La erudita, doctora e imán amina wadud, referente mundial del feminismo islámico, participó este 2022 en las segundas jornadas “Fe(r) i dones” con la conferencia principal “Hacemos este camino andando: islam, género, sexualidad y justicia”. Es autora de varios libros y cofundadora de la organización profeminista y pro-faith Sisters in Islam (SIS). También se ha dedicado a la consultoría internacional sobre el islam, la justicia y la dignidad humana y fue investigadora de diversidad sexual y dignidad humana en las fuentes primarias del islam.
Podrás recuperar la conferencia de la Dra. amina wadud “Hacemos este camino andando: islam, género, sexualidad y justicia” aquí.
(DIALOGAL) La revista Dialogal. Ànima, cultura i compromís, aprovechando su vista a Barcelona, en las segundas jornadas #FeRiDones organizadas por la Oficina de Asuntos Religiosos en colaboración con el Real Monasterio de Santa Maria de Pedralbes, tuvo esta conversación con ella (sección de la revista Dialogal: “Clau de volta”).
La profesora amina wadud (EE. UU., 1952) fue titular en los medios de comunicación de todo el mundo en 2005 después de haber dirigido el salat (la plegaria islámica del viernes) delante de una congregación mixta en Nueva York, rompiendo la tradición que solo permite a los imanes hombres dirigir las plegarias en las que participen hombres y mujeres al mismo tiempo. Ese mismo año estuvo en Barcelona para participar en el I Congreso de Feminismo Islámico, organizado por la Junta Islámica Catalana, en el que también dirigió la plegaria delante de una congregación de hombres y mujeres que rezaron juntos, sin ninguna separación por género. El sentido de este gesto, que podríamos calificar de revolucionario y que generó mucha controversia dentro de la comunidad musulmana, nos remite a una larga trayectoria de estudio del texto coránico, de investigación y de trabajo académico y comunitario que la profesora wadud ha llevado a cabo los últimos cincuenta años.
- ¿Cómo ha sido el viaje vital de amina wadud?
A mis ancestros se los llevaron de África para ser esclavizados. Mi bagaje étnico es un 65% africano y un 35% europeo, sobre todo irlandés, pero el legado de la esclavitud en los EE. UU. no solo nos ha impactado en nuestra etnicidad, sino también en la comprensión de nuestra dignidad.
Mi padre era pastor metodista y crecí en un entorno religioso, pero tenía mucha curiosidad por las otras religiones y, durante un tiempo, practiqué el budismo. Cuando llegué al islam, en la universidad, ya había borrado el Dios patriarcal de mi conciencia y dediqué los siguientes quince años a estudiar el Corán para hacer una lectura inclusiva. Está muy claro que, cuando los hombres interpretan el texto sagrado, a veces tienen en cuenta a las mujeres, pero lo más habitual es que se olviden. Y eso el texto no lo hace. Mi primer libro, El Corán y la mujer* (1992), se ha traducido a una docena de lenguas y todavía se lee hoy.
Una vez acabados los estudios, mi primer trabajo fue en Malasia, porque no se me permitía trabajar en ninguna universidad americana llevando hiyab. Allí, junto con otras mujeres, fundamos Sisters in Islam, una organización que trabaja por la reforma política y por hacer una lectura transversal del islam que tenga en cuenta las cuestiones de género. De esta organización también ha surgido Musawah, un movimiento internacional que trabaja por la reforma de la ley familiar islámica. Este activismo y el trabajo colectivo con otras mujeres para hacer cambios concretos a partir de una teología inclusiva son elementos fundamentales de mi trayectoria. Mi teología está centrada sobre todo en la relación íntima entre el creador y la creación, especialmente las criaturas humanas, y es desde la reivindicación de esta intimidad entre cada persona y Dios que confronto y cuestiono cualquier interpretación del islam que sea excluyente, en cualquier sentido.
Hace cincuenta años que soy musulmana y no he tenido ningún día de vacaciones; este trabajo es un proceso abierto. La promoción de las ideas para la reforma del islam es una necesidad, pero también es un beneficio. Y el elemento más fuerte de este proceso de reforma es, precisamente, el feminismo islámico. Con todo, no solo hay que confrontar las interpretaciones patriarcales del islam, sino también las interpretaciones seculares y antirreligiosas del feminismo. Y es así como se ha desarrollado el “feminismo islámico” híbrido, cuestionando las definiciones excluyentes de estos dos conceptos.
- ¿Qué representa leer el Corán desde una perspectiva de género? Y, ¿cómo se llevan la exégesis y la reflexión teológicas en la práctica diaria y en los ámbitos personal y comunitario?
De entrada quiero puntualizar que no hago una interpretación feminista del Corán, sino una lectura inclusiva, que empezó con la inclusión del género y en la que ahora sigo trabajando para que también sea inclusiva de la diversidad de identidades de género. Es importante entender que, para mí, el feminismo es el resultado de un proceso, no una motivación inicial. Ha sido a través de la redefinición tanto del islam como del feminismo que he podido juntar las dos cosas.
La mayor parte de mi trabajo se ha centrado en la interpretación del texto sagrado utilizando las herramientas clásicas de interpretación. Mi aportación a movimientos como Sisters in Islam o Musawah es, sobre todo, una lectura de género y una metodología de análisis crítico accesibles para todo el mundo, pero, al mismo tiempo, precisas y rigurosas y, por lo tanto, difíciles de rebatir.
Aunque, para mí, el mismo ejercicio de interpretación ha sido muy liberador, no siempre se ha traducido en acciones concretas. Cuando empezamos a trabajar con Sisters in Islam, hicimos una formación para ofrecer herramientas para una lectura crítica, y fueron las participantes de la formación las que empezaron a concretar cómo traducir la teología en acciones concretas que afrontaran los problemas de su contexto. Por ejemplo, la aplicación del fiqh (jurisprudencia islámica) suele ser muy patriarcal, pero a través de esta lectura crítica e inclusiva nos damos cuenta de que eso es el resultado del privilegio que tienen los hombres a la hora de interpretar y poner en práctica el fiqh.
El trabajo con organizaciones de mujeres es fundamental porque sirve para construir conocimiento y para comprender que el islam es una religión dinámica que siempre está sujeta a interpretación. Por eso es importante poder desconectar la interpretación del hecho de que el texto que interpretas es sagrado o divino. La ley siempre es humana y es el resultado de cómo interpretamos lo que creemos que es la voluntad divina. Como teóloga, trabajo sobre nociones abstractas de lo divino y sobre cómo la palabra divina se convierte en parte de la comunidad. La interpretación y el discurso de la comunidad sobre la palabra divina es solo un discurso humano, y yo formo parte de este discurso.
- ¿Cómo transforma el liderazgo femenino, individual o colectivo la vida de la comunidad y la manera de vivir el islam?
Para muchas comunidades de las tradiciones abrahámicas parece que hay una noción única de autoridad, entendida como alguien que tiene poder “sobre”. Este paradigma es muy patriarcal y, además, no es eterno y no tiene nada que ver con Dios, sino con el privilegio de las personas de género masculino y con la gente que se beneficia del poder masculino. Para mí, hay otra idea bajo la palabra liderazgo: el servicio a la comunidad. Este es el tipo de liderazgo que más han ejercido las mujeres, a menudo de manera inconsciente, y no porque hayan tenido poder “sobre”, sino porque han promovido el poder “con”.
Cuando se deconstruyen las nociones de liderazgo según las cuales solo unas personas concretas pueden hacer determinadas cosas, cuando se democratiza la idea de autoridad, se puede construir una comunidad de servicio para la transformación de todas las relaciones. Todas las personas estamos en relación con lo sagrado y todas tenemos el potencial para transformar esta relación en actos. Nadie nos puede quitar esta comunión con Dios, y nadie nos la puede dar.
Para mí, la vida de la comunidad está llena de nociones sobre lo sagrado, pero hay que cuidar estas ideas sobre lo sagrado en la práctica, no solo en los rituales, sino en la manera en la que sostenemos la vida: cómo cuidamos del medio ambiente o cómo son las relaciones que establecemos entre nosotros.
- ¿Qué evolución ha tenido el feminismo islámico estos años?
Cuando empecé, siempre decía que yo no vería el cambio para el que trabajaba, pero el cambio ya es visible ahora. Por una parte, hay un cambio generacional. Las jóvenes musulmanas, tanto en contextos de mayoría como en la diáspora, ven muy clara la necesidad de hacer una síntesis de los diferentes elementos que conforman su identidad y están encontrando maneras de reconciliar cosas que siempre se les había dicho que eran contradictorias. También está la colaboración entre personas que tienen experiencias de opresión por diferentes motivos, para trabajar conjuntamente contra estas opresiones. Desde el mundo académico también se ha hecho mucho trabajo con la voluntad de afrontar la cuestión del género de manera crítica desde todas las disciplinas del pensamiento islámico. El trabajo de entidades como Musawah permite ver cambios concretos con relación a las leyes sobre la familia, por ejemplo. No es una posición mayoritaria, claro está, pero he visto suficientes cambios sustanciales para ser optimista.
*Qur’an and Woman: Rereading the Sacred Text from a Woman’s Perspective (Kuala Lumpur: Penerbit Fajar Bakti Sdn Bhd. 1992)
Entrevista cedida por la revista Dialogal.