El día a día en la escuela ofrece muchas oportunidades de juego y descubrimiento, y además, se tejen las primeras relaciones más allá del ámbito familiar.
El aula es el primer y más importante ambiente educativo de la escuela, pero no el único.
La estancia de referencia tiene la función de dar seguridad, pero una vez los niños van reafirmando su identidad y se van sintiendo más seguros y confiados, se ven capaces de ir descubriendo otros espacios próximos.
El patio de la escuela está pensado para ser una prolongación del aula, un lugar conocido y seguro donde seguir investigando, explorando, relacionándose, jugando… Por este motivo, es importante crear los escenarios adecuados para que todas estas experiencias se den y el patio acontezca un lugar donde lograr pequeños retos motrices, a través del movimiento libre, y también la oportunidad de explorar, observar, tocar, oler y sentir.
Los adultos tenemos que preparar los espacios y materiales del patio de forma que se puedan satisfacer todas las necesidades de juego y descubrimiento de los niños.
El exterior tiene unas particularidades que valoramos mucho por los beneficios que nos aportan a todas las personas que habitamos la escuela: fuera podemos sentir el paso de las estaciones (el color del cielo, el calor del sol, la temperatura), los ruidos de la calle, los pájaros, etc.
En el patio los niños se reencuentran con los compañeros de su grupo paralelo, con quien comparten la acogida, y otros momentos a lo largo del día. Porqué salir al exterior es también un momento de reencuentro.