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La justicia de la «Corregidora»

La justicia de la «Corregidora»

Josefa Ortiz de Domínguez ha pasado a la historia con el sobrenombre de «la Corregidora de Querétaro». Una mujer con fuertes convicciones sociales que se convierte en una figura clave en la independencia de México.

1 céntimo Josefa Ortiz de Domínguez, México, 1910. Colección Ramon Marull

Cuando pensamos en héroes o heroínas a menudo nos los imaginamos con capas y antifaces, impartiendo justicia social por las calles de las ciudades. Pero dejando de lado esta imagen hollywoodiense y reduciendo la parafernalia, los héroes y heroínas de calle son aquellas personas discretas con un firme compromiso con su causa, dispuestas a sacrificarse para defender unos ideales que mejoren la vida del colectivo al que pertenecen. Entre los muchos nombres que incluye la colección Ramon Marull, hoy nos quedamos con uno: Josefa Ortiz.

Josefa Ortiz de Domínguez, oli sobre tela, 1807. Museo Nacional de Historia.

Josefa Ortiz de Domínguez, óleo sobre tela, 1807. Museo Nacional de Historia.

Nació el 8 de septiembre de 1768 en la ciudad de Valladolid, actualmente denominado Morelia, en México. Hija de un capitán de regimiento y de una ama de casa; ambos de origen español pero asentados en la Nueva España. Nacer lejos del país de origen, en la colonia, en principio no parece que sea nada especial, pero si nos trasladamos al siglo xviii, todo cambia. En aquella época suponía pasar a formar parte del grupo de criollos y, por tanto, convertirse en un ciudadano de segunda.

Las reformas borbónicas del siglo xviii priorizaban los nacidos en España ante los nacidos en la colonia. A pesar de gozar de un estatus económico aceptable, sufrían limitaciones en cuanto al acceso a los altos cargos administrativos del Virreinato, reservados exclusivamente a los nacidos en la metrópoli.

 

Estas diferencias sociales sólo eran uno de los numerosos problemas de la Nueva España. La dureza de las condiciones de vida y la pobreza se agravaba en el caso de los indios nativos. Imperaba un clima de descontento general y de escalada de tensiones que sólo podía desembocar en un levantamiento contra las autoridades españolas.

Pero volvamos a la historia de nuestra protagonista. La muerte prematura de sus padres supuso el ingreso en el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas, implicando la pérdida de cobijo del ámbito familiar. Este hecho resulta importante porque, además de aprender a leer y escribir, allí conocería fortuitamente a Miguel Domínguez, quien acabaría siendo su marido.

Miguel trabajaba en la Real Hacienda del virreinato de Nueva España. Con el paso del tiempo, las buenas relaciones con el virrey Félix Berenguer de Marquina propiciaron un ascenso profesional, siendo nombrado corregidor de Santiago de Querétaro, en 1802.

Josefa siempre compaginó su papel de esposa y madre de once hijos con la atención a los más desfavorecidos. A menudo participaba en obras de caridad en favor de los indios mexicanos. Una sensibilidad que cada vez tomaba más cuerpo ante la escalada de tensiones sociales.

Josefa Ortiz fue la promotora de un grupo de miembros que al igual que ella, eran contrarios al poder imperante y aspiraban a nuevos ideales políticos y sociales. Josefa Ortiz posicionó ideológicamente a su marido, y arriesgándose a ser descubierta, ofrecía su propia casa como espacio para reuniones conspiratorias de carácter marcadamente político y de estrategia militar.

Retrat de Miguel Hidalgo

                             Retrato de Miguel Hidalgo

La junta secreta de la rebel·lió la formaven Joaquín Arias, Juan Aldama, Mariano Abasolo i Ignacio Allende, entre d’altres. Ara bé, per sobre d’ells, el principal ideòleg polític de la conspiració va ser el sacerdot Miguel Hidalgo, figura clau de les primeres revoltes que van precedir la guerra d’independència de Mèxic. Tot un revolucionari que va instigar el moviment independentista, i que acabaria sent empresonat i afusellat.

 

 

Un buen día, en 1808, el grupo de Josefa Ortiz se hizo eco de la invasión napoleónica en España, ocupación que derivaría en la guerra de la Independencia. Aprovechando esta coyuntura de confusión dentro de la metrópoli, el movimiento independentista mexicano tenía la ocasión de tomar las armas e iniciar la revuelta. Dicho y hecho, se activaba así la conspiración de Querétaro.

Aunque el levantamiento armado estaba planificado para octubre de 1810, el día 13 de septiembre se produjo una filtración a las autoridades. Rápidamente el juez ordenó al corregidor Miguel Domínguez que detuviera a los insurgentes. Naturalmente él formaba parte de la junta rebelde y conocía perfectamente a los líderes del movimiento y los almacenes de armas. Pero con una situación tan compleja donde se le exigían detenciones, Miguel avisó de la noticia a Josefa Ortiz. En un intento de desmarcarse de los hechos y evitar posibles represalias, algunas fuentes explican que tras darle la noticia a su esposa, la encerró en su habitación. Pero el empeño de Josefa y la necesidad de proteger a los insurgentes hizo que se arriesgara y pudiera advertir al capitán Ignacio Allende de la situación, quien a su vez informaría a Miguel Hidalgo.

El día 16 de septiembre, la noticia filtrada por Josefina supuso una sacudida a la situación de los rebeldes. Como cada día, Hidalgo convocó la misa patronal a las cinco de la mañana en el repique de las campanas. Pero esta vez no sería con intención de hacer misa sino de promover la lucha armada. El momento había llegado. Las fuentes historiográficas explican que Hidalgo pronunció el Grito de Dolores, considerado el inicio formal de la guerra de la independencia de México.

S'anomena el "Grito de Dolores" perquè l'aixecament va tenir lloc a Dolores Hidalgo, Guanajuato.

Se denomina el “Grito de Dolores” porque el levantamiento tuvo lugar en Dolores Hidalgo, Guanajuato.

El aviso de la corregidora resultó capital para evitar la detención de los integrantes de la junta y, además, la frustración de la revuelta. A pesar de todo, sin embargo, ella no salió bien parada. Su acción sería descubierta y un tribunal la declaró culpable de traición. El encarcelamiento durante más de diez años en el convento de Santa Teresa y, posteriormente, en el de Santa Catalina de Siena, no mermaría su esperanza en la revuelta.

Once años más tarde, en 1821, Agustín Itubirde lideró la independencia fáctica del país, proclamándose emperador de México al año siguiente. En esta nueva situación política, Josefa Ortiz fue liberada de su cautiverio, reconociendo así su compromiso con la independencia mexicana.

A pesar de recuperar la libertad, Josefa nunca se mostró afín al régimen imperial porque no lo consideraba como una alternativa del proceso de emancipación. Por este motivo, dedicó los siguientes años de su vida a apoyar a los grupos liberales de carácter radical.

Josefa Ortiz murió en Ciudad de México el 2 de marzo de 1829, a la edad de sesenta y un años. Algunos historiadores la llaman Madre de la Patria Mexicana, por su esfuerzo y dedicación.

Actualmente sus restos mortales se encuentran en el Panteón de los Queretanos Ilustres, donde reposan junto con los de su marido.

Panteón de los Queretanos Ilustres. Font: Wikipedia

Panteón de los Queretanos Ilustres. Font: Wikipedia