En cierta manera, todo se inició en el 2009. Un grupo de vecinos y vecinas se prestan a hacer de extras por la película Pequeño indio, parte de la cual se desarrolla al antiguo Canódromo Meridiana, reconstruido para la ocasión. “Era una oportunidad para volver a entrar, para revivir aquel ambiente tan singular y para volver a ver correr a los perros”, explica a Xavier Martí Alavedra.
La vida de este fotógrafo ya jubilado está ligada a lo que se denominó “hipódromo de los pobres” desde que era pequeño, cuando jugaba con los amigos por unas calles a que eran campos en el barrio del Congrés i els Indians de Barcelona.
En plena dictadura franquista, cuando no existían los bingos ni las máquinas tragaperras, fuera de las quinielas del fútbol y de la lotería sólo se podía apostar al juego del frontón y a la velocidad de los galgos.
Sin embargo, el foco de atracción y de emoción que significó para el barrio el Canódromo Meridiana va más allá de las carreras. “En el barrio no teníamos muchas cosas. Y en el canódromo, pasaban muchas: salía y entraba gente. Teníamos curiosidad y corríamos por los alrededores, hasta que más adelante nos echaron porque nos decían que distraíamos a los perros,” añade al fotógrafo. Tenía ocho años cuando se inauguró un edificio emblemático que ganó el Premio FAD de 1963.
Se trata de recuperar la memoria no escrita del barrio, bien en forma de relato, de sonidos y, sobre todo, de imágenes.
Un barrio, una ciudad
“Creemos que la reconstrucción colectiva de la memoria popular de un barrio también apela a la memoria de la ciudad”, explica Bru Aguiló, responsable de Memorias del Canódromo, un proyecto transversal que impulsa el equipamiento Canódromo-Ateneo de Innovación Digital y Democrática, en colaboración con el Observatorio de la vida cotidiana.
También participan vecinos y vecinas que hacen de motor, a título particular o en representación de otras entidades: el Instituto IES Encina, el Centro de Atención Primaria (NINGUNO) Maragall, Ciudad de Cuidados, Can Clariana, el Archivo Histórico de Roquetes-Nou Barris, además de técnicas y técnicos de acción comunitaria de Sant Andreu y del barrio del Congrés y los Indianos.
Se trata de recuperar la memoria no escrita del barrio, bien en forma de relato, de sonidos y, sobre todo, de imágenes, a partir de las experiencias vividas dentro y en torno al Canódromo Meridiana, convertido, desde los sesenta, en punto de referencia en tanto que espacio de ocio popular.
Mesas de memoria
Hay diversas vías para compartir los recuerdos, empezando por las visitas guiadas a las antiguas instalaciones, donde descubrir curiosidades históricas como que las carreras de galgos fueron importadas por el rey Alfonso XIII, a principios del siglo XX.
Pero la vía más participativa la constituyen las Mesas de memoria. Y se han hecho tres. La primera, que tuvo lugar en marzo del año pasado, supuso el pistoletazo de salida del proceso participativo. Dieciséis personas debatieron como sacar adelante el proyecto para dar protagonismo en la vecindad, decidieron qué iniciativas lanzar y también establecieron las diferentes fases para desarrollarlas. También pensaron como abrir un espacio donde compartir fotos, vivencias y recuerdos, en formato digital o físico y permanente en el canódromo.
La segunda mesa se celebró un mes después, en abril, y se pusieron en común los progresos del proceso. También se iniciar el periodo de recogida de material y de digitalización fotográfica, con llamamientos al vecindario. La tercero de las mesas, en junio, dio forma al proyecto. Hay quien ha contribuido con una foto comentada sobre la nevada del 62 a Can Ros, o con la de una Semana Santa en la plaza del Congrés.
Pero la aportación de imágenes y documentos primordial que ha impulsado el proyecto ha sido la de Josep Lluís Navarro, quién, de joven, mientras estudiaba Filosofía, vendía boletos y hacía instantáneas en el canódromo. Poco se imaginaba en aquellos viejos tiempo que, más adelante, se convertiría en el último gerente de las instalaciones entre 1999 y el 2006.
La participación de la gente joven del barrio era importante. Así, en la Mesa de memorias se decidió implicar el alumnado de l’IES l’Alzira que hace cuarto d’ESO. Para la asignatura de Valores y Filosofía, ha trabajado en la investigación en los archivos históricos de la ciudad y con entrevistas a los vecinos y vecinas para fijar sus recuerdos. Los y las estudiantes han hecho investigación, han preparado el set de rodaje y han hecho entrevistas, con el asesoramiento de Colectic, entidad gestora del equipamiento..
Lucha del movimiento animalista
Las últimas fotografías aportadas retratan la lucha del movimiento animalista, que protagonizó numerosas protestas en las calles por el presunto maltrato de los galgos. En el Meridiana hubo un plantel de 700 ejemplares. Entre las carreras, la mayoría de perros estaban, o se amontonaban, en las perreras de Santa Coloma de Gramenet.
“Tengo que decir que había de todo: algunos ya veías que no hacían el peso, y algunos criadores podían prescindir de los que no fueran útiles, pero también encontrabas amos que alimentaban los animales con huevos duros y yogures, que los mimaban y que pensaban que, ciertamente, los perros galgos estaban locos por correr. A menudo los entrenaban en la playa”, recuerda a Josep Lluís Navarro, el cual asegura que todos los perros llevaban chip y pasaban por un veterinario.
“Es cierto que había protestas, pero la bajada de la recaudación se había notado mucho cuando dejaron de estar prohibidas las apuestas y juegos de otro tipo. Todo influyó, pero la clave fue las tasas sobre el juego. Aquello fue imposible de asumir. Cerrar fue muy duro”, afirma.
La subida de las tasas pasó del 3% al 10%. La prensa habla de deudas voluminosas. Trabajaban 54 personas, uniformadas de azul. Detrás quedó casi medio siglo de historia. Algunos de los galgos tenían nombres y récords bien especiales, como Pan con Tomate o Soy diferente, ganador del XXVII Derby 1994 y campeón de España en 1993, respectivamente.
“La mayoría de gente que te encontrabas eran hombres; muchos, jubilados. Apostaban por una combinación ganadora, pero había quien, simplemente, iba para socializar o para pasar la mañana”
Una noche por recordar I los primeros resultados de su trabajo se mostraron a la Noche de Memorias, momento álgido en que confluyeron los resultados del trabajo hecho por la Mesa de memorias, coincidiendo con las fiestas mayores del barrio. Entre la juerga, la nostalgia y la reivindicación, el pasado 22 de septiembre tuvo lugar un encuentro vecinal de cinco horas de duración con presentaciones, diálogos, cine y música en directo.
Además de Xavier Martí, además de fotógrafo autor del libro El último canódromo, y del alumnado de l’Alzina, en el acto intervino la historiadora feminista Isabel Segura Soriano y se proyectaron documentales del alumnado universitario de Elisava y ETSAB y el corto Atrapar la Llebre, encargado en 1994 a Susi Marquès para intentar reavivar la imagen ya decadente del antiguo estadio.
“La mayoría de gente que te encontrabas eran hombres; muchos, jubilados. Apostaban por una combinación ganadora, pero había quien, simplemente, iba para socializar o para pasar la mañana. Ya entonces tenía un punto decadente. Recuerdo un bar fantástico, y aprovechando las gradas, se habían dado conciertos”, evoca Marquès.
Memorias del Canódromo sale adelante, porque hay mucha memoria por recuperar. Aguiló avanza que cuando el proyecto acabe de tomar forma, se podrán subir fotos a Internet en un mapa interactivo del barrio y geolocalizar los recuerdos asociados a ellas por la propia vecindad.
“Es una buena iniciativa, aunque lo veo un poco difícil. Las personas mayores no están adaptadas a la tecnología. Y la gente joven no tiende a trabajar en comunidad. Muchos son de fuera y no nos conocemos”, dice Xavier Martí.
Las obras ya iniciadas en la plaza del Canódromo, que se había degradado con el tiempo, tienen vocación justamente de convertirla en un espacio más amable que fomente la socialización de vecinos y vecinas. En última instancia, la idea de Memorias del Canódromo es que este espacio abierto de la ciudad se convierta en escenario de una exposición viva.