El año 1983, Jose Luis Pico vio cómo parte de su entorno caía en el infierno de las drogadicciones. Este hecho, sumado a la falta de una oferta de ocio en el barrio, el Turó de la Peira, le motivó a fundar el CFS Montsant y ofrecer a la juventud de la época un entorno seguro y saludable. Empezó haciendo de entrenador con un equipo juvenil de chavales que provenían de la calle Montsant, de aquí el nombre. Hoy, 40 años después, el club está formado por 32 equipos integrados por 350 niños y niñas.
Dos generaciones de futbolistas
Tantos años dan ya para dos generaciones de futbolistas. Es el caso de Toni, el padre, y Luca, el hijo (en la imagen, con Jose Luis Pico). Toni tiene 42 años y juega en el primer equipo, que este año milita en la Segunda División B tras el ascenso alcanzado el año pasado. Entró en el club a los 15 años por un amigo, y explica que eso le permitió “vivir un ambiente deportivo y saludable, en el que disfrutaba jugando a fútbol”. Hoy, además de competir en el primer equipo, no se ha desvinculado del mundo del deporte: trabaja en una empresa que presta servicios deportivos y en el CFS Montsant hace de monitor y voluntario. Sentado a su lado está Luca, su hijo de 11 años, que la escucha atentamente. “Es un orgullo que Luca continúe”, dice. Y él le devuelve el cumplido: “yo juego de ala, como mi padre. De pequeño ya me fijaba en él, y ahora me gusta mucho cuando me dicen que me parezco”. Luca juega en el “Infantil A” y es feliz con la pelota en los pies. “Se me da bien y me gusta estar con los compañeros y el entrenador. La gente es muy próxima y te cuidan. Es como estar en casa”. Y confiesa que, si alguna vez tiene un hijo, le gustaría que también jugara en el CFS Montsant.
José Luis explica que hay más familias como la de Toni y Luca, y esto le hace sentir orgulloso. “Ahora ves el premio, ves a los padres y a los hijos, y sientes la satisfacción de haber hecho bien las cosas”. Pero asegura que para mantener el club “hace falta mucho sacrificio, es un club familiar. Y más ahora, que hemos tenido que hacer una fuerte inversión en el primer equipo”. Explica que las familias pagan una cuota para que los niños y niñas puedan jugar, pero que “nuestra máxima es que un niño no se quede sin jugar por culpa de un problema económico”. En este sentido, está agradecido al esfuerzo del Ayuntamiento de Barcelona por becar jugadores para que puedan formar parte de sus equipos.
El club, además de ser referente deportivo, es también una entidad cohesionadora y que hace barrio. El CFS Montsant participa, a modo de ejemplo, en la cabalgata de Reyes, en la fiesta mayor del barrio y en el Carnaval.
Cantera de jugadores profesionales
Jose Luis mira al futuro con optimismo, aunque reconoce que les cuesta disponer de instalaciones en las que poder entrenar. Pero la ambición de formar futbolistas no se pierde, y si algunos llegan a jugar en equipos punteros, todavía mejor. Este es, precisamente, el caso de Julito (solo, en la imagen), que jugó siete años en Primera División con Industrias Santa Coloma. Él entró en el CFS Montsant con 13 años, después de conocer a Pico de su etapa como monitor de comedor en una escuela de Nou Barris. Estuvo solo un año, pero prometió que volvería. Y cumplió. La temporada pasada, en su último año como jugador, ayudó al primer equipo a alcanzar el ascenso a la Segunda División B. En medio queda una etapa como futbolista profesional con Industrias Santa Coloma, el Pinseque de Zaragoza o el Martorell. Julito, como Toni, tampoco se ha desvinculado del mundo del deporte: actualmente regenta una tienda de deportes en la Prosperitat, Prospe Sport, sin perder el contacto con el CFS Montsant ni con Jose Luis Pico, “el gran referente”, en palabras de Toni.