New Voices New Futures nos propone la (de)construcción de imaginarios racistas a través de la imagen

El grupo de formación de la RBCNA puso en marcha de forma virtual la cuarta sesión del ciclo 'Miradas Críticas', que estaba previsto hacerla de forma presencial en el mes de abril y que fue aplazada a causa de la Covid19.

07/07/2020 - 17:38 h

El pasado 17 de junio tuvo lugar la cuarta sesión del ciclo Miradas Críticas, promovido por el grupo de formación de la Red BCN Antirumores. En esta ocasión, se trató de un taller online, liderado por el colectivo New Voices New Futures, dedicado a analizar cómo los imaginarios racistas se construyen y se perpetúan a través de la imagen y las representaciones visuales, sea cine, artes plásticas, publicidad u otros medios.

Para este taller se contó con la participación de tres miembros del colectivo New Voices New Futures: Aldemar Matías (director de cine documental), Heidi Ramírez (fotógrafa y videoartista) y Sally Fenaoux (guionista, cineasta y consultora). New Voices New Futures es un colectivo de creadoras afro que se han unido para la producción, la distribución y el apoyo a proyectos audiovisuales de cineastas afrodiaspóricos.

El taller se estructuró en tres momentos, siguiendo el proceso de creación y producción de un proyecto visual, desde la idea hasta la ejecución y el análisis de las historias tras la imagen.

Aldemar Matías abrió la sesión presentando la idea, no como un momento puntual, sino como un proceso. Cuando tenemos una idea para un proyecto audiovisual, de publicidad, etc., esta idea no surge espontáneamente en aquel momento, sino que es el resultado de nuestro bagaje cultural y de las influencias que hemos ido recibiendo a lo largo de la vida y de las que, muy a menudo, no somos conscientes.

Precisamente, para hacer consciente esta mochila, Aldemar propuso el ejercicio de recordar nuestras primeras influencias culturales (televisión, libros, películas) y pensar cuáles son los primeros personajes racializados que aparecen. En este repaso nos encontramos con muchos estereotipos que sitúan a las personas racializadas en posiciones subalternas y, a menudo, ridículas, o presentadas como una amenaza (como sería el caso del mito de King Kong). Yendo un poco más allá, nos damos cuenta de que estos estereotipos siguen vigentes y presentes en muchos ámbitos.

Para evaluar la brecha de género en la representación de un relato, existe el test de Bechdel (una especie de chek list creada por Alison Bechdel que comprueba que haya al menos dos personajes femeninos, que hablan entre ellas y que el tema de la conversación no sea un hombre). Sin embargo, ¿cómo identificar si una obra es racista? Aldemar se tuvo que hacer esta pregunta en la realización de su último documental (La Arrancada) para tomar conciencia de si él mismo estaba siendo racista o sexista en el tratamiento de los personajes y de la historia.

Es un tema complejo y, por lo tanto, la check list es un poco más larga que el test de Bechdel: ¿a qué aspiran los personajes, qué lugar ocupan, de qué hablan, se les está sexualizando, o idealizando?, quién es él (hombre brasileño) para explicar esta historia, por qué no hay más mujeres afrodescendientes en Cuba que hagan documentales?… Por eso, dice, es imprescindible trabajar con un equipo diverso. Hay cosas que no podemos ver y nos hace falta tener cerca personas que nos hagan ver y mirar otras experiencias que no conocemos.

Heidi Ramírez se centró en la ejecución y el nivel organizativo de las imágenes a partir de una pregunta: ¿cómo miramos? El hecho es que miramos con el cerebro, que es el lugar donde se procesa la información que nos llega a través de la vista. El procesamiento cognitivo de las imágenes que percibimos se desarrolla con la contribución y la influencia de la memoria, las vivencias, los traumas y el imaginario cultural donde hemos crecido, que nos impregna y que condiciona la manera como procesamos las imágenes que nos llegan. Es decir, lo que sabemos afecta a lo que vemos.

Asimismo, tenemos que ser conscientes de que sólo vemos lo que reconocemos y, por lo tanto, ver es un acto de elección. Las leyes de Gestalt sobre la percepción (figura/fondo, contraste, dirección común, semblanza) nos ayudan a hacer consciente la manera como miramos y a comprender y cuestionar como se construyen las imágenes. La ley de figura/fondo, por ejemplo, dice que no podemos interpretar un objeto al mismo tiempo como figura y como fondo y, habitualmente, el elemento que queda resaltado como figura suele ser aquél que reconocemos, con el cual el autor de la imagen se identifica. Aplicando esta ley, nos podemos dar cuenta que muchas imágenes en las que aparecen personas negras, éstas forman parte del fondo que acompaña una figura, unos protagonistas blancos. Eso lo encontramos tanto en obras de arte clásicas (como La adoración de los reyes, de Velázquez) como en ilustraciones y o elementos de diseño gráfico contemporáneos.

Esta reflexión llevó a Heidi a hablar de la necesidad de denominar el color de la piel de las personas racializadas con una obra suya, Negra. No reconocer el color de la piel invisibiliza las personas negras, el contexto que las rodea y las experiencias de discriminación que sufren precisamente a causa del color de su piel.

Otros elementos que nos sirven para analizar las imágenes son, por ejemplo, el autor (¿se puede separar la obra de su autor?), el contexto (en qué momento y en qué circunstancias se ha creado la obra), el pie de foto, la plataforma (¿vale la pena subir nuestros contenidos a plataformas que sabemos que discriminan y censuran un tipo determinado de discursos?).

Hay que preguntarse cuáles son las historias que importan, quién las explica y quién las consume. A partir de estas tres preguntas, Heidi hizo una crítica de determinado tipo de fotoperiodismo (como lo que se puede ver en el World Press Photo) que, si bien aparentemente tiene una intención de denuncia, acaba mostrando siempre el mismo tipo de imágenes. Y esta idea enlaza con la pregunta sobre ¿qué imágenes se viralizan y cuáles no? No hemos visto ninguna imagen de las víctimas del 17A en Barcelona, pero sí que hemos visto la agonía de George Floyd infinitas veces. La viralización puede acabar deshumanizando.

Así pues, hay imágenes y procesos de creación que son violentos. Pero ¿cómo se afronta esta violencia? Por una parte, se pueden utilizar imágenes que ya existen y que encontramos a nuestro alrededor para crear nuestras propias imágenes, modificar las imágenes violentas para que se conviertan en reparadoras y liberadoras. Hay que cambiar la perspectiva.

También es fundamental, como ya decía Aldemar, preguntarnos con quién trabajamos, si hay diversidad en nuestro equipo. Y todavía más, cómo nos comunicamos, qué espacio ocupa nuestra culpa o nuestros privilegios en la manera como comunicamos. La diversidad tiene que estar presente en toda la cadena de creación, también en la cima de la pirámide.

Cerró la sesión Sally Fenoux hablando de las historias que hay detrás de la imagen, del peso de estas historias y del impacto que tienen en nosotros y en el mundo a nuestro alrededor. Somos las historias que nos explicamos y las que los otros explican sobre nosotros, aprendemos cosas, pero también son una proyección de futuro, las historias construyen realidad. Por eso es muy importante preguntarnos ¿qué historias construimos, para qué futuro y para el futuro de quien?

Occidente es una civilización construida sobre la manipulación de historias. No es que ahora se expliquen mal las historias referentes a la inmigración, sino que hace 500 años que Occidente se construye en contraste con las historias negativas sobre el sur global que ha explicado. Y todas contribuimos a esta manipulación, hemos aceptado estas historias insconscientment y las reproducimos hasta que todo el mundo se las cree. La única manera de no participar es poniéndolo en cuestión.

El impacto social de las historias es muy profundo, ya que construyen la manera como nos percibimos nosotras mismas, manipulan lo que creemos que es posible, y determinan la manera como nos tratan los otros. Pero hay opciones y tenemos la responsabilidad de escoger: o bien perpetuamos el estatus quo y dejamos el poder en las manos de siempre o bien nos cuestionamos y nos incomodamos continuamente con el fin de crear nuevos paradigmas.

Así, hay que preguntarse ¿quién explica las historias? ¿Quién las protagoniza? ¿Quién genera empatía? ¿Sostienen el paradigma actual o hacen propuestas nuevas? ¿Qué imaginario perpetúan? Hay que preguntarse cómo quiere ser presentada la gente en las historias, ver caras negras siendo protagonistas. Como ejemplo, Sally nos propone su corto Unburied. La manera como se explican las historias sobre enfermedades (compara el tratamiento mediático de las epidemias de ébola y de la Covid19) o sobre muertes violentas (nuevamente, el diferente tratamiento de los atentados de la Rambla y el asesinato de George Floyd), perpetúan el imaginario de las imágenes de los barcos negreros, sin privacidad ni dignidad, la idea de que hay cuerpos que merecen respeto y otros en los que no hay que tenerles.

Hay que hacer equipos interculturales, que incluyan personas con identidades múltiples, eso es clave para hacer los procesos de creación tan difíciles que, finalmente, sean muy más innovadores, más justos y que se dirijan a mucha más gente. Hay que estar muy atentas a la superioridad monocultural de occidente, cuestionarse siempre. Y por eso tiene que haber personas no blancas en posiciones de liderazgo que les permitan disentir libremente.

Y una reflexión final: no hay manera de deconstruir-se y dejar de ser un “peligro”, la deconstrucción no se acaba nunca.