El objetivo es reducir la siniestralidad vial, tanto en número de accidentes como de víctimas, y, más específicamente, prevenir y detectar el máximo número de personas conductoras que den un resultado positivo en los test y adoptar las medidas correctoras adecuadas.
Las conductas prioritarias de actuación son la conducción con una tasa de alcohol superior a la permitida o con presencia de drogas en el organismo, no someterse a las pruebas de detección cuando sea obligatorio y, en general, todas las que comporten situaciones de riesgo.
La conducción con alcohol o drogas en el organismo es uno de los principales factores de riesgo en la siniestralidad, y los controles preventivos son una de las herramientas más eficientes para evitar la circulación por la red viaria de conductores con un riesgo potencial de tener un accidente. De hecho, según el Balance de siniestralidad de la Guardia Urbana del 2023, el año pasado esta fue la causa indirecta principal de los siniestros (interviene pero no es la causa principal). La influencia del alcohol y las drogas en la conducción temeraria fue justamente el tema central del último Foro Barcelona de Seguridad Vial.
La reducción de la siniestralidad es uno de los objetivos del Plan local de seguridad vial, así como de la Estrategia de seguridad vial 2030. En este segundo caso, el objetivo es disminuir en un 50 % el número de lesionados graves y víctimas mortales en el 2023, con el horizonte de ninguna víctima mortal en el año 2050.