CALM: trabajando para que las personas refugiadas se sientan como en casa

Escrito por Iris Aviñoa Ordóñez

Comme À La Maison es una iniciativa francesa que conecta a personas refugiadas que necesitan un lugar para vivir con personas de la sociedad civil que quieren acogerlas en sus casas.

 

CALM, acrónimo de “Como en Casa” en francés, es un programa que conecta las personas refugiadas en busca de un lugar temporal donde quedarse, con personas particulares que disponen de una habitación para poderlos acoger. La iniciativa propone una inmersión de 3 a 12 meses en casas particulares, dando espacio y oportunidad a las personas refugiadas para implicarse plenamente en su propio proceso de inserción, aunque también da la opción de convivencias esporádicas, como fines de semana; el objetivo: generar un encuentro intercultural y un enriquecimiento mutuo a través de la cohabitación.

El programa abrió sus puertas en octubre de 2015, impulsado por el movimiento ciudadano Singa, que desde 2012 pone en contacto a personas refugiadas con personas de la sociedad de acogida, organizando diferentes encuentros que giran alrededor de proyectos e intereses comunes, como el aprendizaje de un idioma o la orientación laboral. Fruto de este trabajo, Singa lanza esta iniciativa para contrarrestar una dinámica que se había observado en los centros de alojamiento de urgencia hasta el momento: las personas refugiadas sólo se relacionaban con tres personas, la responsable de orientación laboral, la representante de la administración pública encargada de otorgar las ayudas y la que representaba al mundo asociativo.

Un proceso de enriquecimiento mutuo

Este programa tiene un doble objetivo: por un lado, se pretende buscar alternativas a la saturación de los centros de alojamiento de urgencia –según cuentan los líderes de Singa en un artículo publicado en 2015, en el momento de la creación de CALM, Francia tenía registradas 14.500 personas refugiadas, y solo 1.000 plazas temporales en centros de acogida. Pero, por otro lado, y por encima de todo, se procura conectar a las personas refugiadas con la sociedad civil, buscando potenciar una acogida mucho más personalizada y que les permita ser un trampolín para favorecer su autonomía y para que puedan emprender su camino, acompañadas, pero de forma independiente.

Este programa, por tanto, reivindica el enriquecimiento que la diversidad cultural supone para la sociedad francesa y evidencia que la interacción favorece a todas las personas, no sólo a las personas refugiadas.

Historias compartidas

En la web de la iniciativa se comparten muchas experiencias, como la de Audrey, Emma y Lionel, que pasaron dos fines de semana juntos en febrero con Khamiss, en los que compartieron deporte, comidas, caminatas, juegos de cartas y clases improvisadas de francés con Emma, de 6 años, que resultó ser la mejor profesora.

Otras experiencias han acabado recogidas en libros, como Mohammad, ma mère et moi, escrito por Benoit Cohen. Este libro cuenta la experiencia compartida entre Marie-France Cohen, su hijo Benoit y Mohammad, un joven afgano refugiado; la historia, relatada por el propio Benoit, quien actualmente vive expatriado en Estados Unidos con su familia, cuenta los momentos compartidos entre los tres, y, a la vez, refleja la diferencia entre dos experiencias de personas que viven fuera de sus países: la de Benoit en Estados Unidos y la de Mohammad en Francia, que resultan ser totalmente opuestas.

Es habitual que los buenos resultados de estos procesos de acogida generen nuevas experiencias. Este es el caso de Anne-C y su familia, que tras acoger a una persona refugiada en 2016, ahora han vuelto a repetir experiencia, dando la bienvenida a su hogar a Mohammad, estudiante afgano de Ciencias Políticas, con quien comparten la pasión por inventar recetas nuevas, siempre muy abundantes en ajo.