieran hacer ciudad con nosotros: entidades, públicos, privados... Un Ayuntamiento que escucha activamente, sin prejuicios y sin dogmatismos, que une, no que separa, y que tiene un proyecto para toda la ciudad y para todos los barceloneses y barcelonesas, para todos aquellos que tenemos proyectos de vida o de trabajo en nuestra ciudad. Y por eso el Ayuntamiento y el alcalde os dicen: hagámoslo, y hagámoslo juntos.

Porque a lo largo de la historia reciente, cuando el Ayuntamiento y el alcalde han hecho apuestas y han liderado proyectos, la ciudad ha respondido. Y yo estoy convencido de que esta vez también será así. 

Esto quiere decir que tenemos que hablar de grandes infraestructuras, pero también impulsaremos proyectos caracterizados por la escala humana que antes comentaba.

Tenemos un objetivo: la mejora urbana debe llegar a todos los rincones de todos los barrios. Los barrios y los equipamientos de proximidad como máxima prioridad. Es un Plan de inversiones que apuesta por el espacio público, la vivienda y la sostenibilidad, y esto se traduce, en primer lugar, en una apuesta prioritaria para la descarbonización y el verde.

Crearemos nuevos espacios verdes en toda la ciudad: recuperaremos espacios en desuso equivalentes a 32 interiores de manzanas de L’Eixample.

Y también electrificamos la movilidad: queremos llegar a los 3.000 puntos de recarga.

Y sumaremos la transformación de la Meridiana hasta Fabra i Puig, la reforma de la calle de Balmes y del paseo de la Mar Bella, desde la Mar Bella al Fòrum. Pero también las cuatro bibliotecas que nos faltan para terminar el Plan de bibliotecas, los seis centros deportivos para los barrios, las tres nuevas guarderías o los cuatro mercados municipales que estamos reformando o haremos nuevos durante este mandato. Todo esto también es parte esencial de la Barcelona del 2035. 

Por lo tanto, esta transformación del siglo tiene su impacto directo en la cotidianidad de nuestros vecinos y vecinas. 

Reflexión final, he puesto aquí, reflexión final. No podía dejar de hacer esta reflexión sin hablar del futuro metropolitano, del reto metropolitano. 

Se vislumbra ya un área metropolitana, una región metropolitana sin periferias. Una ciudad metropolitana con nuevas centralidades, fundamentada en una nueva forma de construir y de hacer ciudad: haciendo del conocimiento, de la ciencia, del transporte público, los motores de transformación urbana y social del futuro. Como apunta el geógrafo José Antonio Donaire, cada cincuenta años hay un cambio en el modelo de pensar y de construir las ciudades.

En los años setenta, en plena crisis del petróleo, Barcelona aprobó su Plan General Metropolitano, 1974. Hoy, en el año 2024, en plena crisis climática, Barcelona y los municipios metropolitanos que formamos parte del Área tenemos la gran oportunidad de definir nuestro futuro con un nuevo paradigma urbano, que será el Plan Director Urbanístico Metropolitano, más conocido como PDUM. Un Plan que ya ha empezado su andadura y a hacer su proceso de debate entre los municipios.

Y, por lo tanto, esta transformación que estamos abordando de cara al 2035 sienta las bases para el siguiente paso, que es el salto metropolitano. Yo soy de los que cree que la perspectiva y el horizonte debe ser la Barcelona de los 5 millones de habitantes.

¿Por qué? Porque es lo que da la escala para ser el mundo, es lo que nos da la escala para resolver problemas como el de la vivienda, es la escala que necesitamos para estructurar el transporte público, sobre todo el ferroviario, y es la ambición que creo que tenemos que apuntar desde el punto de vista de la articulación de nuestra realidad y de los problemas que podemos resolver juntos. 

Siempre digo que no debemos poner el carro delante de los bueyes, sino que debemos hablar primero de modelo. Y efectivamente, tenemos una realidad tangible que funciona y que funciona muy bien, que es el área metropolitana y que tiene este PDUM. Pero debemos mirar más allá y debemos mirar más a medio plazo con la ciudad, con la Barcelona real, que será la Barcelona de los 5 millones de habitantes.

Y regresamos aquí, a la plaza de las Glòries. Si cogéis este mapa de esta realidad metropolitana, veréis que aquí, en la plaza de las Glòries, estamos en el centro físico, geográfico, de esta área metropolitana. Con las avenidas metropolitanas, de las que ya tendremos ocasión de hablar en el futuro, la Diagonal, la Meridiana, la Gran Vía. Y el transporte público, sobre todo el ferroviario, como gran articulador.

Por lo tanto, amigos y amigas, creo que tenemos que hacer el esfuerzo de no perder más tiempo. Ya hemos perdido bastante por las crisis económicas, por la inestabilidad política, por muchos motivos. No podemos permitirnos volver a perder más oportunidades como ciudad. Hemos visto lo que supone, por ejemplo, en el ámbito de la sequía, que creo que es bien tangible en estos momentos, y muy grave, y muy preocupante. Ahora vemos las consecuencias de no haber hecho las inversiones que necesitaba la ciudad y el país para afrontar una situación como la que estamos viviendo ahora.

No busco culpables, simplemente intento aprender o que aprendamos la lección. Aprendamos la lección de las cosas que debe hacer la ciudad y que debe hacer el área metropolitana y que debe hacer el país para afrontar los retos que vendrán más adelante con garantías, y hacer de la ciudad un lugar habitable, un lugar mejor, un lugar del que estar orgullosos y orgullosas. 

Gracias por vuestra presencia. Gracias.

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