La música es insustituible en el desarrollo de los niños para que incida de una manera natural en los aspectos motores, cognitivos y emocional. Cualquier actividad de los bebés, aparentemente sólo motriz o sensorial, tiene siempre una vertiente emocional e intelectual, así como cualquier hecho de tipo afectivo repercute en el pensamiento y en la motricidad.
Las canciones, los mimos y juegos de falda se pueden considerar las primeras manifestaciones lúdicas que las madres y los padres pueden compartir con sus hijos e hijas, y constituyen un punto de partida privilegiado en la educación infantil, a través de ellos del que los niños y niñas pueden iniciar el descubrimiento de su cuerpo, del lenguaje oral, de la danza, del ritmo, del movimiento, de la música, aprende a sentir, a percibir y, poco a poco, a expresarse.
A partir de un año, los niños comienzan una etapa en la que ganan autonomía día a día y pueden manifestar cada vez con más claridad lo que sienten y lo que quieren. En esta edad, a través de los juegos bailados, las canciones y la música podemos profundizar en todos los aspectos de concentración y expresión: atención a una música, a unos movimientos, en una secuencia ordenada, en un texto, un vocabulario, un final siempre cambiante.
A través del repertorio de canciones, juegos de falda, mimos y de la manipulación de instrumentos (pequeña percusión y juguetes de sonido) que aprenderemos en estas sesiones, los niños y niñas recibirán una estimulación afectiva única a través de la voz y el contacto con el cuerpo de sus padres.
A los dos años, la capacidad de cantar cantarelles y pequeñas canciones potencia y acelera enormemente el proceso de articulación del habla; un proceso que en los niños de tres años pasa por una construcción lingüística cada vez más compleja en la que otra vez la canción tiene un papel relevante, porque enriquece el vocabulario, contribuye a fijar la memoria y amplía las posibilidades expresivas y comunicativas tanto de los niños como de los adultos.
También en estas edades, la psicomotricidad fina va siendo cada vez más precisa, y los niños y niñas ganan más en autonomía, tanto en la práctica instrumental a partir de acompañamientos sencillos, como en el movimiento.
Así pues, a partir de los dos años y a lo largo también de los tres, irán alcanzando gradualmente un mayor protagonismo en la práctica musical. Y a través del repertorio de canciones, de juegos y danzas organizadas de manera colectiva, pequeños y mayores podremos disfrutar de hacer música juntos, sin dejar de profundizar en la relación afectiva entre adulto y niño, pero favoreciendo también la relación de grupo.
Objetivos:
- Vivir la música desde muy pequeños.
- Interrelacionar el lenguaje musical con otros lenguajes.
- Favorecer en los bebés el componente lúdico en la actividad musical.
- Favorecer el proceso de autonomía y socialización del niño a través de las canciones, juegos bailados y danzas.
- Ofrecer recursos y estrategias metodológicas a los padres y madres, para transmitir conocimientos musicales, vivos y adecuados a las necesidades y capacidades de los niños.
- Dotar a los padres y madres participantes de los recursos teórico - práctico y de un repertorio básico necesarios para llevar a cabo un programa de música en los niños.
- Conocimiento y manipulación de instrumentos de percusión pequeña.
Contenidos:
- Mimos
- Juegos de falda
- Canción
- Juegos bailados
- Audición
- El sonido y su producción (juguetes de sonido, instrumentos)
- Captación de estados afectivos provocados por la música