Hifsa Butt vive en el Raval desde que de muy pequeña llegó del Pakistán con su familia. Ahora, con 22 años, trabaja en una clínica como higienista bucal y sigue formándose mientras combina trabajo y estudios con su pasión por el críquet en el proyecto Críquet Jove BCN como jugadora y entrenadora.
Después de años de practicar este deporte, ella y el resto de compañeras del equipo femenino vieron la necesidad de tener un espacio propio para practicarlo y, con los presupuestos participativos, lo han conseguido.
- ¿Qué te motivó a impulsar esta propuesta?
Hasta ahora, hemos tenido que adaptarnos a campos de fútbol y patios escolares que no siempre cumplen las condiciones mínimas, tanto reglamentarias para jugar a críquet como de las instalaciones en sí mismas, además de tener que movernos constantemente por toda la ciudad. En los diferentes equipos, femeninos y masculinos y de diferentes edades, hay situaciones vitales muy distintas y en muchos casos hay dificultades, sobre todo en el caso de las chicas, para poder practicar el deporte. Esta inestabilidad lo complica todo más. Por eso, con las compañeras de mi equipo vimos que había que buscar soluciones, porque, si no, la participación se va debilitando.
- El campo estará listo a principios del 2024. ¿Cómo mejorará la práctica del críquet en Barcelona?
La afición por este deporte está creciendo mucho en Barcelona y nosotras mismas ahora ya incluso estamos jugando contra equipos internacionales. Es un deporte muy popular en la comunidad pakistaní, pero no solo, porque cada vez hay más gente interesada y tener un campo propio nos permitirá dar un salto cualitativo en las condiciones para practicarlo, pero también en el hecho de darnos a conocer más y mejor.
Por otra parte, esta iniciativa también es una reivindicación feminista porque justo ahora se empieza a hacer más visible el deporte femenino, pero yo ahora tengo 22 años y cuando era pequeña no me sentía incluida en las actividades extraescolares y los deportes: el críquet es un deporte minoritario y una niña deportista era una excepción.
- ¿De qué manera te has implicado en el proyecto presentado a los presupuestos participativos?
Con el resto de las compañeras de mi equipo hicimos un proceso conjunto de recoger las necesidades que teníamos y redactar todas las demandas: un suelo de césped bajo, un punto de agua, alumbrado, vestuarios, espacios donde sentarse o un espacio para guardar el material, entre otras cosas. También he participado en los encuentros donde se explicaban todos los proyectos presentados y en la difusión para dar a conocer el nuestro: hicimos acciones por redes sociales, pero, sobre todo, repartimos muchos folletos por los diferentes barrios de la ciudad entre la comunidad pakistaní y, más allá, en comercios, a nuestras familias, amistades… Explicábamos el proyecto traducido en diferentes lenguas y también enseñábamos y ayudábamos a la gente en el proceso de registrarse y de votar a través de la plataforma de decidim.barcelona.
- ¿Cómo valoras la herramienta decidim.barcelona que permite la participación en línea?
La realidad es que no todo el mundo tiene tiempo para participar e implicarse presencialmente y el hecho de poder votar desde cualquier sitio y en cualquier momento nos fue muy bien porque, entonces, fuimos nosotras las que nos desplazamos para ir a buscar a la gente, y no a la inversa. Si bien es cierto que no todo el mundo tiene acceso a internet o el conocimiento necesario para participar, nosotras nos encargamos de explicarlo y ahora estas personas ya lo conocen para futuras ocasiones.
- ¿Consideras que se ha cumplido tu expectativa una vez se ha acabado el proceso?
Al principio no tenía mucha confianza en que fuera posible conseguir que saliera adelante, porque pensaba que habría muchos proyectos y seguramente otras prioridades, pero no tiramos la toalla y lo intentamos. Entonces, ahora que ya está aprobado y que cumple con lo que pedíamos, puedo decir que sí que hemos alcanzado lo que queríamos y estamos contentas con que se haya valorado que era importante lo que pedíamos.
- ¿Qué destacas positivamente? ¿Qué mejorarías?
Lo más positivo es que los presupuestos participativos son un espacio muy abierto a diferentes necesidades, demandas y tipos de proyecto. Después ya se estudia a fondo la situación de cada caso y la viabilidad técnica y económica, pero, al menos inicialmente, está la opción de presentar cosas diversas y no hay restricciones. Si no, muchas ideas ya ni se plantearían de entrada. Lo que no acabé de entender es el porqué de las dos fases de votaciones y, en nuestro caso, ya de entrada el proyecto estaba bien definido y recibió bastante apoyo y, por eso, mejoraría este aspecto o, al menos, que se explique mejor el porqué de las dos fases.
- ¿Qué te ha aportado personalmente participar? ¿Algún aprendizaje?
Por una parte, he aprendido que tienes que ser activa y no ser tú misma la que se excluya porque, al principio, pensaba que habría otros proyectos que se lo merecerían más. Por otra parte, también he sacado mucha motivación para seguir jugando a críquet e implicarme para que siga creciendo en Barcelona, porque ahora que tenemos más claro cómo nos podemos organizar con el nuevo espacio, estamos llegando a más gente y con más ganas.
- ¿Volverías a participar en algún otro órgano? ¿Por qué crees que es importante participar?
Sí, ha sido una experiencia muy buena. No solo por lo que hemos conseguido para nuestro colectivo, sino porque la participación es una manera de hacerse presente y visible en el lugar donde vives: he podido conocer muchos otros proyectos y realidades de toda Barcelona y sus necesidades, si las tienen cubiertas o no, qué inquietudes hay, hacer contactos… Es una manera de cuidar la ciudad donde vives, de conocer mejor a la gente de tu alrededor y de contribuir a mejorarla.
Barcelona es una ciudad muy grande y participar en estos órganos te da una mirada mucho más amplia de las diferentes realidades que hay. Antes no era consciente de todo eso y ahora veo que este proceso nos ha abierto muchas puertas a mí y a mi equipo, y al críquet en general, porque, aparte de conseguir el campo, ahora nos conoce mucha más gente de toda la ciudad y de más allá.