Museos (Im)posibles | El arte nacional y sus otros
Abdel Aziz El Mountassir y Salma Amazian abren múltiples ventanas a la reflexión historiográfica y artística sobre el arte moderno catalán, en una nueva edición del ciclo Museos (Im)posibles en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
El miércoles 16 de marzo, el Espai Avinyó presenta una nueva sesión del ciclo Museos (Im)posibles en colaboración con el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Invitamos a la investigadora y activista antiracista Salma Amazian y al actor y activista Abdel Aziz El Mountassir a repensar, a través de su propia práctica creativa e investigativa, la mirada en relación a los imaginarios occidentales sobre la diversidad cultural presente en las propuesta expositiva del museo, aprovechando también el camino abierto por L’Obrador, proyecto de acción comunitaria del museo en contrucción.
La sesión de este ciclo comienza con una intervención performática de Abdel Aziz, un monólogo frente a la pintura ‘La batalla de Tetuán’ (1863-1873) del pintor Marià Fortuny en la sala “Crónica” de la colección de arte moderno del museo. Abdel Aziz reacciona y empieza a describir el cuadro de Fortuny así:
“Estoy frente a un cuadro, ¡madre!, de un pintor de alquiler, le pagaban para retratar bien las guerras y a los vencedores (...) madre, el pintor intenta pintar la sequía… ¡La tierra es igual que aquí, de verde por el mes de primavera! (...) igualmente ennegrece las caras de los vencidos como los hermanos Verraux ennegrecen con betún la cara del bosquimano africano de Botsuana, ¡para decir esto es África!...”
En la sesión de trabajo posterior, Salma continúa dialogando con la acción de Abdel Aziz, el público asistente y el resto de la colección. Hace un paseo por sus impresiones en las salas dedicadas al arte moderno donde la mirada de los pintores bohemios del siglo XIX, sus pintores y coleccionistas burgueses y las categorías de la Historia del Arte donde se les inscribe, van configurando el “relato del vencedor que celebra el colonialismo a través del triunfo militar relacionado con la colonialidad del poder y el triunfo cultural, relacionado con la colonialidad del saber y del ser”.
Resaltamos algunas reflexiones que surgieron del diálogo:
- El Rey Alfonso XIII, también llamado “el Africano” por empezar la guerra de Marruecos, es uno de los protagonistas fundamentales de la historia española del siglo XX. Fue este rey el que inauguró el Palacio Nacional, hoy sede del Museo Nacional de Arte de Cataluña. En este sentido, en las salas de arte moderno del museo, es posible identificar la continuidad entre las exposiciones universales de 1888 y 1929 y un “espíritu de celebración del triunfo colonial” en ellas. Es aquí donde es posible ver la consolidación de la representación pictórica orientalista y racializante de las poblaciones norteafricanas en el arte catalán.
- ¿Qué tipo de relación guarda la representación de “los otros” en el museo con los lugares de enunciación presentes en el relato de sus salas? Ante esta cuestión, Salma propone que más allá de prestar demasiada atención sobre el relato que se les da a las comunidades racializadas, sería más interesante analizar cuál es el relato que se le está ofreciendo a la población blanca sobre ella misma, sobre su propia historia y sobre lo que entra y lo que no en la idea de “arte nacional”.
- Algunas representaciones del otro que aparecen en el museo constituyen la mirada occidental y de superioridad racial que es dirigida por y para la burguesía y bohemia catalana. Estas y otras vanguardias artísticas, “aunque intentan huir de los privilegios de la burguesía, terminan sirviéndose de ella” apunta Salma. La representación de mujeres gitanas por Isidre Nonell presentes en la sala del miserabilismo son un ejemplo más de estas lógicas.
- Frente a esto, Salma se pregunta sobre posibles problemas en los esfuerzos de inclusión que podamos poner en marcha para superar “las ausencias”? La inclusión de la diversidad, realizada a través de programas educativos extendidos a la infancia y población racializada, necesita tener en cuenta las violencias simbólicas de algunos relatos que algunas piezas del museo puedan seguir reproduciendo (tal es el caso de Lina Ódena de J. Pons). En este sentido, Salma acaba preguntándose si ¿es posible que un museo de arte nacional pueda desprenderse de los relatos coloniales del "otro"? ¿Es posible romper el silencio ante la crítica a estos relatos?