Autonomía, como la definimos en la escuela y cómo se trabaja

La autonomía es la capacidad que tiene el individuo para hacer las cosas por sí mismo. Se entiende que forma parte de un proceso madurativo, donde desde un principio es el adulto quien acompaña al/la niño/a a tener cubiertas todas sus necesidades, paulatinamente este va tomando distancia y comienza a realizar acciones por sí mismo. El respeto en los diferentes ritmos y la presencia del adulto hará que pueda adquirir seguridad.
El currículo de la etapa de infantil nos marca que el fomento y la conquista de la autonomía es una de las capacidades que el niño deberá ir alcanzando a lo largo de la etapa. Por lo que, no es insubstancial cuando decimos que es esencial tomar conciencia e ir acompañando a los niños a conquistarla.
 
La autonomía aporta la mayor satisfacción que puede tener un ser humano, hacer las cosas por uno mismo. Aportando, no sólo un aprendizaje, sino unos valores que le acompañarán de por vida. Al mismo tiempo, hay que decir que como proceso, hay que respetar las necesidades del niño en cada momento, habrá días que necesitará más acompañamiento que otros, en los que rechazará la ayuda del adulto, todo ello favorece a que la niño pueda afrontar las diferentes situaciones y vaya adquiriendo recursos para hacer frente a la vida fuera del vientre materno.
 
En las edades tempranas hablamos de conquista de la autonomía, es decir, el/la  niño/a al tiempo que madura puede ir asumiéndola teniendo en cuenta su ritmo. Esta puede ser tanto física, emocional, cognitiva como social. Un niño está conquistando la autonomía cuando comienza a hacer los primeros movimientos por si mismo, cuando juega coge un objeto y se lo pone en la boca o cuando se separa del adulto.
 
En definitiva, la autonomía es uno de los grandes objetivos que nos planteamos y que los niños van desarrollando durante su estancia en La Llar. Siempre desde el respeto, el amor y la observación de sus avances.
 
 

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