Anyely Marín Cisneros: “Hay que crear estrategias para romper con los estereotipos y dejar atrás la exotización y la folklorización”

Investigadora y docente. Trabaja en la intersección de las políticas del cuerpo y la historia de las ciencias para mapear las nuevas lógicas racistas. Junto a Rebecca Close co-dinamiza @criticaldias una plataforma de intervenciones críticas que combina lecturas colectivas, elementos multimedia y espacios pedagógicos. Forma parte de la Red Conceptualismos del Sur.

Conversamos con Anyely Marín para seguir reflexionando en torno a los temas que nos puso sobre la mesa en su participación en dos actividades organizadas por el Programa BCN Interculturalidad.

El 21 de marzo, Día Internacional contra el racismo, participaste en la mesa redonda El racismo tiene memoria. ¿Qué resaltarías?

En esta mesa redonda hacíamos el ejercicio de historizar lo que hoy entendemos como relaciones interculturales y raciales. Creo que es un trabajo pendiente en el contexto del Estado español con respecto a sus antiguas colonias y con otros países con los que tiene una relación asimétrica y de dominación, incluyendo Marruecos.

El ejercicio de reconstruir un relato desde la distancia histórica que nos permita comprender esas relaciones en la actualidad no es muy común. Pienso que debemos seguir trabajando en esa dirección y reconstruyendo la memoria del racismo, porque si no pareciera que el racismo no tuviera un comienzo; pareciera que el racismo es tan solo un prejuicio aislado, sin relación con procesos políticos, económicos y coloniales. Ubicar el racismo moderno a partir de procesos coloniales, de dominación y de guerras de conquista, es muy importante para entender el racismo hoy en día.

También es importante entender la derivación de viejas formas de racismo biológico a nuevas lógicas racistas que se enfocan en la figura del migrante. Los migrantes encarnamos ahora lo que antes encarnaba el negro o la población esclava de la colonia. Ese otro que tanto el Estado como la estructura social desearía que no estuviera aquí.

Para entender la discriminación racial, hay que comprender su construcción histórica...

El nacimiento del racismo está muy vinculado a la memoria colonial; al momento en el que se hace una invasión, una guerra y se tienen que generar políticas, discursos y técnicas de dominación que pasan por inferiorizar al otro. En este proceso de guerras de conquista se crea una serie de sujetos a partir de la idea de que son inferiores o indeseables y que hay que educarles. Se trata de distintas formas de inferiorización que van cambiando con el tiempo.

Cuando se comienzan a dar los grandes procesos migratorios de excolonias hacia Europa, bien sea de colonias del Caribe a Inglaterra, o de países suramericanos o africanos a España, Italia, etc., entonces las personas migrantes ya entramos encarnando viejas nociones de inferioridad.

No se nos trata como iguales, sino como seres inferiores que tienen que ser colonizados, y aquí es donde comienzan a activarse discursos xenofóbicos. Depende del tipo de extranjeros el estereotipo que se levanta va a ser uno u otro. A partir de esas ideas estereotipadas se cae en viejas figuras del racismo y se les adjudican al migrante.

El 4 de abril, realizaste un taller en el marco del ciclo ‘Miradas críticas’ sobre herramientas metodológicas para trabajar las memorias migrantes en el barrio. ¿En este caso, qué destacarías?

En el taller planteábamos que a menudo, para hablar de los migrantes se recurre a estrategias de exotización y de folklorización. En determinados casos, la fiesta de la comida surasiática, para poner un ejemplo, puede servir como primera estrategia, para crear un espacio de conocimiento y crear cierta conciencia de la presencia surasiática, pero la vida de las personas se está desplazando hacia un elemento cultural exótico.

Esto funciona como una segunda manera de invisibilizar la vida real de las personas y los procesos migrantes reales. ¿Por qué se desplazó la población colombiana con tanta fuerza en los años 90 hacia distintas partes del mundo y también hacia España? ¿Por qué a finales de los 80 y principios de los 90 vinieron los ecuatorianos? ¿Por qué en estos últimos tres años hay una gran cantidad de venezolanos pidiendo asilo? Esta historización y reconocimiento de la vida real de la población no se puede hacer a través de festividades sobre elementos culturales.

Justamente, en este taller, propusiste una de las siguiente preguntas dinamizadoras. Nos podrías explicar brevemente a que te refieres cuando nos planteas ¿de qué manera las políticas e iniciativas de promoción de la memoria local recogen y amplifican las experiencias de las personas migradas?

En Barcelona, en muchas ciudades europeas, pero también en aquellas ciudades centrales del mundo donde hay muchos migrantes pocas veces la memoria histórica suele recoger lo que las poblaciones migrantes han imprimido sobre la ciudad y cuánto la han transformado.

Barcelona no sería lo que es sin la migración paquistaní, marroquí, suramericana, africana... es decir, las migraciones transforman las dinámicas económicas, culturales, de alimentación, lingüísticas, vecinales, cooperativas, etc… Y por otro lado, hay una cantidad de conflictos locales, barriales, escolares y laborales que tienen que ver con ese no reconocimiento real y efectivo de la migración.

Cuando se construye la memoria histórica hay dos discursos dominantes. El discurso oficial, más dominado por cierta derecha cultural, que habla de las glorias de la nación: cuándo se construye la ciudad, quién puso la primera piedra, etc. Y a ese discurso se le ha opuesto otra construcción historiográfica a partir del final de los años 60; el discurso de la izquierda y la historia social: de la historia obrera, de las clases bajas, de cómo las clases bajas transformaron, disputaron espacios, crearon barrios, crearon cultura, etc.

En estos dos discursos no aparecen las figuras migrantes que son tan importantes. Hay unos conflictos escolares, locales y barriales que tienen que ver con la falta de reconocimiento simbólico lingüístico, económico y de existencia. Por ejemplo, si en un barrio se cuenta la historia desde el punto de vista de la historia obrera; en un barrio en que a partir de los años 80, 90, 2000 y los 2010 ha tenido sucesivas migraciones y, donde el obrero es el recuerdo de algunos abuelos pero que no es la realidad del barrio, se está construyendo una memoria falsa. Se está produciendo una negación activa de lo que vino después.

Es como si se pensara que los migrantes amenazan esa memoria. Creo que hay que comenzar a pensar estrategias de memoria que tengan esto en cuenta: ¿Qué factores económicos, sociales, de exclusión y qué dinámicas se están dando para que esos viejos asentamientos de clase trabajadora sean ahora los lugares de los migrantes? Desde el punto de vista oficial de la memoria de Barcelona actual, hay memorias migrantes que apenas aparecen, memorias migrantes sobre las cuales no se profundiza.

¿Cómo se relaciona la memoria de la discriminación racial y las memorias migrantes en los barrios?

Si pensamos en la Europa hasta el siglo XVII, ser blanco no daba ningún privilegio, se podía ser una persona blanca servil, esclava o indeseable. Los exilios y los castigos no tenían que ver con el color de la piel, pasaban por otros factores. Cuando se inventa una diferencia racial, adjudicada al color de piel, se creó la ruptura de alianzas entre serviles y al mismo tiempo un privilegio que sirve para inferiorizar al otro.

Y en esta dinámica de inferiorizar, en este caso al migrante, se reproduce en los barrios de clase baja, donde existen pocos privilegios. En estos barrios se dan unas tensiones raciales que tienen que ver con esta falta de poder real de un grupo y de otro. Si pensamos en jóvenes de distintos países musulmanes, a los cuales permanentemente se les está vigilando, se está cuestionando sus formas de ser o de pensar, ahí estamos hablando de una población que tiene que disputar permanentemente su identidad.

Por supuesto que es un grupo que se siente presionado con respecto a cómo construir su identidad. Si ese grupo de jóvenes es presionado por un grupo de jóvenes blancos que viven aquí y que están asentados desde el punto de vista cultural: apellidos, familias, lengua… se van a producir viejas tensiones raciales. Creo que habría que trabajarlo e historizarlo más, porque hay una importante relación entre el uso de los falsos privilegios para sentir cierta cuota de poder.

¿Cómo configurar nuevos imaginarios que nutran el tejido comunitario, la complicidad y los espacios de lucha a partir de las experiencias interculturales vecinales?

Es  imperativo atender la configuración de imaginarios, maneras de ver, referentes simbólicos, aspectos que nos son indiferentes; cuando miro al otro y veo su color de piel, inmediatamente lo lleno de sentido, a partir de un imaginario estereotipado y racializado. Por lo tanto, hay que crear estrategias para romper con los estereotipos y dejar atrás la exotización y la folklorización, esa es una política cultural de los años de posguerra. El folklore era la estrategia de la Unesco para reconocer la diversidad del mundo después de la guerra. Ya no necesitamos políticas folklóricas.

Creo que la configuración de nuevos imaginarios pasa por crear espacios para la amplificación de la voz que permite que en un período de dos, tres o cinco años, la comunidad migrante cree sus propios referentes, su propio discurso como migrante. La creación del imaginario pasa por amplificar esa voz y crear escenas donde ese sujeto contemporáneo se vea claramente.

El crecimiento de la indiferencia no es casual, es parte de nuestro imaginario, es un valor del capitalismo, que hace que no veamos o no nos sorprenda la pobreza entre cierta gente, y en cambio la pobreza de otros nos sorprenda mucho.

¿El racismo estructural, la xenofobia y el endurecimiento de las fronteras impactan los imaginarios y las auto-narrativas barriales?

Claro. ¿Por qué es importante recuperar la memoria migrante activa, real y contemporánea? Porque Europa y las políticas europeas han dado un importante paso hacia la derecha. Incluso las políticas de la izquierda están tensionadas por esa noción de la derecha sobre Europa como frontera dura; sobre el extranjero como alguien indeseable, y este endurecimiento ha creado una multitud de discursos xenofóbicos.

El discurso xenofóbico de la Unión Europea va cayendo en capas en la estructura social. En los barrios donde la convivencia migrante es real, se reproduce esta frontera de una manera dura, conflictiva, que se expresa en el bulliyng, en palizas o en la obstaculización de todo tipo, como el hecho de no alquilar pisos a los migrantes, por ejemplo.

Por lo tanto, esta reproducción exige que creemos una política migrante que desactive estos discursos que atraviesan la relación de una xenofobia oficial, bastión de Europa, con dinámicas a escala local; en escuelas y barrios. Una política que permita cortar con la interrelación de la xenofobia estructural y la xenofobia a pequeña escala.

Los discursos de Europa como frontera se reproducen inmediatamente en la vida local y barrial, por tanto, las políticas de la memoria migrante son más urgentes que nunca, porque si desde la política de la memoria del barrio se invisibiliza la vida del migrante real, no estereotipado, se está reproduciendo el discurso de los medios y el discurso de la alta política.

Los migrantes no estamos de paso. Hay una fantasía inconsciente en la derecha y en la izquierda de que Europa alguna vez volverá a ser sólo blanca. Y esto no es así. El mundo va a migrar cada vez más. Y se está transformando cada vez más. No va a haber pureza de sangre nunca más. Entonces hay que habilitar los imaginarios migrantes y que éstos aparezcan con todo su brillo, porque no es que los imaginarios migrantes no estén, es que no están siendo reconocidos, ni visibilizados, ni identificados.

Como migrantes, estamos haciendo multitud de cosas, viviendo en distintas formas de organización, existimos con todo lo que esto implica y son las políticas europeas las que no quieren darle el amplio reconocimiento a nuestras existencias.

En el taller, planteaste algunas recomendaciones prácticas en relación a cómo podemos tener en cuenta estas reflexiones a la hora de promover una producción de historia multicéntrica a nivel local. ¿Cuáles resaltarías?

Resaltaría el hecho de crear alianzas en la diferencia y el pensar que las memorias migrantes y las vidas migrantes son tremendamente dinámicas y que no están aisladas o están haciendo vida permanentemente con la gente local. Ese impacto simultáneo de un grupo sobre otro y cómo se van creando nuevas relaciones hay que resaltarlo y reconocerlo.

También resaltaría la importancia que tiene devolver la contemporaneidad a todos los sujetos. Dejar de ver la contemporaneidad como un tiempo exclusivo de Europa.

Finalmente, resaltaría el hecho de historizar las comunidades migrantes, darles contexto. Dejarlas de ver como figuras vacías. Porque el migrante se construye a veces como fantasma: no habla nada, no sabe nada, no tiene pasado, no tiene recorrido vital… Entonces eso que se deja como vacío es lo que el imaginario racista va a llenar de sentido.

Estas ausencias no explicadas se generan no sólo a nivel local, también a un nivel más macro. Un ejemplo, podría ser que al referir-nos a la memoria histórica en España se piensa solamente en la Guerra Civil española. ¿Por qué sucede?

Porque la memoria es, en realidad, una política. Por eso se habla de políticas de la memoria porque es lo que recordamos o lo que estudiamos en los libros de historia en la escuela. Lo que los presidentes y el rey, por ejemplo, recuerdan en la televisión sobre España es una selección de eventos que se hacen desde el poder para crear un discurso nacional y regional.

En esa política de la memoria, el franquismo tuvo un papel muy destacado, ya que logró crear el concepto cultural de Hispanidad. Un concepto que ha tenido mucha fuerza política y una capacidad de aglutinar distintos grupos culturales, económicos, desde las clases bajas hasta las altas, relaciones internacionales de las élites latinoamericanas con las elites españolas. La izquierda se opuso al franquismo y a la terrible política de la dictadura, pero no se opuso a la política cultural de la hispanidad, que oculta una política anterior; la política colonial, con el consecuente y poco reconocido papel de España en la creación de la deshumanización del otro y el racismo moderno.

Des del siglo XVIII, durante la ilustración, España tiene una participación protagónica en la emergencia del concepto moderno de raza en la cultura global, y esto no se dice y no se reconoce. Por otro lado, España se apegó al relato del fin de la Colonia como su fracaso, y la manera de recuperarse de esa vergüenza fue a través de la Hispanidad.

Cuando recupera algo de la memoria colonial, recupera el siglo XVI y el siglo XVII que son sus momentos de gloria. Del siglo XVIII no habla porque en el siglo XVIII comienza la política negrera dura que enriquece ciudades como Madrid y Barcelona. Entonces esta parte la ocultan y cuando hay que hablar de la memoria, de las grandes hazañas de la Hispanidad se van al siglo XVI y luego esto es lo que sirve de aglutinador social y político. A esto habría que oponerle otra memoria, ya que una política de la memoria solamente se puede modificar mediante una conciencia opositiva, como diría Chela Sandoval.

¿Qué recomendarías a los centros cívicos o a los museos a la hora de organizar su programación?. ¿Cuál sería tu propuesta?

Una de las estrategias posibles es contextualizar la presencia de las gentes, darle un sentido histórico; que los migrantes dejen de ser una figura vacía. Reconocer que detrás hay un proceso vital atravesado por factores políticos i/o económicos y proyectos personales. Darle un contexto, amplificar la realidad de comunidades.

Otra estrategia sería crear políticas y acciones culturales que reconozcan el plurilingüismo de una ciudad. Se suele decir que los migrantes, sobre todo los asiáticos y los africanos, ‘no hablan’ o ‘hablan mal’. La idea de que el otro no habla es ignorancia nuestra, de los castellanohablantes o catalanoparlantes. Creo que hay que desactivar esto creando escenas en el que ése que parece que no habla nada pueda hablar, aunque eso implique que nosotros no entendamos. Las distintas formas de memoria no reconocen ese conocimiento y empoderamiento sino que tratan más bien de desconocerlo y desacreditarlo.

También habría que crear alianzas en la diferencia, es decir, no tenemos por qué encontrar todo lo que nos identifica para poder ser aliadas en determinada cosa. Hay que hacer de la diferencia un valor.

Abandonar las prácticas de exotización y folklorización es otra estrategia que propondría. Yo creo que des de un centro cívico, desde una fiesta de barrio, desde un lugar más oficial de la ciudad, hay que ponerle un freno. Ésta no puede ser la política intercultural dominante, ya que sigue excluyendo a la propia gente a la que supuestamente quiere incluir. Creo que habría que crear estrategias donde la propia comunidad esté involucrada en el cómo y en el qué acerca de reconocimiento, memoria, etc.

Esta es la estrategia que en el taller llamábamos ‘Amplificación de la memoria migrante’, es decir, crear los canales de interlocución y de escucha para que sean las comunidades migrantes las que puedan generar su memoria y que no se genere una política desde arriba. Distintas estrategias para que la voz que está allí se amplifique y pueda tomar lugar.

Creo que los conflictos raciales migrantes en los barrios de clase baja, no se van a desactivar con fiestas exotizantes. La estrategia exotizante es una forma de encubrir el racismo; racializa al otro porque lo convierte en una figura que no es contemporánea. Esa es otra de las estrategias que recomendaría: mirar la contemporaneidad del migrante.

Europa se ha construido a sí misma como contemporánea y todo lo demás lo considera atrasado. Esa no contemporaneidad, esa incapacidad para ver la contemporaneidad de las comunidades migrantes, incide en las políticas de memoria. Lo migrante además es algo que está constantemente cambiando. La migración plantea una dinámica que la memoria histórica no plantea. No veo que se estén desarrollando las herramientas para hacer frente a esto, como parte de una interculturalidad real.

Finalmente y, para profundizar en estos y otros temas, ¿nos podrías recomendar lecturas, autor(a)s, colectivos, iniciativas / buenas prácticas que tengan en cuenta estos criterios?

Recomiendo a Manuel Lucena Salmoral, un historiador de la Universidad de Alcalá, que murió el año pasado y que dedicó muchos años a la historia de las leyes raciales y coloniales enfocadas en la idea de raza. Es uno de los pocos historiadores españoles que ha tratado de rastrear y trazar el racismo español con las leyes raciales. Tiene varios libros publicados por la Unesco, ya que entró dentro del programa para la erradicación del racismo.

De la esclavitud al trabajo asalariado’, de Moulier-Boutang, establece una relación desde la esclavitud, dónde no hay salario, hasta el trabajo migrante que se ejerce en Francia y en Europa a principios de los 2000. Hace una vinculación interesante entre la figura del migrante y las distintas figuras del trabajador asalariado a lo largo de la historia.

Recomiendo también, leer a Chela Sandoval y su metodología oposicional u opositiva. Ella y sus contemporáneas son las verdaderas voces decoloniales que hay que rescatar.

Mil años de historia no lineal’ de Manuel de Landa, para comenzar a pensar historias híbridas, historias que no sean construidas en el sentido lineal, porque la historiografía lineal deja fuera a la historia más vulnerable.

Recomiendo ver el trabajo de un proyecto que existió hasta 2007 en Boston, Video Machete, una especie de laboratorio audiovisual con jóvenes, un verdadero espacio para crear comunidad migrante viva, feminista, antirracista, trans, multilingüe. Admiro mucho sus metodologías y todo lo que generaron. Tengo la suerte de trabajar actualmente con su fundadora, Dalida Benfield, videoartista y feminista decolonial que sigue generando espacios de creación, pensamiento crítico y arte migrante. Con ella participé el año pasado en una plataforma de investigación deslocalizada, se pueden ver las líneas del proyecto en la página web Migratory Times.

Recomiendo alguna de las prácticas de Iconoclasistas, un colectivo argentino que hace mapeos colectivos. Su metodología serviría para hacer mapeos de barrios donde se pueden ver los conflictos y presencias migrantes como punto de partida.

En general, creo que hay que ver a las comunidades migrantes fuertes que ya hacen y generan sus propias políticas culturales, de memoria y de aglutinamiento. Creo que hay que aprender, sobre todo, de las comunidades migrantes que ya hacen política intercultural sin que sea una política oficial.

Más información:

Consulta los materiales surgidos de esta primera sesión del ciclo ‘Miradas críticas’.