Hablamos con Conchi Castro, miembro del A. C Amigos da Gaita Toxos e Xestas

27/02/2023 - 13:18 h

Acción comunitaria. Hablamos con Conchi Castro, hija de inmigrantes gallegos de mediados del siglo pasado y miembro de l'A.C.Amigos da Gaita Toxos e Xestas desde el año 1981.

Con motivo de la Jornada ‘Migraciones de ayer. Construyendo Barcelona’, celebrada el pasado mas de febrero conocemos la figura de la Conchi Castro, de padre y madre gallegos llegados a Barcelona en los años cincuenta. Ella ya nació aquí, pero ha mantenido sus raíces, gracias a la participación en círculos culturales creados por personas migradas, en su caso provenientes de Galicia.

Nacida en Barcelona, ¿cuál ha sido el camino para ser una representante de la cultura gallega en la ciudad?

Cuando tenía 9 años, mis padres me apuntaron en la Escuela de gaitas Toxos y Xestas, porque la habían visto desfilar en una cabalgata. Les parecía que de esta manera yo estaría más en contacto con su cultura. Ellos ya hacía tiempo que vivían en Barcelona, pero de siempre hablamos gallego en casa y eso era como profundizar en sus raíces. Desde entonces que no he dejado de tocar, y la escuela se acabó también convirtiendo un espacio donde hacer más cosas relacionadas con Galicia: hacemos actividades gastronómicas, como recientemente el “cocido gallego” de Entroido, que es como se dice allí el Carnaval, bailes, se juega a las cartas, etc.

¿Qué representaba para tu madre y padre, participar de este grupo de personas de origen gallego?

La verdad es que ellos llegaron en el punto álgido de la migración desde Galicia, ya había muchas personas que habían venido y de hecho la comunidad gallega era muy acogedora. Se ayudaban entre ellos hasta que el recién llegado acabara instalándose, encontrando trabajo y alojamiento propio. A la Asociación Toxos i Xestas lo que encontraron fue poder tener un espacio amable, donde seguir hablando su idioma, donde compartir con gente a quien se parecían y que tenían unas circunstancias vitales parecidas. Y, por descontado donde poder transmitir a su hija, a mí, su cultura, aparte de lo que ya hacían en casa.

¿Ahora tenéis un local en el barrio de La Marina, hacéis actividades con otras entidades del barrio?

De hecho la Asociación y la Banda es para todo el mundo de Barcelona e incluso viene gente de otras poblaciones, pero eso no quita, que, efectivamente, estamos muy en contacto con el barrio. Participamos a menudo en la Cabalgata de Reyes del Distrito y por ejemplo, el día de la verbena ponemos la música en la fiesta que organiza el hogar de ancianos. Estamos en el mismo edificio y si nos lo piden, allí estamos.

Pero también hecemos cosas con otras entidades y proyectos de la ciudad, sin ir más lejos, en el 2019 cuando celebramos nuestros 40 años organizamos un concierto con otros grupos, de gospel, batucada, etc. o, para daros otro ejemplo, también aquel año colaboramos en uno de los espectáculos de ‘Barrios en danza’, el Inmóvil, poniendo la música con la Banda, al lado de la Escuela de Música del Eixample, entre otros.

¿Con la Banda hacéis sólo música tradicional? ¿Cuál es el perfil de las personas qué tocáis?

Antes sí que era así, pero hemos ido ampliando miras y hacemos mucha fusión con folk, música celta y otros. Somos una banda de más de 15 personas y de allí salen muchas cosas diferentes. Incluso en el último disco que hemos sacado, Todos os caminhos, todas as Galizias, hay un rap.

Con respecto al perfil, somos gente de todas las edades, yo creo que tronco la mayor, pero toca también mi hija de 13, por ejemplo. Somos la gran mayoría de origen gallego, nacidos aquí, a pesar de qué hay algunas personas que no tienen este origen y por alguna razón se ha interesado por la música de la gaita.

¿Qué crees que habéis aportado a la ciudad de Barcelona, que sin vuestra entidad le faltaría?

Bien, aquí creo que tenemos que hablar de todos los colectivos de origen de otras comunidades autónomas, no sólo de nosotros. Hemos aportado mezcla, intentando disfrutar y hacer disfrutar de lo bueno de todas partes. Aquí hemos dado a conocer la cultura gallega, pero al revés, también hemos llevado a Galicia algunas costumbres de aquí, como por ejemplo el tió, o la defensa de la lengua. Nosotros lo hemos querido así desde mis padres, yo hablo en gallego con mis hijos también, pero la defensa abierta qué hay aquí de las lenguas maternas nos ha hecho ver que en Galicia también se tendría que proteger y potenciar mucho más.

¿Con qué te quedarías de la experiencia de tus padres y de la tuya propia con respecto a la vida en comunidad?

Mira, a veces pienso, cuando veo a mis padres jugar a cartas a la Asociación, que están allí igual que lo estarían haciendo en el pueblo. Es como una continuidad de la vida que hubieran llevado allí de no haber tenido que emigrar. Y también la necesidad que tenemos de estar juntas, de hacer cosas juntas. De hecho, eso lleva a vernos en medio del verano en Galicia, haciendo lo que le decimos, la “Xuntanza”: quedamos en algún lugar y todas las que están por allí cerca (o no tan cerca) nos acercamos para pasar un día comiendo y después tocando y escuchando música.