Pilar es una de las impulsoras del proyecto Totes Som Punt Lila, que busca mapear posibles puntos en el barrio, detectar zonas inseguras y lugares abrigados, y dar espacios a las vecinas de la zona para superar posibles violencias machistas.
¿Cómo empezó a impulsarse el proyecto?
El proyecto Totes Som Punt Lila está impulsado por la Vocalía de Mujeres de la Xarxa Veïnal del Raval y también contamos con el apoyo de una técnica de la Federación de Asociaciones Vecinales de Barcelona (FAVB), experta en feminismos y activismo. Además, hemos contactado con el grupo de mujeres de la Asociación Vecinal de Sant Antoni, porque ellas ya tienen una red de puntos establo que funciona desde hace dos años.
¿Por qué te has involucrado en este proyecto?
Coincidió en el tiempo la creación de la Vocalía de Mujeres de la Xarxa con que nos llegaban voces de los puntos lilas de Sant Antoni. Y, como barrios vecinos, pensamos que sería muy interesante, entre otras cosas, para crear zonas de encuentro.
Las violencias machistas están presentes en muchos ámbitos de nuestras vidas, ya sea porque las sufrimos en carne propia o porque las vemos en vecinas o referentes del barrio. En seguida consideramos que es un proyecto que vale la pena tirar adelante. Y con la oportunidad que nos ofreció la FAVB nos animamos.
¿Cuál es el camino para llegar a crear la red de puntos lilas?
¡Al principio sólo éramos dos personas y ahora estamos creando el grupo motor, y ya somos 10 mujeres! El proyecto se presentó en abril en este mismo ateneo y ahora requiere una formación, hacer un mapeo del barrio encontrando los puntos más inseguros y los más seguros, y posteriormente implicaremos comercios, entidades, equipamientos públicos …
Contamos con dos cooperativas, gestionadas por mujeres, que nos asesoran y nos forman: Cúrcuma nos hace las formaciones y AUGe Feminista, un grupo de mujeres que son arquitectas y hacen estudios y prospecciones urbanísticas con mirada feminista, nos asesora. Con ellas haremos rutas, recogeremos testigos e instalaremos carpas de sensibilización y difusión del proyecto. El día 26 de junio tenemos la primera formación y el día 19 montaremos la primera carpa de difusión en la rambla del Raval.
Y posteriormente iremos encontrando los puntos lilas que son idóneos: comercios de día, locales de noche, equipamientos de barrio, equipamientos de ciudad, entidades …
¿Qué calendario de acciones estáis imaginando?
Ahora empezamos con las carpas de difusión. Y tenemos la primera formación en el grupo motor. Después haremos algún mapeo y posteriormente empezaremos a hacer rutas para detectar zonas más seguras y zonas con más conflicto o que crean más inseguridad; para conocer los horarios, la movilidad, las agresiones o no agresiones en la zona … El último paso es el acercamiento en comercios y entidades que quieran participar (que tendrán que hacer una formación de 4 horas) y tener la voluntad que tu local sea un punto lila.
También hace falta destacar que hay que hacer difusión y explicar qué es Totes Som Punt Lila. En general, la gente relaciona mucho el Punto Lila con la fiesta, un acontecimiento o un lugar público donde se pueden producir determinados comportamientos. Pero este es otro proyecto: es la creación de una red de puntos lilas estables. Y al mismo tiempo es una red para atender agresiones machistas cotidianas, necesidades de muchas mujeres que en su entorno no lo dicen, no lo explican. Pero esperamos que con los puntos sí que lo explicarán, por ejemplo, a su tendero/a de confianza. Puntos donde sepan que no están solas y que pueden salir adelante. Ahora, puntualmente, también se podrá dar respuesta a situaciones de acoso o a alguna persona que necesite refugio.
¿Cuál es el perfil de las mujeres del grupo motor?
¡Son diversos! Uno es el de vecinas que viven allí de toda la vida y algunas que hace menos tiempo que están pero que se quieren implicar en el activismo del barrio; después encontramos trabajadoras de equipamientos del barrio (del Casal de Barrio, del Centro Cívico …), pero también está el perfil de trabajadora y vecina al mismo tiempo, y el perfil de la persona que trabaja en el Raval pero vive en Sant Antoni o similar, a los alrededores del Raval.
¿Qué las mueve, a todas ellas?
La inquietud de conectarse con otras mujeres que quieren hacer cosas por el barrio, la de conseguir sacar adelante una iniciativa que pensamos que es muy interesante, el hecho de querer entender cosas nosotras, el de poder ayudar y hacer red entre nosotros, el de visibilizar y dar la cara para las mujeres que quizás son invisibles y que quizás no pueden hacerse tan presentes como otras que sí que podemos. Queremos que dentro del barrio haya lugares de confianza donde puedan ir a explicar cosas, donde se las escuche, donde se les dé información válida para que ellas puedan decidir y contribuir a luchar contra estas violencias.
El Raval, además, al ser un barrio multicultural, contiene muchas violencias escondidas bajo culturas donde las mujeres tienen muy asumido un rol de sumisión. Y cuando llegan aquí, el rol se les empieza a desmontar. Pensamos que nosotros las podemos ayudar para que lo puedan vivir con más tranquilidad.
¿Qué apoyo os da la FAVB?
Nos da apoyo a través de la técnica Roberta Carvalho, que ya tiene experiencia en este tipo de proyectos, porque participó en otros barrios: primero en el Besòs y después en la Marina. Y también nos ayudan económicamente, de manera que podemos pagar las carpas, los cursos y toda esta estructura necesaria para llevar a cabo este tipo de proyecto.
Habéis estudiado el proyecto de Sant Antoni. ¿Con qué parte de éste os quedáis?
Efectivamente, hemos conocido el grupo de mujeres que fueron capaces de sacar adelante el proyecto y nos dan apoyo con lo que necesitamos. Nos sentimos muy acompañadas por ellas. Lo más importante ha sido crear red y acercarnos las unas en las otras.
¿Qué características singulares tendrá el proyecto en el Raval, diferentes del barrio de Sant Antoni?
Para empezar, el Raval es un barrio con un urbanismo muy diferente. Aquello es Eixample y esto es Raval, con muchas calles pequeñas, mucho caos circulatorio. Después, aquí hay más diversidad cultural y otros tipos de locales, de tiendas y de establecimientos diferentes. La Red se tendrá que construir desde otro punto de vista. Quizás en Sant Antoni también ha habido mucha evolución del comercio, pero en el Raval el comercio se ha aglutinado en determinadas calles y otros han quedado aislados. Incluso se ha pensado hacer el proyecto en diversas fases, por ejemplo, en el Raval Norte y en el Raval Sur.
¿Puede ser que Totes Som Punt Lilas haga crecer alguna cosa más?
Seguro. Porque nos estamos reuniendo una serie de personas que hasta ahora no teníamos conexión. Aparte del proyecto en sí, del circuito de puntos lilas fijos, quedará una sororidad i una complicidad que hasta ahora no existía. Mujeres que hace mucho tiempo que están aquí y que por ciertas condiciones no habíamos conectado, gracias al proyecto ahora sí que lo estamos haciendo.
¿Y, para acabar, dónde quedan los hombres en este proyecto?
Una de las cosas que se ha planteado de entrada es si se quería que en este grupo motor, que al final toma las decisiones, fuera mixto o no mixto. Se decidió que fuera no mixto, aunque, igualmente, los compañeros activistas de la Xarxa Veïnal se sienten interpelados. Pero en el grupo motor hemos considerado que teníamos que ser sólo mujeres, porque en la toma de decisiones y en la constitución de la base tenía todo el sentido que sólo fueran mujeres. Y matizo: estoy hablando de cualquier persona que se sienta mujer. Porque una parte de la confianza y de la libertad se manifiesta de manera diferente si el grupo sólo es de mujeres o si incorpora hombres.