De la Fundació Trinijove se pueden destacar varios programas, todos ellos con éxitos a sus hombros, la Escuela de Padres (integrada dentro del programa de atención a las familias del Servicio y Acompañamiento a la Familia -SOAF-), o el Centro Abierto Neus Puig; pero si hay algo que se puede considerar el pilar y el alma de esta entidad es la inserción por loeconómico de los jóvenes en riesgo de exclusión social. “En lugar de ofrecer formaciones de cualquier cosa, damos una formación hecha a medida a las necesidades de las empresas. En este sentido, actuamos como intermediarios. Muchas empresas se ponen en contacto con nosotros y nos explican qué necesidades de personal tienen. Así nos aseguramos la inserción laboral de nuestros beneficiarios”, explica Elisabet Díaz, Directora CGRT y Directora de Formación de la Trinijove.
La fundación siempre se ha caracterizado por su trabajo con jóvenes en riesgo de exclusión social y ha trabajado de manera intensa, a partir de los diferentes programas, para dar formación a la juventud y acercarlos a la empresa. “Nuestros programas se dirigen a personas en situación de paro, de la edad que sea; a los cuales también ofrecemos una serie de servicios, como la tramitación de expedientes o el asesoramiento jurídico. Todo de manera gratuita”.
Además de colaborar de manera estrecha con la empresa ordinaria, la Fundació Trinijove dispone de una empresa de inserción laboral y centro especial de trabajo, es decir, constituye un centro de trabajo en sí misma. “Trabajamos con la recogida selectiva y limpieza, basura la acogida a aeropuertos y hoteles o hacemos tareas de jardinería y mantenimiento en el Camp del F.C. Barcelona, por ejemplo. Funcionamos como una empresa de tráfico hacia la empresa ordinaria y tenemos el objetivo de acercar la gente al mundo laboral”. Trinijove tiene convenios de colaboración con el Puerto de Barcelona, Aigües de Barcelona, AENA, CUMBRE Vallès o Ecoembes, entre otros. A pesar de tener una red bien nutría de empresas alrededor, no se deja de banda el sector del emprendimiento y también ofrece asesoramiento en este campo. Se trata de un trabajo hecho desde el territorio y para el territorio, en función de las necesidades de la gente y del barrio y siempre con la meta de hacer que la gente se sienta incluida.
La crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19 no ha pasado de largo y a la fundación también se ha notado. “Se ha incrementado el número de gente en riesgo de exclusión y que pide formación porque se ha quedado sin trabajo. En el momento fuerte de la crisis, nosotros no dejamos nunca de trabajar y durante el cierre total, estuvimos dando servicios esenciales, sobre todo a las familias del centro abierto, a pesar de no ser estrictamente nuestro ámbito de actuación. De acá que se inició la pandemia, a la fundación se ha incrementado la demanda de intermediación laboral, formación o asesoría jurídica. “Los perfiles de gente demandando todos estos servicios también ha variado”, concluye Elisabet.
El trabajo que durante estos años ha llevado a cabo la fundación se ha visto reconocida en varias ocasiones: el 2012 recibió la Cruz de San Jorge, en reconocimiento a la tarea que llevamos a cabo de formación y de inserción social y laboral de personas que se encuentran en riesgo de exclusión, especialmente los jóvenes, el 2019 la Placa en el Trabajo Presidente Macià, en la categoría de Fomento de la creación de empresas y de la Ocupación de calidad; el 2006 recibió el premio Medio Ambiente por las actuaciones de reducción y reciclaje de residuos en la categoría de Entidades sociales, asociaciones e iniciativas ciudadanas y el 2002 obtuvo la Medalla de Honor de la Ciudad de Barcelona, entre otros. Unos reconocimientos, sin dudas, al trabajo muy hecho.