“Un gran obstáculo que dificulta el camino hacia una sociedad más cohesionada es el aumento de los discursos de odio”, Houssam Bakkali

La Oficina de Asuntos Religiosos (OAR) del Ayuntamiento de Barcelona organizó el 27 de noviembre la actividad “Las comunidades religiosas de Barcelona contra el racismo y las discriminaciones”. La propuesta consistió en dos mesas redondas en las que entidades civiles y comunidades religiosas y espirituales dialogaron como agentes implicados en la lucha contra el racismo.

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17/12/2024 - 17:20 h

La iniciativa estuvo enmarcada en un conjunto de actividades paralelas, Voces contra el racismo, en el 4.º Foro Global contra el Racismo y las Discriminaciones de la UNESCO, una propuesta para situar la lucha contra el racismo en la primera línea de las agendas internacionales para alcanzar compromisos concretos en la materia, que tuvo lugar del 9 al 11 de diciembre.

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Las creencias religiosas son uno de los motivos de discriminación en Barcelona, tal y como recogen las diversas ediciones del Informe del Informe del Observatorio de las Discriminaciones en Barcelona. La mayor parte de casos son situaciones de islamofobia o racismo antimusulmán, antisemitismo y, en menor grado, cristianofobia. Al mismo tiempo, la religión se inscribe en otros ámbitos de la sociedad que impactan en el acceso y garantía efectiva de los derechos fundamentales, como la educación o la atención sanitaria. Por este motivo, hay que abordar e implicar a las comunidades religiosas y a la sociedad en general para revertir esta situación. Por otra parte, las comunidades religiosas de la ciudad llevan años asumiendo importantes compromisos en la lucha contra el racismo y las discriminaciones en su acción social y educativa. A través de proyectos de acogida y lucha contra la discriminación, estas comunidades se posicionan como agentes de cambio y difusores de mensajes antirracistas. Ambas mesas redondas, conducidas por Mery Loor, politóloga especializada en migraciones y perspectiva intercultural, abordaron todas estas cuestiones.

Abrió el acto Sara Belbeida, comisionada de Relaciones Ciudadanas y Diversidad Cultural y Religiosa del Ayuntamiento de Barcelona, quien dejó constancia de que “Barcelona es una ciudad plural, una ciudad diversa que se nutre de la riqueza de las personas que la conforman”, pero que “desgraciadamente sabemos también que el racismo continúa siendo una realidad que afecta a nuestra sociedad, con un incremento preocupante de incidentes año tras año”. Y continuó afirmando que “las comunidades religiosas son auténticos motores de cambio, que desde su compromiso con los valores de la solidaridad y la justicia tienen la capacidad de promover iniciativas que no solo transforman a sus miembros, sino que inspiran a toda la ciudad”. Y concluyó diciendo que “esta actividad permitirá conocer ejemplos concretos de cómo pueden abordarse estas problemáticas desde perspectivas diversas, pero con un objetivo común, que sería erradicar cualquier forma de discriminación y construir una sociedad más inclusiva y cohesionada”.

La PRIMERA MESA tuvo como objetivo presentar proyectos concretos que se están llevando a cabo en Barcelona. Participaron en ella Houssam Bakkali, desde la Fundación Bayt al-Thaqafa, y Paul Sánchez, presidente de la junta de la asociación cultural judía Mozaika. Houssam Bakkali comenzó presentando la trayectoria de Bayt al-Thaqafa (Casa de Cultura), una entidad que tiene por referente a su fundadora, Teresa Losada, una persona con una especial y particular relación con el mundo árabe e islámico. Esta hermana franciscana dejó su trabajo de profesora de lenguas semíticas en la Universidad de Barcelona en los años setenta para dedicarse a acoger a personas que llegaban principalmente de Marruecos y del norte de África. Defendía sus derechos fundamentales y creó, por ejemplo, el primer oratorio islámico en Barcelona, en un pequeño espacio de la basílica de Santa Maria del Mar. Este año, la entidad ha celebrado su 50.º aniversario, y el legado de su fundadora ha seguido durante años en Bayt acogiendo y dedicándose a las personas recién llegadas, siendo un referente en el diálogo interreligioso e intercultural y teniendo como una de sus prioridades mantener la conexión de estas personas con su cultura, lengua, etcétera. Son muchos los proyectos en los que trabaja hoy en día la fundación: formación, programas de infancia, referentes familiares y jóvenes, etcétera. Uno de estos proyectos es Empoweryouth, del cual Houssam es responsable.

Paul Sánchez, presidente de la junta de la asociación cultural judía Mozaika, habló de la entidad, creada hace catorce años por un grupo de jóvenes judíos que ofrecían, más allá de lo que ofrecían las comunidades religiosas, poder disfrutar, explorar o indagar en su identidad o cultura judía. Empezó a partir de reuniones informales para hablar de cultura, libros, etcétera, lo que dio pie a la creación de un fanzine que llevaba el nombre de Mozaika. Mozaika es una asociación judía catalana que acoge tanto a personas judías como no judías interesadas en diferentes ámbitos de la cultura judía. Actualmente, la sede se encuentra en la Casa Adret, la casa en el corazón de la judería más antigua de Barcelona continuamente habitada. Sus proyectos han crecido en dimensión y naturaleza y están abiertos a todos los públicos, como el Festival del Libro Judío o Salam Shalom, una iniciativa de diálogo interreligioso entre personas musulmanas y judías, o el proyecto Future Up, que trabaja el concepto de la diáspora en la actualidad, o la creación de materiales educativos para personas líderes religiosas para evitar las actitudes antisemitas o islamofóbicas. Organizan conciertos, charlas y festivales y han estado desarrollando proyectos de la Unión Europea que hacen hincapié en la lucha contra el antisemitismo y la islamofobia, ya que entienden “la lucha contra el racismo como una lucha compartida y transversal”, comentó Paul.

El diálogo y el conocimiento se convierten en ambas entidades en algo transformador en la lucha contra el racismo y las discriminaciones. Desde Bayt, Houssam Bakkali explicó que ponen el foco “en la dignidad humana como algo inherente, algo inseparable del ser humano, y que, consecuentemente, hay que poner en valor las diferentes dimensiones de su identidad.” La Fundación Bayt al-Thaqafa favorece el diálogo intercultural organizando formaciones antirracistas y acciones de sensibilización en el ámbito educativo, “fomentando la prevención y la convivencia religiosa, para que el profesorado pueda incluir la interculturalidad en su día a día en una sociedad diversa y plural”, concretó. Houssam Bakkali destacó las Jornadas Gatzara y el proyecto anteriormente mencionado Empoweryouth, un proyecto desarrollado en tres territorios, Cataluña, País Vasco y Madrid, con el objetivo de luchar contra la islamofobia “incorporando las voces de personas musulmanas en diferentes ámbitos”.

Desde Mozaika, Paul Sánchez comentó que “la mera existencia como organización cultural judía en Barcelona ya nos pone en el espacio público”. Y argumentó que, para él, “el antisemitismo en España a menudo nace desde el desconocimiento”. Por ello, desde Mozaika organizan actividades abiertas a todos los públicos, y puntualizó que “incluso la mayoría de gente que viene a los eventos es no judía, y ya nos interesa que sea así”, lo que rompe esa desinformación. Y constató que “así la cultura judía vuelve a tener presencia en Cataluña y pueden ponerle cara y ojos, pueden ir a hablar con personas judías y no imaginarse caricaturas de fantasía”. La lucha contra el racismo “siempre ha estado presente en Mozaika”. Y continuó explicando: “El racismo tiene sus particularidades, pero lo que tenemos en común es que al final somos todos minorías que estamos reivindicando nuestros derechos, la igualdad y la dignidad. Aprender unos de otros, aprender de los racismos que sufre otra gente hace que juntos seamos más fuertes. Juntos creamos red y podemos apoyarnos en algo básico y esencial que son esos valores fundamentales del hombre”.

En una creciente diversidad cultural y religiosa en una ciudad tan rica y plural como Barcelona, que se hace evidente con más de 500 centros de culto de 36 tradiciones religiosas distintas y donde se hablan más de 300 lenguas, también, desgraciadamente, esa diversidad está relacionada con diferentes formas de discriminación. Son muchos los obstáculos y retos que las personas y entidades deben trabajar y abordar. Desde Bayt, Houssam resaltó que “un gran obstáculo que dificulta el camino hacia una sociedad más cohesionada es el aumento de los discursos de odio, que, además, se difunden desde los medios de comunicación. Al final, esos discursos estereotipados estigmatizan y se convierten en discriminaciones y vulneraciones de derechos fundamentales de las personas racializadas y de las minorías y siempre eliminan la riqueza de la diversidad y no la tienen en cuenta. Lo peor de esos discursos de odio es que muchas veces vienen enmascarados de libertad de expresión de forma sutil.” Y continuó puntualizando que “muchas veces se nos escapa que el Estado español es aconfesional, que reconoce la coexistencia y existencia de las minorías en igualdad de condiciones, en teoría, y eso muchas veces no se aplica de forma eficaz, eficiente y correcta”. Además, añadió que “es necesario y esencial que todo tipo de entidades religiosas, sociales o civiles puedan trabajar en red, e igualmente romper los estereotipos y las estigmatizaciones”. Según él, “es necesario que las personas racializadas participen en el debate académico, social y público para reivindicar los derechos fundamentales”. Paul Sánchez explicó que “convivir y compartir espacios públicos, pero cada uno desde su diferencia es el bien de la pluralidad religiosa. Un país que no protege la pluralidad religiosa pone en grave peligro a las minorías religiosas”. Y dejó constancia de que, para él, “no es necesario reconciliar las diferencias, pero escucharse y hablarse es esencial, hay que mantener la atención dialéctica, porque si no somos capaces de debatir y escuchar lo que dice la otra persona, estamos haciendo un triste servicio a la democracia y a la libertad de expresión de la que disfrutamos”.

En la segunda mesa se trató el racismo desde la perspectiva de diferentes tradiciones religiosas: el islam, el cristianismo evangélico, el cristianismo católico y la fe bahaí. Se contó con la participación de personas representantes de diferentes comunidades, que compartieron sus puntos de vista sobre la lucha contra el racismo desde la propia fe. En este caso, se estableció un diálogo entre Emilio Egea, secretario del Centro Bahá’í de Barcelona; Sara El Bahri Zaidi, miembro de la sección Entre Joves de la Unión de Comunidades Islámicas de Cataluña (UCIDCAT); Guillem Correa, secretario general del Consejo Evangélico de Cataluña (CEC), y Peio Sánchez, rector de la parroquia de Santa Anna, para hablar sobre la incorporación de la mirada intercultural desde sus entidades y los mecanismos de lucha contra el racismo y las discriminaciones.

Mery Loor, moderadora también de la segunda mesa, constató que cuando se habla de “luchar contra el racismo, contra las discriminaciones de todo tipo, hay que hablar de un cambio de paradigma: hay que pasar de una mirada asimilacionista o multiculturalista hacia una mirada intercultural”. Y concretó que se entiende “la mirada asimilacionista como aquella que te hace renunciar a tus rasgos distintivos, es decir, tu cultura, tu lengua, tu religión, entre otros, para adaptarte a la cultura de acogida”. Y continuó precisando que “se entiende la mirada o el gobierno multiculturalista como aquel que otorga una serie de derechos y reconoce la diversidad, pero no abre espacios al diálogo y a la participación ciudadana para coconstruir una sociedad y decidir sobre temas tan importantes como la educación, la política o la economía, entre muchos otros”.

¿LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS PONEN DE RELIEVE ESTA MIRADA INTERCULTURAL? ¿DE QUÉ FORMA? Las comunidades religiosas, como potentes agentes de cambio, ponen de relieve esta mirada intercultural en muchos aspectos, y Peio Sánchez, desde el cristianismo católico, quiso dejar constancia de que “el aumento de los fundamentalismos, haciendo uso de las nuevas tecnologías como las redes sociales, y en una situación de polarización dentro de la comunidad católica, hace que sea difícil mantener la voluntad de las comunidades y hace difícil la lucha contra el racismo”. Pero “esa mirada intercultural se hace más necesaria que nunca”, hizo patente Emilio Egea, desde la fe bahaí, “y se debe tener en cuenta que la cultura no es permanente, sino cambiante. Para los bahaís, la Tierra es un solo país y toda la humanidad son sus ciudadanos, diversos y plurales, y eso debe aprovecharse para que una cultura traspase a otra para hacerla más significante. Ahí radica la riqueza de la humanidad. Para nosotros, la interculturalidad es fundamental”. Y continuó Sara El Bahri, desde el islam, afirmando que, aunque haya diversidad e interculturalidad, muchas veces “se van creando pequeñas burbujas, y te alertan de que no te relaciones con otras burbujas. La interculturalidad no es eso, no es crear burbujas aisladas, grupos de personas aislados, es relacionarse y participar del espacio público y descubrir sinergias”. Para Guillem Correa, desde el cristianismo evangélico, actualmente existe una “crisis de civilización, que viene generada cuando la crisis de identidad rebasa la situación personal, como ocurre hoy en día. Existe una tendencia a definir la identidad en tanto que una persona se enfrenta a otra. Y eso es erróneo. Hay que vivir nuestra identidad en la afirmación de lo que somos y compartirla desde el diálogo con los demás”. En referencia a las actitudes fundamentalistas anteriormente mencionadas, explicó que “hoy el fundamentalismo no se limita a aquellos grupos que se autoentienden como fundamentalistas o se autodenominan así. Va mucho más allá”. Para combatir esas miradas racistas y discriminatorias, argumentó Correa, “hay que cultivar semillas de paz, de diálogo, y modelos, e, igualmente, las comunidades religiosas deben convertirse en única comunidad acogedora para cualquier persona, sea quien sea”. Porque, según él, “compartimos una misma identidad. Una identidad en positivo, una identidad que nos afirma en nosotros mismos. Una identidad que no nos lleva a enfrentarnos al otro, sino que nos lleva a construir un puente porque el otro forma parte de ese proyecto compartido que es la sociedad que nosotros queremos”.

¿CUÁL ES LA MIRADA DE LAS DISTINTAS TRADICIONES RELIGIOSAS EN TORNO AL RACISMO Y DE QUÉ FORMA ABORDAN LAS DISCRIMINACIONES? Para Emilio Egea, un punto de encuentro de todas las religiones y espiritualidades es que todos los seres humanos tienen “una naturaleza espiritual, una trascendencia, una dignidad humana”. En el momento de traspasar ese conocimiento y educar a los niños y niñas o al entorno, hay que dejar claro que “perder esa dignidad humana es lo peor que le puede pasar a una persona”. Para la fe bahaí, existe “una identidad espiritual, el alma, y todas las demás dignidades, el género, el origen, etcétera, son identidades subsidiarias. Si creemos que toda persona es miembro de una sola familia humana, cuando llega una persona la acogemos, la acompañamos, la ayudamos. No debemos caer en la tentación de que las identidades subsidiarias son las principales, ya que son justamente esas las que nos separan”. La sociedad actual tiene una serie de paradigmas que deben cambiar, pero no es fácil. Y continuó diciendo que vivimos “en una sociedad que fomenta la competición como un elemento de progreso, cuando contrariamente todas las leyes del universo están fundamentadas en la cooperación, en la unidad, y si eso existe hay un progreso real”. Y siguió explicando que todo aquello que atribuimos “a Dios, el amor, la justicia, la misericordia, hay que reflejarlo en este mundo”. Debe haber un trabajo educativo y la sociedad debe estar comprometida, no solo las iglesias y las comunidades religiosas, sino toda la sociedad. Es necesario un diálogo continuo entre todos para darnos cuenta de que hay que cambiar”. Para Sara El Bahri, en referencia a cómo abordar las discriminaciones, explicó que desde Entre Joves están llevando a cabo un estudio a través de encuestas demostrando y dejando patente que los datos de situaciones discriminatorias a personas musulmanas no son individuales, sino que demuestran que es un problema colectivo. Y siguió Guillem Correa diciendo que “es necesario estar al lado de la gente que ve amenazada su identidad”, y puso el ejemplo de Rosa Parks, una mujer negra que se sentó en un asiento de un autobús reservado para blancos, o de Martin Luther King, pastor evangélico, profeta de la no violencia y luchador acérrimo y tenaz contra el racismo y la injusticia. Ambos consiguieron que aquella injusticia, que aquella lucha contra el racismo fuera una página que pasó a la historia. Pero cuando ante las manifestaciones de poder y de prepotencia “nosotros tomamos conciencia desde la conciencia de la iglesia y esta traspasa la propia frontera de la iglesia y llega al seno de nuestra sociedad, es cuando se producen cambios sociales”, concluyó Guillem Correa. A continuación, Peio Sánchez añadió: “El racismo está creciendo, no es profético, es un análisis de la realidad. Las políticas sociales y económicas se encaminan hacia un escenario de futuro complicado. Cada una de las tradiciones religiosas debemos desmontar los discursos fundamentalistas dentro de cada tradición. La religión cristiana tiene una tradición muy fuerte de reconocimiento de la diferencia. Es necesario el diálogo. Eso también supone que dentro de cada ‘casa’ hay un problema latente”. Y afirmó que “es imprescindible que las administraciones públicas se tomen en serio la fuerza que tienen las religiones en situaciones complejas o de conflicto”. Y continuó diciendo que una de las formas de lucha contra el racismo, según él, es “la recuperación de los vínculos entre las personas, de conocimiento real y de comprensión”.

¿QUÉ APRENDIZAJES PODEMOS EXTRAER DE LAS RELIGIONES EN LA LUCHA CONTRA EL RACISMO? Sara El Bahri comenzó su intervención haciendo referencia a varios episodios del profeta Muhammad que reflejan cómo la lucha contra el racismo ha estado históricamente presente en el islam. Por ejemplo, los escritos del imán Musnad de Ahmad ibn Hanbal, que recogen el último sermón del Profeta: “No existe superioridad para un árabe sobre un no árabe, ni para un no árabe sobre un árabe, ni para un blanco sobre un negro, ni para un negro sobre un blanco, excepto para la piedad y las buenas acciones”, que refleja la mirada antirracista. Pero todos esos ejemplos, que quedan lejanos en el tiempo, nos llevan a hablar de la actualidad, “como, por ejemplo, que la Carta de los Derechos Fundamentales no entró en vigor hasta el 2009”. Además, añadió: “Parece que las religiones son cosas antiguas. Pero desde la religión se puede hablar de muchísimas cosas que hay que resolver en conflictos del 2024”. Desde la fe bahaí, Emilio Egea comentó que “el racismo es relativamente reciente, del siglo XVIII; lo que había existido anteriormente era odio por el otro o miedo del otro”. Pero consideró que “poco a poco se va avanzando. Hay que aprender a convivir con la realidad, que en este momento nos puede superar, porque también hay mucho eco mediático”. Y explicó que, “las tensiones que se crean nos obligan a plantearnos la gobernanza y a plantearnos cómo podemos resolver esas tensiones. Entonces, no lo vemos tampoco como un problema, sino como una oportunidad”. Para él, los principios religiosos deben llegar al corazón y venir desde la conciencia, y hay que ponerlos en práctica. Una de las prácticas que más resaltó es la del diálogo, concretamente la del diálogo interreligioso: “Hay que crear espacios donde la sociedad civil y las comunidades religiosas puedan dialogar, puedan hacer aportaciones a la construcción de una sociedad distinta”. Para Peio Sánchez, estos aprendizajes “no deben ser una construcción teórica, sino la vida del momento. Ya sea orando juntos por un familiar, algo que sale de forma natural, o estando al lado del otro conviviendo, compartiendo mesa. O al final de la misa que hacemos en la parroquia, donde se proclama una sunna del Corán. La cercanía al otro, vivir el día a día, hace que la comprensión sea más profunda”. Para Guillem Correa, “la discriminación marca, ya sea por cuestiones religiosas, de piel, etcétera”. Uno de los aprendizajes o retos que destacó es “la recuperación de la justicia social en el seno de la iglesia”. Y concluyó diciendo que “existe una conciencia de que nos necesitamos unos y otros, que necesitamos a las instituciones y a todos aquellos que quieran caminar en el mismo camino. Es una conciencia que nos da un signo de esperanza”.

Así pues, esta actividad permitió dejar constancia de que la lucha contra el racismo y las discriminaciones es una lucha constante y persistente en la sociedad actual, y evidentemente también en la Barcelona rica, plural y diversa. Se trata de una lucha transversal y compartida. Por eso es necesaria una escucha y un diálogo para alcanzar la sociedad que queremos, y ahí las comunidades y entidades religiosas y espirituales son agentes clave, y tienen mucho que decir. Sus valores, sus proyectos y sus objetivos son, en muchos casos, ejemplos donde mirarnos y a seguir como posibles modelos. Hay que tener presente la mirada y la perspectiva intercultural, que hacen enriquecer aún más la Barcelona de hoy en día. Las personas, con todas sus identidades y bagaje, enriquecen la ciudad. En palabras de Guillem Correa, “la mejor lucha contra la discriminación de nuestra sociedad es que todos y cada uno de nosotros afirmemos nuestra identidad en positivo”.