El objetivo de la nueva estrategia es consolidar las políticas municipales para luchar contra la desigualdad y la discriminación hacia las mujeres en todos los ámbitos. El Plan por la justicia de género 2021-2025 se plantea como una hoja de ruta transversal que incorpora la perspectiva de género en las prácticas municipales y que quiere ser un motor de cambio para todos los agentes de la sociedad.
La hoja de ruta incluye la evaluación del impacto de la crisis de la COVID-19 en la desigualdad entre hombres y mujeres, que todavía no se ha podido cuantificar y que es fundamental para afrontar la situación pospandemia.
Territorialización e interseccionalidad, puntales del nuevo plan
La estrategia municipal para la justicia de género se plantea en torno a dos retos:
- Territorialización: las políticas de lucha contra la desigualdad y la discriminación tienen que llegar a todos los barrios, hay que implementar soluciones de proximidad que se adapten a las características de cada zona.
- Interseccionalidad: es importante entender y tener en cuenta las discriminaciones y formas de desigualdad de género en toda la diversidad de la ciudadanía. Por lo tanto, hace falta comprender, abordar y combatir las desigualdades generadas en determinados colectivos y personas teniendo en cuenta el cruce de diversos factores, como la edad, el origen, la clase social o la diversidad funcional.
Cuatro ejes para combatir la desigualdad
Con el objetivo de concretar las actuaciones que se llevarán a cabo en los próximos cinco años, el plan se articula en cuatro ejes:
- Cambio institucional: se centra en el funcionamiento interno del Consistorio para impulsar un buen gobierno en términos de equidad de género y consolidar el cambio organizativo para garantizar la incorporación de la perspectiva de género en el funcionamiento, las prácticas, los instrumentos de gestión pública y la cultura de la institución. Incluye trece ámbitos de actuación, como la superación de la brecha de conocimiento de género en la recogida y el tratamiento de datos internos y externos, la paridad de género en la toma de decisiones, la evaluación del impacto de género del presupuesto municipal y el avance en la aplicación de cláusulas de género en los contratos municipales.
- Economía para la vida y organización del tiempo: para alcanzar un modelo económico más justo y más sostenible, que garantice la igualdad en las condiciones de vida entre mujeres y hombres, hay que reconocer el papel fundamental de todos los trabajos necesarios para la subsistencia, la reproducción y el bienestar de las personas, así como la asunción corresponsable de los cuidados. Este eje se articula en cinco ámbitos e incluye la promoción de formas de organización de los usos de los tiempos más saludables, igualitarias y eficientes, el abordaje de la feminización de la pobreza y la precariedad, que pueden alcanzar nuevas formas a raíz de la pandemia, la lucha contra la brecha digital de género, el acceso de las mujeres a las industrias TIC, el impulso al emprendimiento femenino y la economía social y solidaria.
- Ciudad de derechos: la ciudad es un espacio de defensa y garantía de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres. Este eje se estructura en trece ámbitos, en los que destacan la apuesta municipal por trabajar las masculinidades más allá de las violencias, implicando a los hombres en el trabajo por la igualdad de género, la promoción de políticas públicas para visibilizar la diversidad sexual y de género, realizando acciones para prevenir la LGTBIfobia, o el fomento de una atención sanitaria sin sesgos de género. También incluye la incorporación de la perspectiva de la diversidad sexual y de género en los diferentes espacios educativos de la ciudad, en especial para la transformación de los modelos de masculinidades, o la recuperación de la memoria histórica de las mujeres.
- Barrios próximos y sostenibles: el último eje del plan se centra en fomentar, desde una perspectiva feminista e interseccional, unos barrios que pongan la vida cotidiana en el centro, que la hagan más confortable y que sean más justos, participativos, seguros y sostenibles. Se divide en cinco ámbitos que incluyen aspectos como el impacto de la crisis climática sobre las mujeres, el urbanismo de género o la movilidad sostenible, segura y equitativa en que los desplazamientos se puedan hacer con autonomía.