La sede del consulado ucraniano de Barcelona está, estos días, llena hasta los topes. Ahí se acercan, sobre todo, personas refugiadas que huyen de la guerra y que necesitan regularizar su situación. Sólo en Barcelona han llegado 5.000, según asegura Olga Dzuyuban. De origen ucraniano y noubarriense de adopción, es la impulsora del Ucrania Fest, el festival ucraniano que cada año se celebra en la plaza Virrei Amat. Desde hace unas semanas, sin embargo, no está para fiestas.
Olga es la presidenta de la asociación Djerelo, ubicada temporalmente en el consulado. Ella y otro miembro de la entidad, Ihor Frolov, trabajan incansablemente para ayudar en lo que haga falta. Pero no dan abasto. En el teléfono móvil de Olga, en sólo un día, hay 203 mensajes para leer. No es extraño, pues, que a la pregunta de si están desbordados responda afirmativamente. Necesitan ayuda para todo. La más urgente, ahora, alojamiento para las familias y trabajo. “Queremos que se queden a vivir lo más cerca posible de Barcelona”, explica. “La mayoría” – continúa – son universitarios. Llegar aquí y tener que pedir trabajo les cuesta. Se sienten mal y les da vergüenza. Por eso necesitamos que lleguen propuestas de trabajo”. Como la lengua puede ser un obstáculo insalvable, quieren impartir unos cursos de idiomas. Están buscando local para conseguirlo.
De momento, lo que ya tienen es una escuela para los niños y niñas acabados de llegar. La abrieron en octubre, cuando ni se imaginaban el escenario actual. Ahora, la tienen destinada exclusivamente para los niños ucranianos. “Están bastante estresados. Es verdad que se adaptan deprisa pero necesitamos profesionales de la psicología que nos ayuden, que les puedan hacer entender qué está pasando, qué les ha tocado vivir”.
“Tardan entre 7 y 10 días, llegan exhaustos”
Y es que después de unas semanas concentrando esfuerzos por enviar material hacia Ucrania, ahora se centran en las personas que llegan del país. “Tenemos una flota de taxis que les va a buscar en el aeropuerto y en Sants. Tenemos personas voluntarias que van a la frontera a recoger a los refugiados. Y otros los acogen en su casa. Después de entre 7 y 10 días de camino, llegan agotados, no han comido bien y no se han podido cambiar de ropa”. “Para que os hagáis una idea, necesitamos cosas tan básicas como ropa interior, cochecitos para bebés o juguetes para los niños”, concluye.
De momento salen adelante gracias a la ayuda desinteresada de muchas personas. “Estamos muy agradecidos, la gente de aquí es muy amable, nos ayudan con lo que pueden. Nos llaman de farmacias para darnos medicamentos y tenemos ropa nueva directa de fábrica”. “También tenemos – explica – una persona que se dedica únicamente a hacer de traductora, otros que nos ayudan a organizar el alojamiento, otros que se encargan de la recogida de alimentos y medicamentos, y otros que con sus camiones se encargan de llevarlo todo hacia Polonia”. Actualmente disponen de una nave en el puerto de Barcelona y de dos más en Badalona, donde almacenan el material para enviar hacia su país. Ahora, explica, necesitan “un punto de recogida para las personas terminadas de “llegar”.
“Sólo queremos vivir en paz”
Olga sufre, pero se siente fuerte: “estoy bien de ánimos”, asegura. Tiene familiares en Ucrania, un sobrino y una sobrina, que no quieren huir del país. “Donde ellos viven no han bombardeado todavía, pero cada día suenan las alarmas antiaéreas. Mi sobrino vive en un séptimo piso pero no quiere marcharse, no quiere buscar refugios porque le da miedo la repercusión mental que puede tener eso en sus hijos”.
“Nosotros sólo queremos vivir en paz, no queremos guerras”, asegura. Y está convencida de que “ganaremos”. Entonces, concluye, “volveremos a celebrar el Ucrania Fest”.
Contacto con Djerelo
Si queréis ayudar a la asociación Djerelo, lo podéis hacer de las siguientes formas:
- Facebook: @djerelo.bcn
- Correo electrónico en: asociacion@djerelo.eu
- Teléfono: 641 352 251