Marina Di Masso y Marta G. Rivera trabajan en la Cátedra de Agroecología de la Universidad de Vic y las dos llevan las gafas lilas del feminismo puestas. Creen, defienden y trabajan por la soberanía alimentaria. Marta además, ha participado en la elaboración del capítulo sobre áreas rurales y de seguridad alimentaria del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, 2010-2014; 2017-2019).
¿Para empezar, nos podéis explicar qué se entiende por sistema alimentario?
Di Masso: Es el conjunto de actores, procesos e instituciones que intervienen en la producción, distribución y consumo de alimentos.
Rivera: La mirada de sistema alimentario te permite trabajar con todas las dinámicas de poder e introduce además, la interacción que tiene la producción, distribución y consumo de alimentos con el medio ambiente.
¿Actualmente, qué sistema alimentario predomina?
Di Masso: Predomina un sistema productivista, intensivo en capital y tecnología, internacional, globalizado, subvencionado, financiarizado, que responde a la lógica capitalista.
Rivera: Su función ya no es la alimentación de la población ni la generación de territorio, paisajes ni redes locales. Es un sistema ajeno al territorio y la alimentación ha pasado a ser una mercancía.
¿El sistema alimentario actual contribuye al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero?
Rivera: ¡Sí, y tanto! Contribuye entre el 21 y el 37% a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Antes los sistemas alimentarios eran productores netos de energía y captadores GEI y con el capitalismo y la globalización han pasado a depender energéticamente del exterior y a ser emisores netos de GEI.
Prácticas como la deforestación (emisión de co2) vinculada sobre todo a los monocultivos de oleaginosas como la soja (alimentación de la ganadería intensiva) o el aceite de palma (agrocombustibles y alimentos ultraprocesados), la ganadería (metano del vacuno y piensos de la ganadería intensiva), el transporte a larga distancia, el uso de fertilizantes (óxido nitroso) y el despilfarro alimentario son claros ejemplos.
El uso de fertilizantes ha aumentado un 800% desde los años 60 y este aumento no ha ido en paralelo al incremento de la productividad de los campos.
Otro dato importante es que el 30% de lo que se produce nunca llega a consumirse, hay un gran despilfarro alimentario y eso supone entre uno 8 y un 10% de las emisiones.
¿Por qué tiramos la comida?
Rivera: Hay diferentes motivos, la alimentación es muy barata, aunque hay parte de la población que no puede consumir alimentos cada día. El etiquetado es confuso y “el consumir preferiblemente antes de…”, hace que mucha gente tire los alimentos porque se piensan que les harán daño.
Vinculáis emergencia climática a emergencia alimentaria. ¿Por qué?
Rivera: El cambio climático impacta sobre nuestro sistema alimentario. A nivel global se ha observado que ya ha habido una reducción del 1% en la productividad de las cosechas. Además, los fenómenos extremos impactan en el precio de los alimentos. Todo esto tiene repercusiones sociales importantes.
La calidad de los alimentos también se ve afectada por el cambio climático y las plagas se ven favorecidas.
¿Y en Cataluña, como nos afectará?
Rivera: El patrón de lluvias será más variable y se incrementará la temperatura media. Habrá que planificar cómo queremos alimentar a la población. Actualmente las zonas de cultivo de viñedo ya han cambiado y se están subiendo las viñas a la montaña.
¿Cómo se puede rebatir el impacto que el sistema alimentario global tiene en el clima?
Di Masso: Toda actividad económica que funcione siguiendo la lógica capitalista nos lleva a una muerte colectiva asegurada. El sistema alimentario no es ajeno a esta lógica, por lo tanto no hay medidas cosméticas ni tecnosoluciones que valgan. Hace falta un cambio de paradigma. O cambiamos de sistema alimentario o no hay nada que hacer. Y si conseguimos cambiarlo, quizás ya lleguemos tarde.
¿Qué tipo de sistema o modelo alimentario tendría que predominar?
Di Masso: Un sistema que persiguiera la sostenibilidad ambiental, económica, social y cultural. De entrada habría que reterritorializar la producción, la comercialización y el consumo de alimentos, así reduciríamos las emisiones asociadas al transporte de mercancías y tendríamos unos beneficios en pedagogía.
Rivera: Nuestro máximo reto está en reducir la importación de materias primas y hacer sistemas alimentarios que sean autónomos, que dependan de las primeras materias que tenemos aquí.
Tiene que haber un cambio en el patrón alimentario también, en los hábitos.
¿Cómo se consigue esta autonomía?
Rivera: En la alimentación animal, por ejemplo, utilizando leguminosas autóctonas y cambiando la ganadería industrial por ganadería en extensivo.
En la producción agraria de agricultura, haciendo agroecología, volviendo a las asociaciones de cultivos, a las rotaciones donde las leguminosas juegan un papel fundamental, recuperando los sistemas y el conocimiento tradicional que ya habían demostrado durante miles de años que eran sostenibles…
También recuperando el valor de la alimentación y la cultura mediterránea.
¿Qué papel juegan las mujeres en estos sistemas alternativos agroecológicos?
Di Masso: Las mujeres juegan un papel primordial en todo el mundo, en tanto que son normalmente las encargadas de la alimentación, aquí en los hogares sobre todo, y en otras latitudes son protagonistas también, y mucho, en la producción.
Rivera: Las mujeres son la base de los sistemas alimentarios tradicionales y además son protagonistas en la resistencia al avance de la agricultura capitalista y en la construcción de alternativas agroecológicas. Cuando hemos analizado la resistencia a la agricultura industrial, muchas de las grandes resistencias han venido de las mujeres. Veían las implicaciones que podría tener para la familia y para los ecosistemas. Aquí tenemos las Ganaderas en red (Ramadares.cat en Cataluña).
“las mujeres son protagonistas en la resistencia al avance de la agricultura capitalista y en la generación de alternativas agroecológicas”
Di Masso: Ligado con lo que dice Marta, en el contexto de la pandemia, muy al inicio, con la declaración del estado de alarma, se activó el apoyo mutuo y la incidencia política en una red informal de mujeres vinculadas a la agroecología y los feminismos por todo el Estado que convergió en la campaña SOS Campesinado.
¿Qué puede hacer la ciudadanía para sumarse a este cambio?
Di Masso: Hacer una revisión de las propias prácticas de consumo y en la medida de lo posible, intentar consumir producto de temporada, de proximidad, de cara a impactar lo menos posible. Pero esto es bonito de decir pero complejo de hacer.
¿Y las administraciones?
Di Masso: La administración podría hacer de altavoz de determinadas iniciativas, y hacer menos atractivo el sistema dominante, sobre todo con el tema precios.
El papel de la administración es clave también en el consumo. Es consumidora y tendría que apostar con el ejemplo por otro tipo de sistema en la restauración colectiva, en escuelas, hospitales, etc.
Rivera: Es muy difícil que la gente cambie patrones de consumo si no hay un cambio en las políticas públicas y muchos estudios de behavioral change demuestran que la forma más eficiente de cambiar es cambiando la fiscalidad. Son medidas tajantes.
Estos estudios también muestran cómo las mujeres están más abiertas a cambiar hacia patrones más sostenibles y saludables que los hombres.
¿Cómo sería la dieta ideal para el clima y para nuestra salud?
Rivera: Muy próxima a la dieta mediterránea, con un consumo de carne y pescado más esporádico y con un alto contenido de leguminosas autóctonas y fruta y verdura. Y consumo de temporada.
El 80% de las leguminosas que consumimos son importadas.
¿Para conseguirla, hay que grabar los alimentos insanos para el medio ambiente y la salud, como ya apuntabais?
Rivera: Sí, se tienen que grabar los alimentos insanos, y tanto. Subvencionar la producción sostenible y la alimentación saludable y grabar la alimentación no saludable y la producción no sostenible.
Di Masso: No puede ser que el garbanzo de aquí sea más caro que el que viene de la China. Hay que grabar lo que es insano para nosotros y para el planeta. Se le tiene que sacar espacio al sistema dominante.
Barcelona, febrero 2021.
Las opiniones expresadas en esta entrevista son a título particular y no necesariamente reflejan el posicionamiento institucional del Ayuntamiento de Barcelona.
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