“Las iniciativas de la ESS son las semillas del cambio, una pieza clave para promover la transición ecosocial”

16/01/2023 - 17:10 h

Entrevista con Rubèn Suriñach Padilla, economista y co-coordinador del proyecto Futurs Impossibles.

Entrevista con Rubèn Suriñach Padilla, economista y co-coordinador del proyecto Futurs Impossibles.

Entrevista con Rubèn Suriñach Padilla, economista y co-coordinador del proyecto Futurs Impossibles.

¿Cómo llega la Red de Economía Solidaria (XES, por sus siglas en catalán) a desarrollar el trabajo en materia de transición ecológica?

Ya hace unos años, por iniciativa de algunas cooperativas socias de la XES, se crearon las primeras Jornadas de Economía Socioambiental y Solidaria para intentar situar el tema ambiental en el centro del debate de la economía social y solidaria (ESS). Porque veíamos que no se estaba abordando de manera central, sino que era más colateral: se incluía en el discurso, pero desde la práctica no había una interiorización fuerte del tema ecológico. En estas jornadas se creó la Comisión de Ecología de la XES, con cooperativas como Espai Ambiental, El Risell o La Fábrica, que estuvieron impulsándola y abrieron una brecha sensibilizando al resto de la base social de la XES y la ESS sobre la importancia de situar el tema ambiental en el centro del debate.

En los últimos años, por efecto del contexto, el tema de la crisis ecológica ha adquirido mucha más centralidad. Nosotros íbamos aumentando la sensibilidad haciendo un trabajo de hormiguita, pero la agudización de la doble crisis climática y energética ha puesto la urgencia ante nuestros ojos. De hecho, ahora estamos elaborando un plan estratégico como XES, en el cual hemos definido tres grandes retos globales y uno es la crisis ecológica.

¿Cómo articuláis esta transición ecosocial?

Hay una premisa básica sobre la cual basamos la acción, que es la crisis ecológica como reto global, y que tiene, sobre todo, dos grandes vertientes. Una es la crisis climática, que es la que condicionará la manera en la que podremos habitar el planeta en los próximos años, decenios, siglos. La otra es la crisis energética, que la guerra de Ucrania ha acelerado, pero que ya se venía comentando desde hace muchos años y que se traduce en el agotamiento de los combustibles fósiles como sangre del sistema. Esta doble crisis nos obliga a replantear la manera en la que organizamos nuestra sociedad y el sistema económico bajo esa idea del realismo ecológico. Cualquier escenario de futuro que proyectemos tiene que partir del realismo ecológico.

Tenemos que transitar por el decrecimiento de nuestro consumo de energía y materiales, tanto por la falta de materiales y energía como por la crisis climática. La cuestión es qué decrecimiento o transición vamos a realizar. ¿Vamos a realizar una transición liderada por las élites o capitalizada por la extrema derecha que nos puede llevar a un escenario ecofascista? ¿O, como defendemos nosotros, vamos hacia una transición ecológica con justicia social y democracia económica?

Uno de los pilares de la transición ecológica es la justicia social: que haya grandes políticas redistributivas de renta y recursos que nos permitan que el que menos tiene no sea quien más paga esta crisis. El otro pilar es la democracia económica, entendida como el empoderamiento de la sociedad para liderar este cambio, tanto en la esfera de la sociedad civil movilizada y organizada en la calle como también en la esfera económica. Es aquí donde la ESS desempeña un papel central a la hora de mostrar que otra manera de satisfacer necesidades y de crear actividad económica es posible, respetando los límites del planeta y haciéndolo desde la democracia organizativa.

¿Por qué es importante que la ESS lidere esta conversación?

Nos enfrentamos a una crisis ecológica sin precedentes y nos tenemos que preparar como ESS para hacerle frente, porque la creación de alternativas económicas está siendo capaz de promover iniciativas que internalizan los criterios para una transición justa y democrática. Son proyectos empresariales y comunitarios que actúan con conciencia ambiental, que se gestionan de manera democrática y que también actúan bajo lógicas de justicia laboral, justicia económica y justicia social. Las iniciativas de la ESS son las semillas del cambio, una pieza clave en el tablero de juego para promover la transición.

Dentro de estas transiciones ecosociales y del modelo que proponéis, ¿qué papel tienen las personas individualmente?

Aunque durante muchos años he formado parte de Opcions, he ido desarrollando un cierto escepticismo sobre la capacidad de cambio que tienen las personas a nivel individual. Los cambios individuales tienen un papel a la hora de promover otra cultura del consumo en contextos sociales reducidos, a escala micro, pero cualquier cambio individual tiene que situarse en un cambio colectivo para ser capaces de generar cambios a escala macro.

Si te planteas el consumo consciente y, de repente, te pones todos los problemas del mundo sobre la espalda, es un camino muy pesado. Y, si es en solitario, todavía es peor. Si quieres abordarlo desde tu forma de vida, tienes que encontrar espacios colectivos donde compartirlo: cooperativas de consumo, grupos de crianza, redes de intercambio…, espacios donde puedas compartir el proceso de cambio. Y movilizarte en la calle siempre que sea posible.

¿Qué papel tienen, pues, las administraciones públicas?

Si hablamos de emprender un proceso de transición que se base en la redistribución de recursos y en la justicia social, quien mejor puede realizar este proceso de redistribución son las administraciones con políticas de estado, políticas macroeconómicas que permitan cambiar la fiscalidad y cambiar la asignación de recursos públicos en cuanto a prioridades. Incluso pueden aplicar rentas básicas, reducción de la jornada laboral, cobertura y reciclaje de personas que se quedan en paro, que están en sectores muy contaminantes y que tienen que reciclarse para estar en otros sectores. Claro que este tipo de políticas macroeconómicas quien mejor puede hacerlas es el Estado.

Y entonces, en este contexto, ¿qué función tiene la sociedad civil?

Se hace difícil pensar que las administraciones públicas, por sí solas, vayan a impulsar este cambio. Por eso tiene que existir una sociedad civil activa y movilizada que les marque el camino. En este diálogo entre lo que dice la sociedad civil y lo que hacen las administraciones, hay que ir transitando por el mejor camino posible. Dos ejemplos recientes nos marcan lo que puede ser este camino: la ampliación del aeropuerto y los Juegos Olímpicos de invierno. Dos proyectos que son directamente de las élites, tecnocapitalistas y que han contado con la complicidad de las administraciones, pero que la sociedad civil ha parado con su movilización.

Las administraciones y los partidos políticos irán tomando nota de lo que es aceptable y lo que no lo es desde el punto de vista social, por más que unas élites presionen. Las administraciones públicas son claves para emprender estos cambios. Pero también lo es que la sociedad civil esté organizada y movilizada.

¿En el caso de las políticas municipales, se replicarían estas dinámicas?

En el ámbito local, las posibilidades de coproducir políticas públicas entre la Administración pública y la sociedad civil son mucho mayores, porque hay una cuestión de proximidad. La Estrategia de la economía social y solidaria en Barcelona 2030 es una política coproducida: aquí ya se está demostrando que hay una capacidad de impulsar políticas públicas en una coproducción entre sociedad civil y Administración.

De hecho, nosotros, cuando hablamos de democratización económica, en realidad estamos hablando de eso: de introducir también las lógicas de gestión democrática cultivadas desde la ESS dentro de la gestión de la Administración.

A medida que vas escalando y ya no hablas de un ámbito local, sino que empiezas a hablar de ámbito catalán o ámbito estatal, la cosa se vuelve algo más compleja y, por eso, la movilización tiene que situarse siempre en esta dialéctica social: que siempre tengamos una voz que apunte hacia la dirección que queremos, una voz que represente a las generaciones futuras y no esté condicionada por el calendario electoral.

Aquí encaja Futurs Impossibles. ¿Qué es este proyecto?

Dentro de la XES y con Coòpolis y el Observatorio de la Deuda en la Globalización, decidimos armar este proyecto para tomar la iniciativa a la hora de proponer otra transición ecológica; no quedarnos en un papel reactivo y hacer un frente común de movimientos sociales que demuestre que otra transición ecológica es posible.

Futurs Impossibles tiene tres patas. Una es una campaña más de incidencia y de sensibilización sobre transición ecosocial que empezamos en setiembre y que está articulada en torno a la web. Vamos enlazando charlas, debates, artículos a doce ejes temáticos que alimentan el debate sobre la transición ecosocial.

Esta campaña nos lleva hacia el Foro para la Transición Ecosocial (24 y 25 de febrero) como segunda pata del proyecto. Tendrá diferentes momentos, pero uno de los objetivos principales es crear un frente común de movimientos que se articulen y se coordinen a nivel político y activista para trabajar también en propuestas conjuntas y una hoja de ruta compartida.

La tercera pata tiene lugar en paralelo y son los talleres de escenarios de futuro. Hicimos una formación con la cooperativa Altekio de Madrid de 25 facilitadoras de toda Cataluña vinculadas a ateneos cooperativos, cooperativas de facilitación, etcétera. Desde setiembre, impartimos los talleres, que son una herramienta de creación-visión conjunta, que sirven para adaptar el contexto a cuatro posibles escenarios de futuro (ecofascismo, green new deal corporativo, green new deal transformador y decrecimiento) y preguntarte cómo será tu territorio en el 2040 bajo cada uno de esos escenarios y dibujar el hilo temporal que nos llevado hasta allí. Entonces, se crean líneas de acción para potenciar los aspectos deseables y para frenar los aspectos no deseables. Quien quiera puede pedir un taller y valoramos cuáles son las posibilidades.

¿Qué relación tiene este proyecto con la Estrategia #ESSBCN2030 y con “Fortalecemos la ESS”?

Una de las líneas estratégicas (la L8) de la Estrategia #ESSBCN2030 es la transición ecológica, pero no había ningún agente del ámbito participado que tuviera la idea de tomar la iniciativa desde la ESS para mostrar otra transición ecológica posible. Era nuestro papel hacerlo. Además, la XES y el Círculo de Transición Ecosocial de Coòpolis son dos agentes del ámbito participado y del grupo motor.

La convocatoria de “Fortalecemos la ESS” incluía una modalidad específica para desarrollar ejes de la estrategia. Ha sido clave para empezar el proyecto. Ahora en el 2023 tendrá continuidad, porque el Foro es solo un hito de un proceso. Queremos cohesionar el ámbito de la ESS en torno a unas posibles visiones de futuro; ponemos el proyecto al servicio del tejido. De hecho, en el marco del foro, el viernes 24 de febrero, impartiremos un taller de escenarios de futuro dirigido a todo el ecosistema de la ESS, que incluirá a todas las entidades del ámbito participado de la Estrategia #ESSBCN2030.

¿Cómo podemos construir esta transformación desde la esperanza y no desde el derrotismo?

Hay una polaridad entre visiones movidas por la esperanza, pero que pueden tener enfoques muy naífs sobre el cambio social, y las visiones catastrofistas, que son muy desmovilizadoras. Tenemos que ser muy conscientes del contexto en que vivimos, de que el reto que tenemos ante nosotros es muy difícil, pero no podemos permitirnos pensar que hemos perdido antes de librar la batalla. Tenemos que pensar que la lucha es la finalidad en sí misma. No sabemos si llegaremos a un futuro deseable. Lo importante es que luchemos por este futuro deseable. Luchamos por las generaciones futuras. La esperanza activa también es una filosofía activista para conmemorar las victorias y sentir que formas parte de un todo global.

Has publicado, con Pol·len Edicions, Tot era massa fràgil. ¿Por qué es tan importante la construcción de ficciones diferentes y de nuevas ficciones?

Precisamente para incentivar la movilización. Por ejemplo, en mi novela hay dos hilos temporales: en el 2025 y en el 2045. El 2045 es un futuro distópico, que tiende a un escenario ecofascista. Pero tú sabes muy bien qué te ha traído hasta aquí y cuál ha sido la dinámica social que ha llevado a esta situación. Permite entender cuáles son los dilemas que ha tenido que afrontar, en determinados momentos, la sociedad civil para hacer frente a lo que estaba pasando, a las disrupciones que pueden pasar. Permite identificar los puntos disruptivos que te pueden hacer ir hacia un escenario o hacia otro y así tú prepararte para actuar en esos momentos. La trama del 2025 se centra en los dilemas de una disrupción política fuerte y también pongo la ESS en el centro de ese debate, ya que el motor de la narración son las luchas colectivas. No es una narración basada en un héroe individual o en alguien que tiene que sobrevivir desde una vertiente superindividualista, sino que el motor es la búsqueda de la esperanza a través de las luchas colectivas.

Es importante, a la hora de construir ficción, definir posibles futuros que no sean naífs y que muestren que la situación puede ser difícil, pero que permitan ver que hay una salida.