El Barón de Viver es una escuela activa que busca cada año superarse. La implicación de las familias y su compromiso con la educación resulta fundamental para salir adelante los proyectos con el alumnado y este curso escolar en el cual parece que todo vuelve a la normalidad, la AFA ya se ha puesto las pilas.
Uno de los proyectos más esperados del año es que lleva a cabo un grupo de madres (de dentro y de fuera de la AFA) que, cada año, prepara una función teatral para niños y para el claustro. Se trata de una iniciativa abierta a todo el mundo que tiene como objetivo implicar a las familias del centro y “hacer un pequeño regalo en la escuela” en forma de obra de teatro. La Toñi Romero es una de las madres promotoras y nos explica el funcionamiento de esta iniciativa: “Somos un grupo de madres que preparamos una obra de teatro. La elegimos ahora a principio de curso y la representamos en Navidad, ante los niños y el claustro. No damos pistas de nada y es una sorpresa”. El grupo de madres, entre los cuales no se encuentra ningún padre, ensaya una vez por semana de tres a las cuatro y media, durante los tres meses antes de Navidad. “Las dos últimas semanas, antes del estreno, vamos de bòlit haciendo los últimos ensayos y preparando la utilería, pero nos lo pasamos muy bien”, explica la Toñi, “y los niños y niñas se lo pasan a las mil maravillas porque ven las familias implicadas y lo agradecen”.
Para llevar a cabo el proyecto, reciben la ayuda de la Patricia Garrido, una trabajadora del Centro Cívico Barón de Viver, que también es actriz y dinamizadora. Ella les da un golpe de mano con el guion y la interpretación. “El año pasado fue el primer año que las ayudé y fue muy bien. Con la escuela Barón de Viver trabajo en un proyecto de expresión corporal con los nanos y de aquí surgió la idea que pudiera trabajar también con el grupo de teatro de madres”, explica. Patrícia Garrido asegura que el más complicado es que las madres se suelten y se olviden de las vergüenzas y los miedos. “Cuando se dan cuenta que se trata de un juego, se relajan y se lo pasan mejor. Esto es una actividad libre de presiones, que se tiene que hacer para pasar un buen rato y disfrutar”. El año pasado, la trabajadora del centro cívico ayudó las madres con el guion, el montaje y la edición del video.
Unas madres con mucho empujón
Judit Abellà es una madre del Barón de Viver y explica cómo empezó esta iniciativa: “todo va empezar con una profesora de música muy potente, el Ángeles, acompañada de un grupo de profesores con mucha vitalidad y muchas ganas de hacer cosas y cambiar el rumbo de la escuela. Transformaron la escuela completamente. Era un equipo de maestros muy entusiasta para llevar a cabo cosas nuevas. Y nos lo encomendaron a todos y todas”.
La primera obra de teatro de madres que se hizo fue Los Pastorcillos y durante estos años se han representado obras como El Principito, Peter Pan o El Rey león. El año pasado, pero, con la eclosión de la crisis sanitaria, el formato experimentó un cambio: lejos de dejarse vencer por las circunstancias, puesto que no podían representar la obra presencialmente, el grupo de madres decidió grabar un cortometraje, que fue emitido en las diferentes clases.
“El año pasado todo se paró un poco, pero aun así conseguimos hacer unos cortometrajes sobre la reinvención de los cuentos tradicionales. El argumento era que los niños y niñas se habían cansado de los contras tradicionales y unas magas trucaban los y las protagonistas de las historias para hacer de nuevas”, explica Judit. Este año, todavía no saben qué harán, pero si lo supieran, tampoco lo dirían: “tiene que ser una sorpresa”.
Todo y las ganas y el empujón, llevar el proyecto a buen puerto cada año cuesta un poquito más, puesto que algunas madres marchan de la escuela porque los niños y niñas se gradúan, o porque no se lo pueden combinar con el trabajo. A la Toñi, que tiene dos hijas, una de doce años y la otra de cinco, todavía le quedan unos años delante, pero hace un llamamiento a otras madres. “Necesitamos reclutar nueva gente, pero sabemos que es complicado porque la gente va a topo de trabajo. Sin embargo, son dos meses de ensayo, y dos meses pasan volando”.
Para poder ensayar y preparar la obra en condiciones, pero, las madres del Barón de Viver ya hace desde junio que piden al Consorcio de Educación de Barcelona la reforma de la caseta de conserjería, cedida por la escuela para la AFA. “Hace desde junio que escribimos emails para pedir que nos lo reformen. Está inhabitable y el Consorcio es último responsable, así que queremos que se nos haga una reforma integral porque tal como está, no nos podemos poner”, asegura Judit.
Una comunidad educativa y unas familias implicadas
Otros proyectos alentadores de, Barón de Viver son el Cuatro Cuerdas (proyecto musical de tercero a sexto de primaria) y un proyecto artístico que tiene como objetivo acercar el alumnado a los artistas que exponen en el centro cívico del barrio. Además, también participa del proyecto comunitario Amigos y Circo, propuesta que tiene como finalidad trabajar las emociones del alumnado a través del circo y que se lleva a cabo en colaboración con la AFEV, una entidad que trabaja para luchar contra las desigualdades educativas; y también forma parte de la Red de Escuelas +Sostenibles.
Antes de que estallara la crisis sanitaria, además, el Barón de Viver también tuvo la oportunidad de transformar su patio con Colectivo Punto 6, con la intención de hacerlo más amable e inclusivo. “Para la transformación del patio nos involucramos las familias, los niños, el claustro y Colectivo punto 6. Quedábamos los fines de semana y trabajábamos plegados, un golpe decidido qué se quería hacer en función de las necesidades y carencias del patio”, explica Judit.
Las ganas y el entusiasmo de unas familias y un equipo educativo implicado y con empujón para llevar a cabo nuevos proyectos tiene resultados: una infancia más feliz, unas instituciones escolares más fuertes y un tejido de barrio más a prueba de bomba. El Barón de Viver es un claro ejemplo.