En junio de 2016, el Ayuntamiento de Barcelona presentó la Estrategia contra la feminización de la pobreza y la precariedad en Barcelona, durante la segunda sesión plenaria del Consejo contra la Feminización de la Pobreza. La Estrategia se concreta en 71 actuaciones con el objetivo de combatir desde diferentes ámbitos la situación de desigualdad que padecen las mujeres y que las expone a una mayor vulnerabilidad social y a un mayor riesgo de pobreza.
La Estrategia plantea un horizonte temporal de ocho años, tiempo suficiente para poner en marcha nuevas dinámicas que contribuyan a reducir la pobreza y las situaciones de precariedad femenina a medio y largo plazo en la ciudad. Las actuaciones previstas pretenden actuar sobre las raíces de los procesos de feminización de la pobreza y la precariedad, incidiendo sobre aspectos estructurales como la discriminación en el mercado laboral, las desigualdades en la distribución de cuidados y el trabajo doméstico, el acceso a la vivienda, o la mejora del estado de salud, reconociendo al mismo tiempo los límites de actuación desde el ámbito local, pero con la voluntad de desafiar dinámicas globales claramente injustas.
Existen poderosos factores estructurales que sitúan a las mujeres en posiciones de desigualdad respecto a la pobreza. Menores tasas de actividad laboral, una tasa superior de paro estructural, una mayor incidencia de contratos temporales y a tiempo parcial, y unos salarios sensiblemente inferiores, contribuyen a que las mujeres mantengan una relación más precaria con el mercado laboral en comparación con los hombres y que la protección vinculada a las cotizaciones a la seguridad social sea, a la vez, más débil para las trabajadoras que para los trabajadores.
Entre las mujeres mayores se acumulan, asimismo, pensiones bajas, situaciones de soledad (el 77% de las personas mayores que viven solas son mujeres) y de dependencia, a causa del fracaso de un sistema de protección social fundamentado en cotizaciones provenientes del trabajo asalariado. Una concepción del trabajo capitalista y patriarcal que ignora las tareas no mercantilizadas convierte a aquellas personas que han trabajado toda su vida en el cuidado y en hacer posible la vida, en las olvidadas del sistema de seguridad social y de los mecanismos de protección para personas mayores. El escaso valor que el mercado otorga a las tareas tradicionalmente feminizadas contribuye, también, a que las cotizaciones de las mujeres sean bajas y, su protección social, más débil que la de los hombres.
En el ámbito familiar, las mujeres sufren mayor riesgo de pobreza que los hombres cuando se produce una ruptura de pareja o cuando asumen un hogar en solitario. No en vano, los hogares con mayor riesgo de pobreza en la ciudad son los monoparentales. El hecho de estar a la cola en políticas de apoyo a las familias y en protección a la infancia convierte tener criaturas en un factor de riesgo de pobreza que incide con especial dureza dentro de estos hogares.
Si analizamos el fenómeno de la pobreza desde una perspectiva de interseccionalidad y desde la combinación de la desigualdad de género con otros factores de desigualdad como el origen o la edad, vemos cómo esta pobreza femenina aparece en los rostros de las mujeres migradas, las mujeres mayores o las mujeres que sustentan familias monomarentales.
Hemos querido dedicar el número 21 de la revista Barcelona Sociedad a recoger diferentes puntos de vista sobre la feminización de la pobreza desde el rigor académico y la investigación, para profundizar en estas vulnerabilidades y generar un espacio de reflexión que oriente el desarrollo de políticas públicas que combatan las desigualdades. La pobreza y exclusión social no están inscritas de manera fatalista en el destino de ninguna sociedad. Tampoco la desigualdad o la marginación. Al contrario: la pobreza y la exclusión son susceptibles de ser abordadas desde los valores, la acción colectiva, la práctica institucional y las políticas públicas. Queremos partir de esta base. Queremos ser una ciudad que pone a disposición de los ciudadanos y ciudadanas las mejores condiciones de vida, que facilita el desarrollo de proyectos personales, individual y colectivamente. Una ciudad que trabaja intensamente para la cohesión, y que se propone luchar expresamente contra todo tipo de exclusiones, desigualdades, pobreza o discriminaciones.
Laia Ortiz
Teniente de alcaldía de Derechos Sociales
Ayuntamiento de Barcelona