El 15 de diciembre de 1943 Baró de Viver tuvo un buen susto. Las lluvias torrenciales hicieron crecer el río Besòs hasta el punto que hundió el Puente Viejo que unía este barrio con la población vecina de Santa Coloma. Para los colomenses, la caída del puente representó un problema importante ya que era el principal punto de conexión entre las dos ciudades.
De hecho, fue Santa Coloma quien impulsó su construcción en 1913. Antes de su existencia, con el fin de ir a Barcelona, los colomenses sólo tenían la opción de ir a buscar el tranvía en Sant Adrià de Besòs o cruzar a pie por unos puentes antiguos y frágiles de madera. En 1943, Baró de Viver y Santa Coloma volvían a quedar separados por el río y así sería durante 10 años ya que la administración franquista no se preocupó de reconstruir el puente hasta 1953, cuando se hizo el actual, de hormigón, que se corresponde con el final del paseo de Santa Coloma.
Aquella riada no fue un hecho aislado. En 1937 otra riada ya había acabado con el anterior puente. En aquella época se conocían como bisosamentas y se produien de forma cíclica. Para evitar los efectos negativos de estos desbordamientos se llevó a cabo la canalización del río entre 1973 y 1975. Con el fin de permitir la recuperación ambiental del río, el año 1999 fue inaugurado el Parque Fluvial del Besòs.