LA ENTREVISTA | Xirou Xiao: “En casi todos los programas culturales e institucionales, lo 'racial' actúa como 'el suplente' del partido”

En el marco de la campaña ‘El racismo en el mundo artístico’, elaborada por el grupo de comunicación de la Red BCN Antirumores, con la colaboración de Catàrsia y la Sala Fènix, conversamos con la performer y mediadora artística Xirou Xiao.

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23/06/2020 - 13:54 h

Xirou Xiao se define como a/r/tógrafa (artista+educadora+investigadora) y mediadora intercultural y artística. Nació en Hunan (China) y llegó a España en 2013. Es creadora y directora de Cangrejo Pro. 螃蟹计划; co-fundadora de Liwai Acción Intercultural; miembro coordinadora de la Red de diáspora china en España; y miembro fundadora del COLECTIVO MA∞.

Licenciada en Bellas Artes en Guangzhou (China), Máster en Educación Artística en Instituciones Sociales y Culturales en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Actualmente, lleva a cabo su doctorado en la Facultad de Bellas Artes en la UCM, investiga ‘Performance comunitaria, acciones situadas desde la heterogeneidad de la comunidad china en Madrid’.

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?

Estoy trabajando en tres proyectos. El primero es Cangrejo Pro., una compañía de performance que hemos creado entre once chicas de origen chino, con o sin experiencia artística o performativa, en Madrid y en el que tenemos tres líneas de trabajo.

La primera, la performance que hacemos como compañía. La segunda es que funcionamos como un espacio educativo, es decir, hacemos ensayos abiertos o talleres comunitarios para todas las personas que quieran ver cómo o desde qué lugar trabajamos. Para nosotras es importante e interesante cómo visibilizar ese proceso de trabajo, aparte de la formación. Y la tercera línea, estamos abiertas a colaboraciones. Estamos teniendo muchas oportunidades de colaboración, pero antes de decidir con quién colaboramos, preferimos definirnos quién somos. Estamos intentando hacerlo todo nosotras, desde dentro, tanto la comunicación, como la producción, la grabación, la documentación, etc.

El segundo proyecto es Liwai, Li significa dentro Wai significa fuera. Es una asociación de acción intercultural y con otra compañera trabajamos conflictos reales y casos individuales, a través del arte. Somos mediadoras interculturales en el ámbito social y artístico y trabajamos sobre todo con mujeres chinas que no sólo quieren nuestra ayuda para resolver un conflicto o para resolver un problema, sino más bien un acompañamiento emocional.

Otro proyecto es la Red de diáspora china en España, una idea que surgió juntamente con Cristina Zhang de Catarsia, desde Barcelona, con Paloma Chen desde Valencia y yo desde Madrid, y en la que se fueron y se siguen sumando muchas más personas. El primer encuentro lo hicimos en El Matadero de Madrid, y organizamos un espacio mixto y no mixto. En el espacio no mixto conversamos entorno a las siguientes preguntas: ¿Quién soy? ¿Qué significa España para mí? ¿Cómo nos definimos culturalmente? Este espacio no mixto nos permite hablar desde otro lugar, desde un enfoque más humanista.

¿Con qué tipo de dificultades te has encontrado en el mundo del arte o cuáles crees que son las dificultades para las personas asiáticas o racializadas en general?

En general, las personas y las culturas alternativas y marginalizadas tienen más dificultades para acceder al mundo del arte, en comparación con las personas blancas. Además, una vez dentro de este mundo, tenemos que mantenernos constantemente en alerta para que nuestras existencias y manifestaciones no se conviertan en apropiación cultural o para no estar al servicio de la legitimación de la cultura dominante (Occidental). En España, aunque cada vez hay más investigadores de origen chino, todavía muchos de ellos buscan resistencias sólo dentro de los discursos eurocéntricos.

A nivel personal, reconozco que con mi perfil profesional, me encuentro en una posición privilegiada, no sólo dentro de la comunidad china, sino también en comparación con muchos artistas españoles.

No obstante, sí que es cierto que a nivel general las artistas racializadas lo tenemos más complicado a la hora de acceder a las instituciones. Por ejemplo, pude participar en el proyecto de El Matadero de Madrid, porque hubo una persona blanca que me introdujo a la institución. Y esto es lo que me estoy encontrando. ¿Por qué directamente yo no puedo tener ese acceso?

A nivel de subvenciones, normalmente los proyectos son presentados por personas blancas, y nos contactan para formar parte del equipo, como colaboradora. Directamente es complicado acceder a las subvenciones. Yo tengo unos objetivos y la institución tiene sus intereses. Quieren colaborar con las artistas asiáticas o racializadas porque quieren construir su imagen política. Entonces, tengo que ser consciente del motivo por el que me vienen a buscar. ¿Es por mi trabajo o por cumplir con su imagen política?

A todo esto hay que sumarle otra dificultad, el privilegio junto con la ignorancia está muy presente. El hecho de que no me respeten y valoren por lo que hago es algo que me sienta muy mal. En los espacios no mixtos, es donde podemos expresar todo este dolor. Porque a veces las situaciones de racismo nos hacen dudar de si somos nosotras que en realidad no lo hacemos bien.

El arte es una gran herramienta de transformación política. ¿De qué manera el arte que creas sirve para combatir el racismo?

El arte que creo es la performance y la característica que tiene es que es muy subliminal. Es decir, yo no tengo que preocuparme de justificar el lenguaje que estoy haciendo, tengo más libertad a la hora de crear. Entiendo la performance como una herramienta que me permite ser ese multilenguaje.

En la performance uso mi cuerpo para exponerme al público, y justamente, es interesante de ver y de leer en escena nuestros cuerpos, nuestros pelos, nuestra forma de movernos… y compartir con el público una experiencia en común, un tiempo, un espacio concreto. Para mí es muy “romántico”.

En las performances normalmente uso tres contenidos principales. Primero, el cuerpo. En el proyecto del Cangrejo Pro., somos unas once chicas, jóvenes y de origen chino; cuando estamos ahí, ya hay mucha lectura del cuerpo en sí. Y desde ahí trabajamos. No desde el movimiento sino desde la materialidad corporal.

En segundo lugar, también trabajamos desde el humor y la ironía para combatir al racismo. Por ejemplo, a través de la expresión “Eso suena a chino”, ¿cómo puedo jugar desde ahí? ¿Cómo desde el humor y la ironía hago una crítica sobre esto? Hacemos juegos de palabras y jugamos con el lenguaje. El arte ayuda a romper, no sólo desde un lugar reivindicativo, también desde el humor y la ironía.

O cuando nos dicen que los chinos no hablamos bien español o que nos falta el idioma para integrarnos. ¿Desde qué punto estamos hablando y cuestionándonos? ¿Quién está preocupado? ¿Qué piensa la gente que está en esa situación, qué siente, qué les influye? Nosotras llevamos toda esa crítica al arte, a la performance, y así mostramos una realidad desde otro lugar.

Y el tercero y último, trabajamos desde la palabra y el cuerpo. Se trata de una toma de conciencia personal. Yo llevo viviendo en España desde hace siete años y también he vivido mi proceso personal de toma de conciencia. ¿Cómo ha sido ese proceso de llegar a un país que no es el mío? Me permito hablar de la mirada.

Justamente, en este vídeo haces una reflexión sobre la mirada (¿Qué es la mirada? ¿Cómo mirar?…), ¿por qué es importante esto a la hora de crear y ser espectadores/consumidores/programadores de arte?

Antes de llegar a España no me hacía falta pensar ni cuestionar de dónde soy, porque estaba en mi país. Pero cuando llegué aquí, la gente empezó a hacerme las mismas preguntas; ¿de dónde eres? ¿Eres china? Y ahí empezó todo. Esa mirada exterior, ese cambio de país, todas esas preguntas, me hicieron darme cuenta de la diferencia y me obligaron a reflexionar acerca de quién era. A partir de esa mirada exterior, nació la búsqueda de mi identidad.

Una pregunta que hago mucho en las performances es: ¿cuándo todo el mundo te está mirando, qué quieres contar? Creo que ser mirada y escuchada es importante, nos empodera, porque la mayoría de veces la sociedad nos ignora. Esa mirada exterior me muestra que soy diferente y me hace reflexionar acerca de mi identidad. Y de ahí empecé una búsqueda personal individual, acompañada de la creación artística, a través de la performance, que me permite jugar con ser escuchada y mirada.

En un espacio con mujeres racializadas, me permite hablar desde otro lugar, la perspectiva no-Occidental, de Xirou como persona no sólo como profesional, porque al final uso una máscara para taparme. ¿Cómo quiero que me vean? ¿Cómo quiero estar socialmente?

Llevo siete años de proceso personal. El primer contacto con un país nuevo lo viví desde la curiosidad, el aprendizaje. Luego viví un proceso de asimilación, el tener que aprender un nuevo lenguaje, no sólo un idioma, sino aprender también desde qué lugar hablar. Por ejemplo, cuando se habla de integración social, ¿desde qué lugar se está hablando? Es un lenguaje, un discurso generado por la sociedad blanca. Y finalmente, hice un “giro radical”, porque ya no se trata de hacer el esfuerzo hacia un lenguaje aprendido, sino de la necesidad de trazar un mapa propio.

¿Por qué la representación y la homogeneización de una misma forma de ser recae en los colectivos racializados?

Desde una perspectiva Occidental y en un marco eurocéntrico, creo que por puro desconocimiento e ignorancia. Y a raíz de este desconocimiento y desde una situación de privilegio, se generan los estados de superioridad e inferioridad. El hecho de situarse en un lugar de superioridad, hace que pierdan el interés en conocer a la otra persona. También existe la tendencia de colocar a las personas racializadas en cajas. Así si están en su sitio, se quedan tranquilos, no les generan problemas. No se puede decir, “la comunidad china es”, es imposible, no existe, no es verdad.

¿Qué impacto crees que genera en la sociedad esta homogeneización de ciertos colectivos?

Genera una sociedad cada vez más unitaria, solitaria, hegemónica, contradictoria, incoherente y llena de odio, miedo, tristeza y frustración. Sin mucha salida.

¿Cómo inciden los imaginarios a los que se enfrentan las comunidades asiáticas, y cómo han mediado o limitado tu práctica profesional?

Es algo realmente estructural, porque en casi todos los programas culturales e institucionales, lo “racial” actúa como “el suplente” del partido.

En mi práctica profesional, por un lado, me pregunto hasta qué punto y hasta cuando quiero “aprovechar” mi perfil como mujer, china, joven, artista en España desde una estrategia metodológica. Por otro lado, tengo que estar en alerta constante y trabajarme para poder manejarme en diferentes situaciones y contextos concretos, para que mis acciones y participaciones no se convierten de la legitimación de la cultura dominante (Occidental).

Esta situación, a veces, me genera cansancio, ya que el contexto social no me permite “olvidar” mi identidad impuesta. Porque incluso “olvidar” supone otro doble esfuerzo. Gastamos muchas energías en justificarnos…

El año pasado, el Espai Avinyó organizó la actividad ‘AM I BRUCE LEE’, y en el espacio de debate se comentó que normalmente a los rostros orientales se les asocia con la tradición y que cuando no representan esta tradición, aparecen las críticas, y ya no les parecen interesantes. ¿Has vivido esta situación?

Cuando acababa de llegar a España, sí que empecé a buscar desde mi raíz, desde el ser china, pero desde un nivel muy inconsciente, porque repetía el imaginario de la sociedad española sobre la “cultura” china, y usando por ejemplo, la caligrafía china en el arte. A lo largo de este proceso fui cambiando, por un lado, ahora desde la perspectiva no-Occidental, vuelvo a mirar a mi herencia cultural, aprovechando el término “la cultura como tradición viva” (culture as living tradition).

Las tradiciones culturales aquí no están definidas en un sentido fijo, sino se conservan y enriquecen a través de la constante comunicación transcultural e intercultural; además siempre implica un compromiso crítico y el diálogo con las tradiciones culturales en constante interacción con otras culturas. El lenguaje que uso ahora en las performances en sí ya es contemporáneo.

Sí que esto se ve por ejemplo, en la celebración del Año Nuevo chino en Madrid, una fiesta muy grande, dónde se busca una imagen cultural muy clara y que a mí me genera cierta alerta, porque creo que se podrían hacer muchas más cosas y, además, esto ni lo hago en China.

Sí que es cierto que a las mujeres que conozco y que son de otra generación sí que les gusta esta celebración y esta forma de identificación emocional a través del baile cultural, tradicional… Pero mi interés personal no pasa por aquí.

¿Crees que estas prácticas culturales y folclóricas refuerzan los estereotipos y los discursos discriminatorios hacia la comunidad china?

Para mí depende de la mirada. Sí que hay mucha gente de otra generación, que está llenando y rellenando ese folclore de la imagen cultural china, porque quizá tiene la necesidad de vincularse emocionalmente desde allí. El problema del folclore es cuando se nos clasifica a todas las personas chinas allí. Yo creo que la complejidad está en la mirada. ¿Desde dónde miramos? ¿Qué imagen nos viene cuándo miramos?

¿Dónde sitúas la línea entre el activismo y la vida artística?

Para mí no se separa de la vida. Lo que hago es una combinación de arte con activismo, entender el activismo desde el conocimiento situado, el ‘Artivismo’.

¿Cuál es la situación actual de la comunidad asiática en la lucha antirracista?

En Madrid que es la realidad que conozco, estamos empezando. Por ahora, y a diferencia de la comunidad afro que está muy organizada, somos poca gente. Por la historia migratoria en España, es un colectivo todavía muy joven. Tampoco es fácil crear un colectivo, ya que primero tenemos que juntarnos y luego hay que hacer un proceso de aprendizaje propio y de conciencia a nivel más comunitario.

Sí que hay inquietudes. Sí que hay movimiento y estamos intentando aparte de hacer acciones individuales, tejer redes entre nosotras. El tema es que hay que usar otro lenguaje con el que las personas asiáticas se sientan cómodas y no usar solamente el que proviene de Occidente. Por ejemplo, la palabra feminismo.

La mayoría de la población china no está en este contexto. Pero esto no significa que no sufran el racismo, el machismo… La mayoría de la población china está viviendo esta realidad. Y aquí es donde aparece el arte para poder inventar otro lenguaje, otro enfoque, otro territorio, para que las personas chinas se sientan cómodas para expresar lo que necesiten.

Por esto trabajo como mediadora intercultural, dentro de la intervención social. Desde este lugar es donde realmente toco la realidad del conflicto y sus necesidades reales de sobrevivir. Porque estas personas sufren violencia de género, racismo, mucha violencia estructural… ¿Cómo llegar ahí para poder trabajar? Porque tampoco se trata de que yo crea un lenguaje para ellas.