Una fábrica a finales del s. XIX
Una apuesta por la seda
Crecimiento y crisis del textil
La fábrica se traslada
La Sedeta
La Sedeta es un ejemplo de arquitectura industrial de principios del siglo XX, pero también del poder y las posibilidades del movimiento vecinal en la Barcelona de los años setenta. Era una antigua fábrica textil, edificada hacia el 1900, que se convirtió, gracias a la lucha de las vecinas y los vecinos del Camp d'en Grassot, en un gran motor de dinamización de la vida en el barrio y el distrito, uno de aquellos espacios donde se teje el futuro de la ciudad.
Acceso al recinto fabril de La Sedeta. Fondo fotográfico: Hermanas Soms Aparicio. 1944
A finales del siglo XIX se creó la fábrica Pujol y Casacuberta Sociedad en Comandita, que tenía su sede empresarial en la calle Ausiàs March, número 37 y estaba dedicada a la fabricación de tejidos de lana y de algodón.
En 1900 la sociedad Pujol y Casacuberta amplió sus instalaciones textiles del Poblenou (situadas en la calle del Dos de maig) y adquirió un gran solar situado en el límite fronterizo entre los barrios de Camp d’en Grassot, del antiguo término de Gracia, y de Poblet, del antiguo término de Sant Martí de Provençals. Primero levantaron el edificio correspondiente al chaflán de la calle de la Industria (entrada y salida de la fábrica); después construyeron la primera nave de la calle de Sicilia, y progresivamente añadieron varias naves que cerraban el solar en las fachadas de las calles de la Industria y de San Antoni María Claret y al pasaje Llavallol. En 1942 despegó la nave de la calle de la Industria para añadir una planta más.
En 1900 la sociedad Pujol y Casacuberta amplió sus instalaciones textiles del Poblenou (situadas en la calle del Dos de maig) y adquirió un gran solar situado en el límite fronterizo entre los barrios de Camp d’en Grassot, del antiguo término de Gracia, y de Poblet, del antiguo término de Sant Martí de Provençals. Primero levantaron el edificio correspondiente al chaflán de la calle de la Industria (entrada y salida de la fábrica); después construyeron la primera nave de la calle de Sicilia, y progresivamente añadieron varias naves que cerraban el solar en las fachadas de las calles de la Industria y de San Antoni María Claret y al pasaje Llavallol. En 1942 despegó la nave de la calle de la Industria para añadir una planta más.
El conjunto industrial de Pujol y Casacuberta se dedicó desde el inicio a la hilatura, el tejido y el teñido del algodón y la lana. En 1919 se añadieron a los telares de lana y algodón, doce máquinas más de hilar seda (artificial y natural) y éste pasó a ser uno de sus productos principales. De hecho, fue el trabajo con la seda lo que marcó la diferencia respecto a otros conjuntos textiles de Gracia y, al mismo tiempo, lo que marcó el futuro y le permitió crecer. Según consta en las publicaciones de la época, al final de los años veinte entraron a trabajar aproximadamente seiscientos trabajadores. En aquella época, la empresa ya era conocida popularmente con el nombre de “La Sedeta”.
La Sedeta se consolidó como fábrica textil durante las primeras décadas del siglo XX y se aprovechó del parón que sufrió el textil europeo durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Apenas terminada esta guerra, Salvador Casacuberta adquirió máquinas procedentes de Europa (sobre todo de Alemania) y remodeló parte de la maquinaria de la fábrica, lo que provocó la marcha del otro propietario, el señor Pujol, que no estaba de acuerdo con esta adquisición.
En el año 1927, la plantilla de La Sedeta ya era de más de un millar de trabajadores, que cubrían el funcionamiento de la fábrica durante casi 24 horas al día, de lunes a sábado, para poder responder a la elevada demanda de tejidos. El crecimiento de La Sedeta continuó durante los primeros años de la década de los treinta y coincidió con el desarrollo de la sedería en Cataluña, vinculado a la producción creciente de tejidos de mezcla, donde el hilo de seda se mezclaba con el de algodón y el de lana.
Grupo de trabajadoras y trabajadores de la Fábrica Salvador Casacuberta con algunos de sus familiares dentro del recinto de la fábrica, con motivo de haber ganado un premio de la lotería el 9 de mayo de 1933. Fondo fotográfico: Josefa Nonell. 9 de mayo de 1933
Terminada la Guerra Civil, La Sedeta fue recuperando el ritmo poco a poco. Afortunadamente, la fábrica y, en especial, la maquinaria, no habían quedado muy dañadas. Su propietario, Salvador Casacuberta, recuperó la gestión absoluta de la fábrica, pero, con su muerte en 1939, la propiedad pasó a manos de su hermana, Josefa Casacuberta. En 1944, la empresa se convierte en Manufacturas Textiles Casacuberta, SA, y mantiene el despacho en el Ensanche textil barcelonés, concretamente en la calle Ausiàs March, 37. La plantilla de trabajadoras y trabajadores se fue ampliando progresivamente, a medida que la electricidad y el carbón se liberaban de las restricciones de la posguerra, lo que favoreció que la fábrica emprendiera un periodo de fuerte expansión.
La Guerra Civil Española (1936-1939) supuso una fuerte reducción del ritmo productivo de La Sedeta y una reducción drástica de la plantilla. Se trabajaban muchas menos horas, la mayor parte de los hombres estaban en el frente y, además, la electricidad y el carbón escaseaban. Además, la producción de La Sedeta se especializó en tejidos militares. Todavía hoy, antiguas trabajadoras de la fábrica evocan los capotes o el tejido para hacer los paracaídas, entre otros elementos de la indumentaria militar. Durante la guerra, La Sedeta fue colectivizada. La sirena, que cotidianamente marcaba el principio y el final de cada turno de trabajo, también se utilizó para avisar a la población de los bombardeos y, posteriormente, como señal de inicio y final de la jornada escolar.
Funeral de Salvador Casacuberta Vinyals, muerto el 5 de agosto de 1939, celebrado en la iglesia de la Concepción. Fondo fotográfico: Ángel Tomás. Agosto de 1939
En la segunda mitad del siglo XX, los turnos de trabajo se reducen a ocho horas y se mejoran las condiciones laborales. Los sueldos suben lentamente y la propiedad condiciona diversos espacios dentro de la fábrica: enfermería, comedores y duchas para mujeres y hombres. Aun así, la plantilla de La Sedeta no se mantiene ajena a los brotes reivindicativos de la clase obrera barcelonesa y una gran parte participó en la huelga de 1952
Durante la década de los sesenta comienzan a producirse cambios estructurales en la industria textil en general, que también afectarán La Sedeta. Los cambios frecuentes en la demanda de nuevos tejidos y el protagonismo creciente de las modas provocaron un ciclo de producto cada vez más corto. No todas las grandes empresas, tales como La Sedeta, tenían una estructura adecuada para acomodarse a esta nueva realidad. Así, al final de los sesenta, La Sedeta había perdido casi dos tercios de su plantilla.
La producción de La Sedeta se mantuvo hasta la década de los setenta, pero durante los últimos meses la fábrica ya sólo funcionaba como almacén, hasta que cerró definitivamente en 1975. La propiedad decidió trasladar la producción a San Vicenç de Castellet (Bages), dada la crisis del sector y también el incremento de quejas vecinales por el ruido de los telares. La mayor parte de trabajadoras y trabajadores de La Sedeta fueron despedidos porque no quisieron trasladarse al Bages (solo acudieron algunos). Algunos años después, en 1984, la empresa de San Vicenç de Castellet cerró definitivamente.
Durante la década de los setenta, Barcelona, como ciudad, comenzaba a echar de su término municipal a las grandes fábricas, debido a los graves problemas de tráfico y de contaminación ambiental que provocaban y también por la demanda creciente de suelo para destinarlo a viviendas.