El juego libre y espontáneo es un derecho de la infancia. A través del juego los niños y las niñas exploran el espacio y los materiales e interaccionan con otros niños. Aunque principalmente llevan a cabo un juego individual, más adelante se dan pequeños momentos de encuentro que son el inicio de muchos otros juegos.
La escuela ofrece muchas oportunidades de juego, aprendizaje y relación. Las educadoras cuidamos el espacio y proporcionamos gran variedad de materiales para cubrir las necesidades de juego y descubrimiento de cada uno de los niños y las niñas dependiendo de su momento madurativo y de sus intereses.
A partir de la observación del juego de cada niño, las educadoras descubrimos cómo van desarrollando diversas estrategias y enriqueciendo sus acciones. Cediéndoles el protagonismo, los vamos conociendo en profundidad y podemos continuar ofreciendo lo que creemos oportuno para que el juego vaya evolucionando. El hecho de decidir libremente qué materiales y qué juego llevar a cabo en cada momento, fomenta la adquisición de autonomía y la concepción de una autoimagen positiva de uno mismo.
Las educadoras ofrecemos a los niños materiales sin dar unas pautas concretas, con el fin de fomentar su creatividad e imaginación. Valorando que cada uno de ellos llevará a cabo acciones concretas, diferentes, en parte, a la de otro. Observamos cómo va evolucionando el juego de cada niño con el paso del tiempo, a medida que va creciendo y probando nuevas acciones, de un juego más manipulativo (llenar, vaciar, apilar ...) poco a poco va convirtiéndose en un juego más elaborado.
