Siete nuevos adoquines recuerdan a los vecinos deportados a los campos nazis en el marco del proyecto pedagógico Stolpersteine Barcelona

29 de mayo de 2025

Durante este mes de mayo, alumnos de dos institutos de la ciudad les han rendido homenaje y han dado a conocer sus historias de vida.

A lo largo de este mes, Barcelona ha acogido siete nuevas stolpersteine o piedras de la memoria. Es la culminación de un proyecto pedagógico que pretende recordar las ausencias de las personas deportadas a los campos de exterminio alemanes. Cada piedra, un nombre; cada nombre, una vida. Vidas que los alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato de dos institutos públicos de la ciudad han trabajado y rescatado del olvido. Y es que la iniciativa forma parte de la Convocatoria Unificada de Programas Educativos del Consorcio de Educación, a la que pueden adherirse los centros educativos que lo deseen.

Los estudiantes de 4º de la ESO y 1º de Bachillerato de estos centros han trabajado las biografías de personas deportadas a partir del censo de la Amical de Mauthausen, que también les ha facilitado los recursos técnicos y documentales para el estudio de sus historias de vida.

Dos nuevos adoquines en el distrito de Gràcia
Los primeros adoquines se colocaron en el barrio de Gràcia el pasado 21 de mayo. El Institut Teresa Pàmies (Horta-Guinardó) colaboró en la colocación del adoquín en recuerdo de Joan Riba Guixeras en la calle Martínez de la Rosa. Un acto que también contó con la presencia de sus familiares. Riba nació el 15 de mayo de 1907 en esa misma calle. Al final de la guerra marchó al exilio y, tras pasar por un campo de prisioneros en el sur de Francia, se alistó en una Compañía de Trabajadores Extranjeros (CTE), pero el ejército alemán lo hizo prisionero tras la ocupación. Pasó por el Stalag VIII-C y el Stalag XII-D en Tréveris (Alemania). El 22 de enero de 1941 fue deportado a Mauthausen y, el 20 de noviembre de 1941, trasladado al subcampo de Gusen, donde fue asesinado el 11 de enero de 1942.

Por su parte, el Institut XXVª Olimpíada (Sants-Montjuïc) se encargó del acto de homenaje a Fernando Damians de las Heras, al que asistieron sus familiares. Nacido en la actual calle Beat Almató, en 1939 se exilió a Francia, donde más adelante fue detenido por las tropas alemanas y enviado al Stalag V-D, cerca de la ciudad de Estrasburgo. El 11 de diciembre de 1940 fue deportado al campo de concentración de Mauthausen, donde ingresó dos días después. Finalmente, el 17 de febrero de 1941 fue trasladado al subcampo de Gusen, donde fue asesinado el 9 de noviembre de 1941.

Stolpersteine para recordar a los deportados de Ciutat Vella
El 23 de mayo, alumnos de ese mismo centro colocaron dos nuevas stolpersteine para recordar a Narcís Gibert Galtés y Jaime Ayala Sánchez en sendos actos de homenaje que los propios chicos y chicas amenizaron con la lectura de poemas y música en directo. Además de los familiares de los deportados, el acto contó con la presencia del director de Patrimonio Cultural del Institut de Cultura de Barcelona, Jaume Muñoz, y del concejal de Memoria Democrática, Josep Lluís Rabell.

Narcís Gibert Galtés, sexto y último hijo de una familia numerosa, nació en la rambla de Santa Mònica de la capital catalana. Simpatizaba con el catalanismo político, pero no militaba en ningún partido. Una vez iniciada la Guerra Civil, ingresó de manera voluntaria en la Escuela Popular de Guerra hasta obtener la capacitación para las unidades de artillería. Fue destinado a Palamós y al frente de Aragón antes de caer herido. Ascendido a capitán de artillería, fue destinado en última instancia al castillo de Sant Ferran de Figueres antes de cruzar la frontera como exiliado. Internado en el campo de Argelès-sur-Mer, Gibert sufría por el destino de su esposa Rosa y sus hijos, con quienes finalmente logró reunirse en París. Sin embargo, el 23 de abril de 1941 fue detenido por la Gestapo y deportado al campo de Dachau, donde fue asesinado el 21 de febrero de 1942. Dejaba viuda y tres hijos huérfanos.

Jaime Ayala Sánchez, nacido en 1918 en Huércal-Overa (Almería), se trasladó a Barcelona cuando aún era un niño. En octubre de 1938 se incorporó al Cuerpo de Carabineros de Barcelona. El ejército alemán lo capturó y trasladó al Stalag III-C (Polonia) y, desde allí, a la prisión de Frankfurt del Main (Alemania), de donde fue deportado al campo de concentración de Mauthausen el 5 de agosto de 1941. El 20 de octubre de 1941 fue trasladado al subcampo de Gusen, donde fue asesinado el 25 de marzo de 1942.

Adoquines para tres hermanos de Sants
Finalmente, esta primera tanda de colocación de adoquines memoriales se cerró el día 27 de mayo en la calle de los Comtes de Bell-lloc, en el distrito de Sants-Montjuïc. Una vez más, el Institut XXVª Olimpíada se encargó de rendir los honores, esta vez a los hermanos Manuel, Francesc y Josep Sariñena Esparrell. Durante su exilio en tierras francesas, formaron parte de la 29ª Compañía de Trabajadores Extranjeros. Tras su detención por parte de los alemanes entre mayo y junio de 1940, fueron internados como prisioneros de guerra en el Frontstalag 140 situado en Belfort (Francia) y, posteriormente, en el Stalag XI-B Fallingbostel (Hannover), desde donde fueron deportados a Mauthausen el 27 de enero de 1941, en un transporte con más de 1.500 republicanos.

Los tres permanecieron juntos durante el proceso de recepción en el campo y se les asignaron matrículas correlativas. Dos meses después también fueron trasladados los tres al subcampo de Gusen. Francesc murió el 21 de agosto, y diez días después fue Manuel quien perdió la vida. Josep, el más joven de los tres hermanos, logró resistir algunos meses más, hasta el 30 de julio del año siguiente, fecha en la que se registró su muerte en Gusen.

La implicación de los institutos, clave del proyecto
Además de profundizar en los contextos sociales e históricos que favorecieron el ascenso del fascismo y del nazismo en Europa, durante todo el proceso de trabajo los alumnos han contado con el testimonio de las familias de los deportados, que ha sido clave para entender las profundas cicatrices que estas ausencias forzadas —y en muchos casos, la muerte en los propios campos— han dejado en sus descendientes. Todo ello con la intención de recuperar la memoria de quienes lucharon por la defensa de la democracia y la libertad de sus conciudadanos y de reivindicar la investigación como herramienta de reparación y homenaje.

Así, la colocación de los adoquines con el nombre de los barceloneses deportados constituye el acto de cierre de un proyecto que potencia la dimensión comunitaria y educativa de la práctica memorial y se convierte en una experiencia formativa práctica de los principios y valores antifascistas. La implicación del alumnado participante y del profesorado ha sido clave para conocer y dignificar la vida y la lucha de los deportados.

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