Microhistorias de la diáspora | Imaginarios alienantes de la vida cotidiana

'Microhistorias de la diáspora. Experiencias «encarnadas» de la dispersión femenina' es un proyecto de La Virreina Centro de la Imagen con el apoyo del Programa Barcelona Interculturalidad comisariado por Tania Adam, periodista y productora cultural, fundadora y editora de Radio Africa Magazine. Este proyecto quiere construir narrativas conjuntas a través de varias voces femeninas racializadas, emigradas o bien que sufren algún tipo de discriminación. Artistas, académicas, escritoras y poetisas, se unen para abordar “la diáspora”, un concepto que pone el punto de mira en las barreras de la inclusión y la exclusión, de manera colectiva o individual, afectando a la identidad en la cotidianidad.
 
El miércoles 19 de Junio se celebró la sesión 'Microhistorias. Imaginarios alienantes de la vida cotidiana' con la participación de Karo Moret Miranda, licenciada en Historia por la Universitat de Barcelona y máster en Historia del Mundo por la Universitat Pompeu Fabra, investiga el patrimonio africano y sus diásporas en el Caribe, su objetivo es evaluar la influencia de la religiosidad africana en el conocimiento occidental; Carlos Delclós, sociólogo, escritor y miembro del colectivo editorial de Roar Magazine, doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universitat Pompeu Fabra; Cristina Velásquez, socióloga, su trayectoria personal y profesional ha estado marcada por los trabajos feministas e interculturales; y Rebecca Close, investigadora, escritora y traductora, experimenta en metodologías de investigación y producción artística desde los feminismos.
 
Enfermar, debilitarse, ser víctima de crisis nerviosas o alienarse por el sentimiento de «no pertenencia» son situaciones que difícilmente se conciben dentro del denominado síndrome de Ulises, un mal que se achaca al que emigra por factores vinculantes como la soledad, el sentimiento interno de fracaso, de miedo o de lucha por sobrevivir. Pero la complejidad emocional en la diáspora también tiene componentes sociales y culturales –sociogénesis– que atraviesan los cuerpos y pasan por los imaginarios, estereotipos y prejuicios que recaen en la cotidianeidad de los cuerpos diaspóricos.
 
Desde el nacimiento ya operan los imaginarios sociales. ¿Se heredan? Sin duda son hereditarias unas formas de relación y cómo las determina el poder. Raza, cultura, identidad. Clase social. Sexo y sexualidad y género. Religión. El vestido. Todo lo visible es objeto de representación visual, estereotipada. El cuerpo viene al mundo desnudo, y enseguida es género, es raza aunque no existan las razas, es vestido y está encadenado a unos imaginarios sociales que lo aprisionarán de por vida. Los imaginarios sociales son techos de cristal.
 
Los roles sociales, la educación, las instituciones, los medios de comunicación construyen los imaginarios y los imaginarios se construyen a partir de ellos. Refuerzan el poder y debilitan al otro. Para entender la otredad la reducen a través de los imaginarios sociales; la complejizan tanto que ya no pueden abordarla, ya no pueden dominarla, y así acaban por encerrar al otro en simplificaciones alienantes de tan reduccionistas como son. Al final, hasta las personas se sujetan a ese reduccionismo, a esa imagen plana y asible que borra, que oculta toda la multidimensionalidad de los sujetos en la diáspora. En los imaginarios sociales nacen y se perpetúan la subalternidad, lo patológico, lo normativo. ¿También la minoría, la minorización?