En 1939, Mossén Joan Cortinas llegó en el barrio del Bon Pastor y detectó grandes carencias en relación a los servicios que tenían sus habitantes. La que más le preocupó fue la falta de acceso en condiciones a servicios de salud.
Por este motivo se puso en contacto con Alfons Balcells Gorina un cardiólogo del Hospital Clínic a quien pidió que organizara un centro asistencia en la rectoría del barrio, un hecho bastante habitual: antes del desarrollo del estado del bienestar, los servicios dependían de las diversas redes existentes a la sociedad. Una de ellas era la iglesia católica.
Balcells recogió la propuesta y la desarrolló de forma altruista: encontró 10 médicos, equipamiento y medicamentos. Aquel pequeño centro médico realizó su actividad durante 30 años, hasta que fue sustituido por un CAP. Durante todos aquellos años atendió a personas del Bon Pastor. Quien podía pagaba la visita y quien no podía no lo hacía.
Unos años después, las autoridades franquistas empezaron a planificar una seguridad social que sería rudimentaria y que aún no otorgaría asistencia sanitaria universal. Para ponerla en marcha, el dispensario del Bon Pastor fue una fuente de inspiración ya que, ante el éxito conseguido en el barrio, se reclamó a Alfons Balcells que se ocupara del diseño de un sistema asistencial público.