CRISTIANISMO | Mujeres espirituales en comunidad: el ejemplo de la iglesia evangélica (II #FeRiDones)

(ACCIÓ COMUNITÀRIA) Canguraje, curso de trabajadoras del hogar, talleres de inserción laboral, clases de castellano, catalán e inglés. Salas donde se hacen las visitas médicas de servicios que no cubre la seguridad social y otras polivalentes que un día son el epicentro del mercado de ropa solidaria, una de las aulas del esplai infantil o el punto de partida del acompañamiento para hacer trámites en línea. Desde primera hora de la mañana, la actividad en la iglesia evangélica de la Sagrada Família no se detiene. Una comisión de mujeres evangélicas del Consejo Evangélico de Cataluña ha participado en las segundas jornadas de “Fe(r) i dones”, que este año ha reflexionado sobre las comunidades como agentes de cambio.

El pasaje de Gaiolà es una callejuela estrecha y poco transitada. Un oasis que rompe con el alboroto que hay en los alrededores de la Sagrada Família. No huele a crema solar y no hay turistas haciendo búsquedas en sus dispositivos móviles. A solo 600 metros de la obra de Gaudí, se encuentra la iglesia evangélica del barrio, donde el colectivo de mujeres que pertenece a esta lleva a cabo toda una serie de actividades comunitarias por y con el vecindario.

En el edificio de tres plantas encontramos a Sara, pastora y profesora de castellano, a Núria, responsable de la obra social, o a Isa, encargada del plan comunitario. Ellas y otras voluntarias, como Mercedes o Esther, se encargan de la logística y la ejecución de las actividades que acoge la iglesia. Son las Mujeres de Ministerio del Consejo Evangélico de Cataluña.

Una de las plantas del edificio se utiliza de almacén de alimentos: galletas, leche, zumos y otros alimentos no perecederos están perfectamente ordenados y clasificados en estanterías. “Ayer tarde, con un grupo de voluntarios, estuvimos descargando y guardando todos los alimentos”, explica Núria. Los productos los recogen semanalmente personas vulnerables que vienen derivadas desde servicios sociales. “Si nosotros detectamos que hay alguna familia en riesgo de vulnerabilidad, avisamos a las trabajadoras sociales y ellas hacen el seguimiento”.

Las responsables del proyecto han detectado que la demanda de productos básicos “se ha incrementado considerablemente”. Según las cifras del Banco de Alimentos, un 30 % de las personas que nunca habían pedido ayuda alimentaria lo han hecho por primera vez a raíz de la crisis de la COVID-19.

Una prueba piloto: ofrecer doscientos menús diarios

Este ha sido uno de los motivos por los que han decidido empezar una prueba piloto, ofrecer doscientos menús diarios para familias vulnerables. Las piezas de la logística encajan a la perfección: neveras a punto, llega el camión con los repartidores, un equipo de voluntarios recoge y clasifica los alimentos sin romper la cadena de frío, convoca a las familias una vez arrancan los camiones de vuelta y va repartiendo y comprobando que sus nombres aparecen en la lista entregada por servicios sociales. “Empezamos haciendo una entrega de doscientos menús que constan de dos comidas completas: comida y cena. Si salimos adelante, ampliaremos la oferta y daremos un menú similar cada día de la semana”, explica Isa Serrano.

Tanto Sara como Núria valoran muy positivamente la implicación de los y las voluntarias. “Eso hace que aquí no se detenga la actividad en verano, los servicios básicos no entienden de vacaciones”. Todas las familias necesitan comer, estemos en el mes de febrero o de agosto. Aquí repartimos los alimentos durante todo el año. Somos de los pocos espacios que estamos abiertos los 365 días del año”, concluye Núria.

El primer grupo de duelo evangélico

Las Flores de Edelweiss fueron el primer grupo de duelo evangélico, “y de las primeras iniciativas en Cataluña”, dice orgullosa Mercedes León. Todo empezó en el 2007, cuando hablar del duelo no solo era un tema tabú y doloroso, sino que todavía lo era más si se trataba de la pérdida de tus propios hijos”. El grupo lo empezaron formando cuatro mujeres, entre las cuales se encontraba Mercedes. “Los encuentros eran semanales y hacíamos una especie de terapia: poco a poco, íbamos hablando, pero, si había un día que estábamos demasiado removidas, respetábamos nuestros tiempos y espacios”. Se hacían llamar las flores de las nieves o Edelweiss porque “tienen una apariencia delicada, pero son resistentes y sobreviven a las adversidades climáticas”. Ahora que ya han pasado más de quince años, las pioneras continúan vinculadas al grupo para acompañar a otras mujeres que pasan por el mismo proceso que ellas vivieron. Ahora se hacen llamar Salmo 30, que hace referencia al versículo bíblico que dice: “Has cambiado mi lamento en baile”.

Diversidad religiosa en las segundas jornadas de “Fe(r) i dones”

Mariela Iaria, responsable de Mujeres de Ministerio del Consejo Evangélico de Cataluña, nos explica cómo se vehicula la religión en el territorio. “La actividad religiosa va ligada a la comunitaria, no podemos vivir de espaldas a las necesidades comunitarias del territorio donde estamos arraigados”, señala. Para Iaria, participar en las jornadas organizadas desde el Ayuntamiento de Barcelona, que se han celebrado desde el 29 de junio hasta el 6 de julio, ha sido un orgullo porque “visibiliza el papel activo que desarrollamos las mujeres en nuestras comunidades”. Según explica, “es lógico nuestro papel de liderazgo, porque todos somos iguales ante Dios”. Ahora bien, reconoce que eso no siempre ha sido así en la práctica y que los espacios se han ido conquistando poco a poco, del mismo modo que ha avanzado la sociedad. Las mujeres tienen un papel mucho más activo en los últimos años y celebra que “eso se refleje en el día a día y desde las instituciones públicas”.