Preguntas frecuentes Salud

Mirar pornografía no es malo, pero debemos saber qué estamos mirando.

La pornografía es ficción y no podemos pensar que el sexo es cómo lo muestran.

En el porno “mainstream” normalmente no vemos preservativos, comunicación, pelo público, diversidad corporal ni sexual… En cambio, a menudo vemos violencia, dureza, sexo de mucha duración y con unos patrones normativos rígidos y centrados en la genitalidad.

Pensar que este tipo de pornografía representa las sexualidades puede hacernos sentir inseguras con nuestro cuerpo, con nuestra sexualidad, y generar dinámicas violentas y rígidas en nuestras relaciones sexuales, además de limitarnos a la hora de sentir placer y descubrir lo que nos gusta.

Existen muchas formas de buscar excitación como el postporno, la novela erótica, nuestra imaginación o, simplemente, de manera sensorial, experimentando con nuestro cuerpo.

Si quieres más información al respecto, puedes visitar el Centro Joven de Atención a las Sexualidades o acercarte al Punto infoJOVE de tu distrito.

La virginidad es un concepto socialmente construido para controlar la sexualidad de las mujeres. Si pensamos en qué debe pasar para que una persona “pierda la virginidad”, la mayoría de personas pensamos en coito, penetración pene-vagina… (heteronormatividad). Por tanto, este concepto genera un imaginario en el que lo que no es penetración pene- vagina, no es sexo. Estos imaginarios nos limitan, nos controlan, y generan miedo y/o presión.

Cuando tenemos relaciones sexuales no perdemos nada, sino que ganemos experiencias.

¿Y el himen? El himen o corona vaginal es un tejido mucoso que se encuentra en la entrada de la vagina. Su forma es distinta en cada cuerpo. Cuando la vagina se abre y se dilata, también lo hace el himen. La idea de que el himen se rompe en la primera penetración, aparte de ser falso, también genera la idea de que la “primera vez” duele y ha sangrado. Esta idea es errónea y normaliza la violencia hacia las mujeres y la poca importancia que se le da a su placer.

El sexo no debe hacer daño, y si lo hace, puede que sea porque no queremos hacer sexo, estamos nerviosas y tensas, falta lubricación, entre otros.

Información extraída de la Guía Sexualidades y Adolescencias LGTBI+ de SexUs.

TRANS y CIS (como contraposición) no son géneros, pero tienen que ver con la identidad de género de las personas. Estos conceptos nos sirven para nombrar cuando las personas se definen con el género que se les asignó o no al nacimiento. Por tanto, nos permite señalar cuando una persona tiene el privilegio de encajar en la "norma de género" y cuando alguien puede sufrir opresión por no identificarse con el género que se le asignó cuando nació.

El concepto TRANS* (con el asterisco) se usa como categoría paraguas que engloba todas aquellas expresiones e identidades de género no normativas. Incluye a personas transexuales, transgénero, travestis, no binarias, y otras variaciones del género. Hay personas dentro del colectivo TRANS que sienten necesario o tienen el deseo de realizar modificaciones corporales en el proceso de transición a partir de un tratamiento hormonal o procedimientos quirúrgicos, y otras que no. Todos los procesos son válidos.

Si quieres más información sobre cómo transitar, existe la Unidad de Tránsito en el CAP Numància de Barcelona. También encontrarás un amplio catálogo de servicios (psicológico, jurídico…) en el Centro LGTBI de Barcelona.

Información extraída de la Guía Sexualidades y Adolescencias LGTBI+ de SexUs.

El condón es un método barrera, porque nos protege los genitales al contacto directo con otras mucosas y, por tanto, impide que haya riesgo de contagio de una ITS. Sin embargo, también impide el paso del esperma (en relaciones pene-vagina) impidiendo así el riesgo de embarazo no deseado, o alteraciones en la flora vaginal.

¿Por qué se rompe un condón? Cuesta mucho que se rompa un condón, pero no es imposible. Normalmente, el condón se rompe porque lo hemos puesto mal, lo hemos roto al abrirlo con las uñas o dientes, lo hemos guardado en un lugar donde se ha estropeado (cartera, neceser…), hemos utilizado dos a la vez, no hemos utilizado lubricante a base de agua, o porque está caducado.

Cuando se rompe un condón existe, pues, un riesgo de contagio de ITS y cuando esto sucede podemos acudir al Centro de Atención Primaria (CAP), al Servicio de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva o al Centro Joven de Atención a las Sexualidades para realizarnos las pruebas de detección de ITS.

Sin embargo, puede que los síntomas o la aparición de la infección aparezca de forma tardía, por lo tanto, se recomienda realizarse una prueba de ITS anualmente para poder detectar a tiempo y tratar la infección.

También puede haber riesgo de embarazo no deseado, y en este caso, podemos acudir a los mismos servicios mencionados anteriormente o a una farmacia, para poder pedir o comprar un método anticonceptivo de urgencia (también conocida como la pastilla del día después o poscoital). Ésta provoca el retraso de la ovulación, evitando así que el espermatozoide pueda fecundar el óvulo y producirse el embarazo. Poder tomar esta píldora es un derecho, y no debemos juzgar ni dejar que nadie nos juzgue por cuidarnos en un momento de riesgo.

Una blanca o blancazo es una bajada de tensión causada por el consumo de cannabis.

Si te pasa a ti o a alguien de tu entorno, es necesario mantener la calma, e ir a un espacio tranquilo y fresco. Se recomienda subir las piernas de la persona para llevar la sangre a la parte superior del cuerpo y subir la tensión.

Si la persona no se recupera siguiendo estos pasos, es necesario pedir ayuda al personal sanitario.

Si no sabemos si se trata de una blanca o de un coma etílico (porque se ha consumido tanto marihuana como alcohol), podemos agitar o pellizcar a la persona afectada y, si no reacciona, la persona está inconsciente y puede tratarse de un coma etílico. En estos casos, es importante llamar rápidamente al 112.

* Información extraída de la Guía del Porro de l’Asaupam.

Sí. Este tipo de comportamientos se llaman "adicciones conductuales". Son trastornos basados ​​en la dependencia de una actividad que nos da placer. 

Hablamos de adicción a las tecnologías cuando las utilizamos de forma obsesiva y repetitiva y no somos capaces de controlar el tiempo que pasamos delante de la pantalla. Por ejemplo, si las tecnologías sustituyen otras aficiones que antes teníamos, o si cada día vamos a dormir tarde para estar mirando el móvil o jugando y dormimos poco.

Algunos consejos para prevenir una adicción a las tecnologías serían: limitar las horas que pasamos usándola y tener otras actividades lúdicas y espacios en los que relacionarnos con otras personas.

Si sospechas que podrías tener una adicción a las tecnologías es vital que acudas a un centro especializado para que un profesional valore si es realmente una adicción o no y si es necesario un tratamiento específico. Algunos de estos centros son:

* Información extraída de la guía del Consejo de la Juventud de Barcelona “Las pantallas y tú”

A veces sentimos que no llegamos a todo, que no podemos cumplir con las expectativas que los demás tienen sobre nosotros, y eso nos genera angustia y estrés. Es normal.

Para sentirte mejor, seguramente necesites parar un momento y reflexionar. Puede ayudarte focalizarte en qué es lo que quieres y es prioritario para ti, o te hace sentir bien. Lo que sientes es válido y puede ser difícil de manejar.

No hace falta que lo vivas en soledad.

También puede ayudarte, dedicar tiempo a descansar, hacer autocuidado, organizarte y pasártelo bien. Además, puedes explicar cómo te sientes a gente cercana de confianza o a profesionales especializados que te ayuden a sentirte mejor. Por ejemplo, puedes acudir al Aquí t’escoltem, un servicio público y gratuito de atención emocional para jóvenes de 12 a 20 años. O también al Konsulta’m, un servicio de apoyo psicológico para prevenir los problemas de salud mental de los y las jóvenes.

Los pensamientos intrusivos son ideas de imágenes y pensamientos que tenemos de manera recurrente que no controlamos y que a veces pueden ser inofensivos, y otras nos pueden crear mucha incomodidad. 

Este tipo de pensamientos son normales y la mayoría de las personas los tenemos, pero pueden llegar a generarnos malestar, inseguridad y angustia. Es importante comunicarlos y pedir ayuda, sobre todo si estos pensamientos pueden ponernos en riesgo.

Una de las razones por las que tenemos este tipo de pensamientos es porque nuestra mente nos está avisando de algo que nos inquieta y debemos prestarle atención.

Uno de los servicios al que te puedes dirigir es el Aquí t’escoltem, un servicio público de atención emocional para jóvenes de 12 a 20 años. Encontrarás uno en cada distrito de la ciudad.

El acoso escolar o bullying se da cuando alguien recibe violencia de forma sistemática por algún compañero o alumno del centro educativo. Las razones por las que se hace bullying son muchas y muy diversas, pero bajo ningún concepto justifican la violencia hacia nadie.

Si estamos sufriendo acoso o vemos a alguien que lo está sufriendo, es importante actuar. 

Si se lo hacen a un compañero y no hago nada, estoy perpetuando la violencia y me convierto en cómplice del acoso. En este caso, lo que podemos hacer es no reirnos de los comentarios o insultos que se hagan sobre el tema o sobre alguien, apoyar a la persona que les está recibiendo y, sobre todo, pedir ayuda a algún referente adulto.

En estos casos debemos comunicar la situación a amigos o familiares. También podemos acudir al profesorado, a la dirección del centro, y, si hay una persona del servicio infoJOVE en nuestro centro, también podemos acudir a ella. Su responsabilidad será actuar para detener el acoso y reparar el daño causado.

Si estamos recibiendo violencia debemos pedir ayuda. En este caso, podemos también acudir a servicios como el Aquí t’escoltem para solicitar acompañamiento emocional.

No hay una sola forma de comer bien. Cada persona y cada cuerpo tienen necesidades diversas y acceso a distintos alimentos y tipos de cocina.

Es cierto que nuestro cuerpo nos da pistas, y es importante poner conciencia en cómo nos sientan los alimentos que comemos, nuestras digestiones y si nos sentimos con energía o no.

Nuestro cuerpo necesita alimentos y una diversidad de nutrientes muy amplia. Si tenemos acceso a alimentos diversos podemos hacer que nuestra dieta también lo sea. Aprender lo que nos aportan los alimentos puede ser una forma de entender nuestro cuerpo.

Lo que debemos tener claro es que la forma en la que comemos y nuestros hábitos alimenticios pueden variar por muchas razones y no están relacionadas siempre con la forma de nuestro cuerpo. No hay una forma de cuerpo sana y otras enfermas. La delgadez no es señal de salud y la gordura no es señal de unos hábitos alimentarios no saludables. No podemos asumir el estilo de vida de nadie por su forma corporal.

Lo que podemos es acudir a nuestro centro médico para realizarte análisis y ver si tenemos todo lo necesario para estar saludables y ver la alimentación como una forma de cuidar nuestro cuerpo aportando lo que necesita para funcionar. También podemos tener en cuenta si tenemos una dieta concreta o hay alimentos que no consumimos, buscar un servicio específico que contemple nuestra forma de comer.

Aunque tenemos la percepción y en algunos lugares podemos encontrar que existen ciertas diferencias entre la etiqueta “Eco” y la etiqueta “Bio”, lo cierto es que, en el ámbito de la normativa europea, las dos etiquetas se pueden utilizar indistintamente y quieren decir lo mismo. También ocurre esto con el término “orgánico”.

¿Y qué debe tener un producto alimenticio para poder ser etiquetado con estos términos?

No ser transgénico, no usar productos químicos en su producción, garantizar el bienestar animal y garantizar el respeto al medio ambiente y la biodiversidad.

Aparte de las etiquetas nacionales y privadas, la Unión Europea (UE) tiene un logotipo propio de producción ecológica que garantiza que ese alimento ha sido producido de acuerdo con el reglamento de agricultura ecológica de la UE:

Sin embargo, debemos tener en cuenta que un alimento con el sello de agricultura ecológica no tiene por qué ser más sano o más sostenible, ya que este sello no regula las cualidades nutricionales de los alimentos, ni tampoco el comercio justo o la producción de proximidad.