Los niños y niñas desde su nacimiento son seres sociales que necesitan el contacto de los demás para crecer y desarrollarse de una manera saludable y apropiada. Dos de los agentes sociales más importantes, en estas edades, son la familia y la escuela.
En la escuela, el niño aprende a relacionarse con otros adultos que no son sus cuidadores habituales y con quienes establecerán un vínculo seguro que proporcione confianza y seguridad. También iniciará los primeros contactos con otros niños de su edad.
En el grupo de 1 a 2 años, las niñas y los niños experimentan muchos cambios a lo largo del curso, y muchos de ellos giran en torno a las relaciones que, poco a poco, se establecerán entre los compañeros.
No podemos olvidar que el desarrollo de sus relaciones estará estrechamente ligado a su maduración. La niña necesita que haya una diferenciación entre ella y el que lo rodea para comenzar a abrirse más allá de su cuerpo, es decir, primero se enfocará en sí mismo y luego despertará su interés hacia el resto de los niños y niñas.
A partir de su interacción en el aula, el niño pasará de un juego más individual, a llevar a cabo un juego en paralelo, donde coincide con otros niños en el mismo espacio, pero cada uno está inmerso en su propia acción.
Más tarde, comienzan a tener lugar los primeros momentos de complicidad, las primeras sonrisas juntos, las primeras carreras y poco a poco el juego compartido.