Con un pasado lleno de intensos conflictos, el acercamiento entre Estados Unidos y Japón se renueva cada primavera. Y es que en los últimos cien años se ha establecido un tradicional intercambio de árboles entre los dos países, como muestra de buena voluntad.
Todo comenzó el 27 de marzo de 1912, cuando Helen Herron Taft, primera dama de Estados Unidos, y la vizcondesa Chinda, esposa del embajador de Japón, plantaron el primer par de cerezos en el West Potomac Park, una cala artificial adyacente al río Potomac, también conocida con el nombre de Cuenca Tidal. Ese mismo año se plantarían un total de 3.020 ejemplares, todos ellos llevados directamente de Japón hasta Washington DC, regalados por el entonces alcalde de Tokio, Yukio Ozaki.
Como muestra de gratitud por esta generosa donación, en 1915, el expresidente William Howard Taft enviaría 50 cornejos floridos (Cornus florida) hasta Japón. El intercambio de cerezos y cornejos se convertiría en una tradición estable en el tiempo que se conserva hasta nuestros días.
Los árboles florecen a inicios de la primavera, esto hace que a ambos lados del océano Pacífico se organicen paralelamente festivales anuales para celebrarlo y rememorar el espíritu de amistad. Este año, como conmemoración del centenario del regalo de los cornejos de Estados Unidos a Japón, los servicios postales de ambos países emiten conjuntamente una hoja de sellos con bellas imágenes de cornejos y cerezos en flor, enmarcando singulares edificios y monumentos tanto de Tokio como de Washington DC. La hoja de sellos se pondrá en circulación a partir del 10 de abril.
6 de abril de 2015