Pere Estrany Gumà fue nombrado Maestro de Postas en 1816 en agradecimiento por los servicios prestados durante la Guerra del Francés. En pleno conflicto armado, Estrany dirigió el servicio postal oficial de Manresa en Sant Cugat del Vallés con total...
Pere Estrany Gumà fue nombrado Maestro de Postas en 1816 en agradecimiento por los servicios prestados durante la Guerra del Francés. En pleno conflicto armado, Estrany dirigió el servicio postal oficial de Manresa en Sant Cugat del Vallés con total diligencia. Una tarea bastante complicada dado el contexto bélico y las malas condiciones de los caminos por donde los postillones transitaban.
La pasión por su trabajo se mantuvo intacta hasta el día de su muerte en 1846. Y, tal como mandaba la tradición, en ese momento el cargo pasó a manos de su hijo, Pere Estrany Gabriel.
La familia Estrany administraba el correo postal desde un establecimiento situado en el número 60 de la calle Sant Pere Mitjà. La planta baja estaba dedicada a la administración del correo, una zona con mucha vida por la continua entrada y salida de personas y postillones. El patio disponía de unas caballerizas habilitadas para acoger a los caballos de los postillones. Pero el edificio también era la residencia familiar; en las plantas superiores, el Maestro de Postas estaba obligado por ley a vivir en el mismo lugar donde tenía el negocio.
El local se ubicaba en una zona cercana al acceso de la ciudad, lo que beneficiaba el tráfico de ida y vuelta de las caballerías, los postillones y los viajeros. Recordemos que en aquel momento Barcelona estaba confinada por las murallas, y en materia de transporte, disponer de buenos accesos a la ciudad resultaba esencial.
La documentación de la época explica cómo, a menudo, la plaza de San Pedro, cerca del monasterio de San Pedro de las Puellas, se convertía en una improvisada área de descanso para los postillones, exhaustos tras horas de viaje.
Los intentos por regularizar las puestas fueron muy habituales desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Las reformas postales se orientaban a construir un solo servicio de correo público bajo criterios administrativos.
La ordenación de las caballerizas, las tarifas o los postillones fueron aspectos legislados a través de Reales Decretos y Reglamentos dictados por la administración central de Madrid. Más allá de las cuestiones del día a día, también se abordaron temas de imagen como los uniformes o los rótulos de las fachadas de las paradas de posta.
El artículo 10 del “Reglamento para el servicio de las postas”, publicado el 25 de julio de 1844, obligó a anunciar con rótulos publicitarios los establecimientos dedicados a la posta. Por este motivo, Pere Estrany encargó el rótulo que hoy en día se conserva en la colección filatélica Ramon Marull.
Desde que fue colgado en la fachada, en 1844, el rótulo soportó toda clase de vicisitudes, meteorológicas, por supuesto, pero también algún que otro intento de vandalismo. Durante la revolución de 1868, la Gloriosa, el descontento general con el régimen monárquico levantó la ciudadanía contra todos los símbolos reales presentes en la ciudad. Es bastante conocido el caso del busto de la reina Isabel II, que después de ser arrancado del Gran Teatro del Liceo, los insurgentes lo hicieron rodar Ramblas abajo hasta tirarlo al mar. Por suerte, la obra de Andreu Aleu fue recuperada del fondo marino y actualmente se encuentra en el MNAC, eso sí, perdiendo la nariz por el camino.
Afortunadamente, el rótulo de la Casa de Postas, con la corona real en la parte central, corrió mejor suerte. En un acto de astucia, los propietarios se apresuraron a clavar un trozo de tela sobre la corona, disimulando la presencia real. Los trabajos de restauración del rótulo han permitido descubrir los veinte agujeros dejados por los clavos, hasta ahora cubiertos por una densa capa de gomalaca.
Pero la agitación política y social no serían los momentos más bajos de la casa de Postas. La muerte de Pere Estrany, 1860, marcó un punto de inflexión que se agravó con el progresivo declive del servicio de postas. La implantación de un sistema de administración del correo público más coordinado en el territorio y más eficiente, condujo a la accesoriedad de las casas de postas. El establecimiento de Pere Estrany se clausuró en 1871.
A pesar de que el servicio de correo ya no estaba en uso, el rótulo presidió la fachada del inmueble hasta mediados del siglo XX. A partir de ese momento, el Centro Excursionista y el consistorio municipal iniciaron las primeras negociaciones con la familia Estrany para patrimonializarlo. El legado de la última Casa de Postas de la ciudad tenía que abandonar la calle e ingresar en los fondos patrimoniales de la ciudad.
Finalmente, Rosa Estrany, bisnieta del último Maestro de Postas, donó el rótulo al Museo Postal y Filatélico en 1959, coincidiendo con su inauguración. Sus medidas imponentes, con más de dos metros de largo, pronto se convirtieron en una de las joyas más preciadas del museo.
Durante este 2017, entre los meses de marzo y junio, la colección filatélica Ramon Marull ha iniciado la restauración del letrero de la Casa de Postas.
El rótulo fue creado como reclamo publicitario, por lo tanto con una finalidad práctica más que artística. Por este motivo, no ha sido posible descubrir al autor. En cambio, sin embargo, sí ha sido posible determinar los tres perfiles profesionales que han intervenido: un pintor, un carpintero y el cliente.
Un primer estudio formal ha permitido determinar que la capa pictórica se encuentra adherida a una tela de algodón, clavada sobre unos listones de madera. Estos últimos le aportaban la rigidez necesaria para mantenerse intacto a las inclemencias meteorológicas sufridas.
El proceso de restauración ha seguido los siguientes pasos:
A continuación os dejamos un vídeo que resume la historia del rótulo. La segunda parte, sobre la restauración, la encontraréis en este artículo y en “Vimeo” el 25 de enero.