Telares

La vida en la fábrica

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Planta Baja

Planta Baja
Telar Diederichs situado en la planta baja del edificio. <span>Fondo fotográfico: Hermanas Soms Aparicio. 1944</span>
Telar Diederichs situado en la planta baja del edificio. Fondo fotográfico: Hermanas Soms Aparicio. 1944
La sección de telares se ubicaba fundamentalmente en la planta baja de los edificios de la calle de Sicilia y de la Industria. Durante la primera mitad del siglo XX, los telares eran máquinas grandes, muy pesadas, ruidosas y muy sucias. Había tipos diferentes de telares mecánicos: los de garrote, los de espada, los de pico y pico, y de diferentes marcas: Diederichs, Rüti, Saurer, Galileo, Mas, etcétera. A medida que avanzaba el siglo XX, los telares se convirtieron en máquinas más ligeras, silenciosas, limpias y especialmente rápidas, lo que aumentaba considerablemente la producción de tejido y reducía la necesidad de que las tejedoras los hicieran funcionar.
En los telares trabajaban mujeres, las tejedoras, que eran las trabajadoras que mejor sueldo tenían: cobraban según la cantidad de metros de tela tejida.
A lo largo de su historia, La Sedeta produjo una gran variedad de tejidos: la seda natural cruda o shantung, la seda artificial, el georgette, el crep satén, el crespón, el popelín, la lana, el terciopelo, el tergal, la guata, etcétera. Su especialidad era la seda artificial, que la convirtió en una de las primeras fábricas exportadoras de todo el país.
Conjunto de telares en la planta baja de la fábrica Salvador Casacuberta. <span>Fondo fotográfico: Hermanas Soms Aparicio. 1944</span>
Conjunto de telares en la planta baja de la fábrica Salvador Casacuberta. Fondo fotográfico: Hermanas Soms Aparicio. 1944
Lanzadera de madera vacía y lanzadera de madera con canilla. <span>Fondo fotográfico: Centro Cívico. año 2017</span>
Lanzadera de madera vacía y lanzadera de madera con canilla. Fondo fotográfico: Centro Cívico. año 2017
Durante la dictadura, las trabajadoras de la fábrica decidieron hacer huelgas para conseguir mejoras laborales. Una de estas huelgas fue impedir un cambio de horarios que se quería imponer, y que no permitía que algunas trabajadoras que vivían lejos de la fábrica pudieran volver a casa en tranvía una vez acabada la jornada laboral.