“El consumo, hoy en día, es la herramienta más potente que tenemos para cambiar las prácticas productivas.”
Entrevista a Aina Sancho, que lleva la coordinación de la comunalidad urbana de los barrios de Sant Andreu ProperESS
Entrevista a Aina Sancho, que lleva la coordinación de la comunalidad urbana de los barrios de Sant Andreu ProperESS y es jefa de Proyectos de Economías para la Transición de la cooperativa Espai Ambiental.
¿Qué son las comunalidades urbanas? ¿Y cuál es su función?
Las comunalidades urbanas son un programa de economía solidaria del Departamento de Empresa y Trabajo de la Generalitat de Catalunya para la dinamización socioeconómica del territorio. Hay 22 en toda Cataluña, y en Barcelona hay 5 repartidas por los distritos. El objetivo de las comunalidades es reforzar los bienes urbanos, los bienes comunes y las redes de apoyo mutuo para que, en un contexto de crisis como el del año pasado, después de la COVID-19, y como el que tendremos ahora con la recesión económica, puedan generarse redes que nos ayuden a sostener las vidas en los barrios.
¿Puedes explicarme un poco más qué son los bienes comunes y los bienes urbanos?
Los bienes comunes surgen del concepto de la “tragedia de los comunes”. Antropológicamente, las comunidades hemos ido autogestionando los recursos de los que disponíamos. En el Estado tenemos grandes ejemplos de bosques comunales o de comunidades de regadío. Eran comunidades que autogestionaban los recursos del bosque, la madera y toda la biomasa, para calentarnos y también para realizar materiales, o bien el uso del agua para regar los campos. Estos serían los bienes comunes.
Al pasar a tener unas sociedades más urbanizadas, más industriales, los bienes urbanos son aquellos bienes de carácter público que pueden ser gestionados por una comunidad organizada. El bien urbano, cuando pasa a estar gestionado por una comunidad organizada, es un bien común urbano. Uno de los ejemplos más claros es la Nau Bostik. Tenemos otros, como podrían ser la red guifi.net o, en Terrassa, la gestión del agua.
¿Por qué es importante, entonces, promocionar la autogestión comunitaria de estos bienes comunes?
La gestión de forma comunal o de forma comunitaria de los recursos urbanos o naturales es importante porque así generamos una economía basada en las necesidades de la población local. Se trataría de unas economías comunitarias: unas economías basadas en poner en el centro las necesidades de la comunidad. Al tener este centro tan concreto, no hay lugar para una economía basada en la acumulación del capital.
Si vinculamos las comunalidades y estos bienes comunes, ¿cómo pueden fortalecerse entre sí?
La dinamización socioeconómica es muy importante, una dinamización que se base en una economía local y que quiera fortalecer las economías comunitarias. En este caso, las comunalidades están muy centradas en conseguir unos indicadores de inserción laboral y de generación de puestos de trabajo de calidad. Queremos fortalecer la empleabilidad del territorio.
Estás hablando mucho de territorio. ¿Por qué es importante la creación de redes en el territorio?
Por lo pronto, por resiliencia personal. Conocer y ser conocedora de lo que pasa allí donde vives y tener redes de apoyo o simplemente de amistades, te hace sentir más próxima, más cercana, y te da un sentimiento de pertenencia. Con este sentimiento de pertenencia a una comunidad ya tienes una cierta corresponsabilidad para con ella. Ya se te genera, como persona que eres, una responsabilidad afectiva. Si partimos de aquí, tampoco generamos prácticas ni muy destructivas ni nocivas.
Y luego también es importante que, cuando conoces y estableces una red con lo que hay alrededor, tienes la información, los conocimientos y las herramientas sobre los recursos de los que dispones a tu alrededor. Y, a partir de aquí, también tienes más posibilidades de desarrollarte mejor.
Es más eficiente. Esto lo vemos mucho en las personas poco arraigadas o recién llegadas, a las que les cuesta muchísimo encontrar un lugar de trabajo y estar bien, porque les falta red y les falta comunidad.
En este marco, ¿qué es ProperESS?
ProperESS es la comunalidad urbana de los barrios del distrito de Sant Andreu; formamos su equipo técnico cinco entidades del territorio como activadoras y dos cooperativas, que ya hace muchos años que trabajan en el territorio, como participantes. Para fortalecer bien el territorio y dinamizarlo de forma adecuada, queríamos trabajar con gente que llevase muchos años en el territorio, que se conociera y que tuviera relaciones y vínculos con las personas con las que vamos a trabajar.
Nuestro objetivo es generar redes de apoyo mutuo que tienen que servir para sostener nuestras vidas en clave climática. Somos conocedoras de que estamos en un contexto de emergencia climática y que los recursos que obtenemos hoy en día de forma globalizada cada vez será más difícil conseguirlos. Por lo tanto, generar redes donde los recursos provengan de la base será lo que nos ayude a sostenernos. Pensamos que nuestros ejes de trabajo son clave, porque son necesidades humanas que hoy en día tenemos catalogadas como bienes productivos y que realmente tendrían que convertirse en bienes comunales: el derecho a una alimentación asequible y sostenible; la soberanía energética o el reaprovechamiento de recursos urbanos, que se vuelve importantísimo en el momento en el que tenemos un pequeño colapso o dificultades para obtener materiales.
¿Qué retos le ves a la propuesta de las comunalidades urbanas?
Cuando tienes recursos para activar económicamente un territorio, muchas veces puedes caer en prácticas bastante nocivas, como la institucionalización de procesos y la instrumentalización de personas para conseguir objetivos.
Por eso, nos hemos puesto la meta de hacer todo eso desde tres ejes transversales completamente necesarios: en primer lugar, los cuidados, para asegurar unos acompañamientos dignos de confianza. Otro de los ejes es la cultura comunitaria. Es necesario fortalecer la cultura comunitaria, puesto que las sociedades son cada vez más individualistas. Y el último eje son las comunidades de aprendizaje, porque muy a menudo todos estos procesos de acompañamiento o de dinamización socioeconómica se vuelven paternalistas. Nosotras conocemos los recursos y las herramientas, pero el conocimiento del territorio y de la vida que llevan las personas del barrio y del distrito lo tienen las propias vecinas. Sus dinámicas del día a día y sus circunstancias personales y vecinales generan un marco importantísimo.
Hablabas de modificar el modelo de consumo. Ahora que empieza la 8.ª Feria de Consumo Responsable y Economía Social y Solidaria, ¿cómo crees que este tipo de ferias ayudan a potenciar el consumo responsable y cómo ayudan al mercado social?
Hoy en día el consumo es la herramienta más potente que tenemos para cambiar las prácticas productivas.
Vivimos en una sociedad liberal donde el Estado no se preocupa de cómo se producen las cosas. Dentro de este marco económico, somos las personas consumidoras las que tenemos la responsabilidad de mostrar, con el acto de consumir, qué preferencias tenemos. Como Espai Ambiental Cooperativa, gestionamos la dinamización de la feria para montar un relato que nos aleje un poquito del consumismo que generan estas épocas navideñas y nos acerque a un consumo más responsable, consciente, sostenible y local. Desde Espai Ambiental, pero también desde todas las entidades que formamos parte de la comunalidad, pensamos que es una oportunidad muy grande para visibilizar que otro consumo es posible y que ya está teniendo lugar en la ciudad y podemos ejercerlo todo el año.
Además, es muy interesante, porque puedes ver que puedes conseguir producto de mercado social en todos los sectores productivos. Ahí puedes encontrar alimentos, ropa, cultura, productos electrónicos…
Mencionas la ropa sostenible, que es el eje de esta octava feria. ¿Por qué es tan importante que pongamos la mirada en el textil sostenible?
La moda sostenible es un temazo y, además, es una herramienta que nos ayuda también a transversalizar muchísimas cosas, incluso la historia de Barcelona. En Barcelona y el área metropolitana, el textil y la producción de textil han sido nuestra razón de ser. Las fábricas de textil en Barcelona o en Badalona, a los lados de los ríos Besòs y Llobregat… Todo esto es lo que ha dado un crecimiento económico al territorio. Pero también ha conllevado una contaminación muy fuerte. Y las costas de Barcelona, los cauces y las desembocaduras de los ríos Besòs y Llobregat han estado contaminados durante mucho tiempo.
Hemos perdido mucho tejido productivo, hemos ganado un bosque y el cauce del río, pero a costa de que todas esas fábricas se fueran a la otra punta del mundo, contaminen esa otra punta del mundo y generen unas desigualdades globales. En lugar de estar generando riqueza local, estamos generando pobreza global.
Por otra parte, está el hecho de que la moda es un ítem que interpela a todas las personas. Es identidad. A través de la moda sostenible también generamos una marca propia. Y hoy en día este es un tema que ayudará muchísimo a conectar con la gente joven de la ciudad. Cuando eres joven, necesitas extraer la identidad propia, mostrarla. Y la moda es una de las herramientas que tenemos para hacerlo. Muchas de esas personas que cada vez están más sensibilizadas, nuestras jóvenes, que ven un futuro bastante oscuro, ven también en la moda sostenible una forma de mostrar sus inquietudes y sus ganas de cambiar el sistema. Como esa frase que tienen, que me encanta, y que es “cambiar el sistema, no el clima”.
¿Y un último mensaje para cerrar la entrevista?
Nos vienen momentos difíciles. Nos viene un invierno frío. Ya que tenemos pocos recursos y que la energía será muy cara, ¿por qué no nos acercamos los unos a los otros y nos damos un poco de calor?